El centro de Madrid está repleto de rincones con encanto en los que deleitarse tanto cuando llega la pausa para el almuerzo como cuando se acerca el momento de la cena. Muchos de ellos con solera, históricos e icónicos, vestigios de revoluciones y movimientos culturales, de citas íntimas y otras que no pasan desapercibido.
Atiende a todas estas descripciones el Gran Café del Espejo, el histórico café madrileño del siglo XX, una joya del art nouveau, que, tras un lavado de cara, volvió a abrir sus puertas a comienzos de la temporada, para volver a ser refugio de todos, incluida la infanta Elena, que ayer almorzaba en su interior.
La primogénita del rey Juan Carlos I ocupó este pasado martes 14 de noviembre una de las mesas del café ubicado en el Paseo de Recoletos, a poca distancia del también famoso Café Gijón. Un refugio en el que cobijarse desde las 9 de la mañana a la 1 de la madrugada, ideal también para picar entre horas. Su terraza ya se ha convertido en una de las mejores de Madrid desde su reestreno este pasado verano, y su interior - con elegantísimas barras marmoleadas, sofisticados botelleros de cristal e ideales mesas redondas con cuidada vajilla no es para menos.
Este nuevo giro tiene nombres y apellidos: el emprendedor Aitor Enatarriaga ha sido el encargado de volver a poner este local en el punto de mira y hacerle brillar, como ya lo hacía antaño, entre los más destacados de Europa.
Nuevo café, nueva carta, también para la infante
El Gran Café Espejo arrancaba la temporada de manera renovada. Junto con una nueva vida estrenaba también nueva carta, sin olvidarse, por supuesto, de los platos más históricos. Con ellos pudieron deleitarse la infanta Elena y sus acompañantes. Compartieron varios entrantes y cada uno pidió un plato principal. Entre sus muchas propuestas, la infanta Elena se decantó por el pollo picantón. Además, parece que las alcachofas le gustaron especialmente. También tomaron los medallones de bacalao, los raviolis, el lomo alto de vaca madurado y no dijeron que no a las croquetas.
Su carta destaca por su flexibilidad y su variedad. Cubriendo desde desayunos hasta cenas, desde tostadas hasta cruasanes recién horneados en su versión dulce y también salada, acompañado de zumos naturales, smoothies, y cafés orgánicos. Según avance el día se pueden probar otras de las estrellas de la carta: las lechugas vivas y los tomates de Tudela de la huerta de Floren Domezáin, igual que los
pimientos al estilo Julián de Tolosa. En estos meses, una nueva selección de verduras
navarras del terreno a la brasa acompañan a estas alternativas, así como una
suculenta crema tibia de boletus con lascas de foie. Los finos puerros confitados de Mendavia a la brasa con polvo de queso, también se sirvieron en la mesa de la infanta.
Además del pollo picantón que se pidió la infanta, otros platos igual de contundentes y sabrosos son su carrillera ibérica guisada a la antigua o su hamburguesa con salsa de bacon, cheddar y pan brioche. Hay pulpo, se hace a la parrilla y se acompaña con cremoso de patata, trufa y crujiente de parmesano o unas también imperdonables albóndigas caseras de ternera con patatas.
Dulce final junto al mejor pastelero de España
Malo sería llegar al final de la cocina y sin sitio para el postre. Se perdería la oportunidad de disfrutar de las elaboraciones del reconocido como mejor pastelero de España y del mundo, Paco Torreblanca.
Entre sus elaboraciones, a las que también hincó el diente la infante, están su torrija de brioche y su cheesecake de camembert, que comparten propuesta con la tarta de chocolate belga by Jacob Torreblanca. Acompañantes fieles durante la sobremesa y antesala de cócteles y combinados para alargar la tarde.