Las airfryer o freidoras de aire están cada vez más y más presentes en el paisaje de las cocinas de los españoles y españolas, llegando incluso a desafiar a la imbatible y práctica tostadora y relegando al horno convencional a un segundo plano.

No obstante, el rápido boom que ha tenido este pequeño electrodoméstico ha provocado que, en muchas ocasiones, la gente no sepa exactamente cómo darle un buen uso y sacarle el máximo partido. Asimismo, frecuentemente se olvida que existen alternativas igual de efectivas y mucho más baratas

Una de las opciones que puede 'plantar cara' a la airfryer es el horno halógeno de convección, un híbrido entre el microondas y el horno que emplea la convección y la luz halógena para cocinar los alimentos de forma rápida y eficaz y distribuyendo el calor de manera uniforme para quedan cocinados por perfectamente por igual, sin partes mal cocidas o mal doradas o quemadas.

El horno halógeno no necesita aceite para cocinar los productos, al igual que ocurre con la freidora de aire, lo cual es una de las principales razones de su éxito, ya que de esta forma las recetas resultantes son más saludables y naturales. 

Como sucede también con la airfryer, es bastante más rápido que el horno tradicional, puesto que combina la convección y la bombilla halógena. En consecuencia, esa rapidez se traduce en un ahorro en la factura eléctrica a largo plazo. Además, también es mucho más cómodo y fácil de limpiar que el horno 'de toda la vida'.

Los hornos halógenos están compuestos por un recipiente de cristal, un temporizador programable y suelen cocinar los alimentos entre 20 ºC y 250 ºC, dependiendo de cada modelo. La principal diferencia entre la famosa freidora de aire y el horno halógeno es el precio: este horno, en comparación, es bastante más económico que su competidora, sobre todo en relación a su capacidad. Podemos encontrar hornos halógenos de 12 litros por precios en torno a los 40-50€, mientras que una airfryer de ese mismo volumen ronda los 70-80€ como mínimo.