Restaurantes de lujo, espías, unos juegos olímpicos... parecen las tramas de una película de James Bond, pero no, son solo algunos de los detalles que rodean a la detención el pasado martes en Francia de un ciudadano ruso a quien las autoridades francesas acusan de espionaje y de intentar desestabilizar a Francia durante la celebración de los Juegos Olímpicos.

Se trata del instagramer ruso Kirill Griaznov, un chef diplomado en la prestigiosa escuela parisina Le Cordon Bleu cuya historia supera a la ficción. Griaznov, de 40 años, ejercía como abogado en Rusia a principios de la década de los 2000. Según informan medios internacionales como Le Monde o el diario deportivo SB Nation, en 2010 dio un cambio radical a su vida laboral y se trasladó a París para estudiar en la mencionada escuela de alta cocina.

Llama la atención su rápida progresión como chef, pues solo un año después en 2011, se trasladó a la localidad de Courchevel en los Alpes franceses para trabajar en Le K2 Palace, un restaurante con dos estrellas Michelin que cuenta con una gran cantidad de clientes entre las élites rusas. Posteriormente, trabajaría en otros restaurantes y franceses y viajaría por varios países del mundo con la excusa de conocer su gastronomía. Parece ser que todo era parte de su tapadera como espía.

Tronista, instagramer y aspirante en un concurso de cocina

Griaznov podría haber pasado desapercibido para el gran público, pero su paso por un programa ruso de cocina al estilo de MasterChef y otro programa de citas en el que debía encontrar a su "media naranja" entre un grupo de candidatas.

En estos programas de telerrealidad se presentó como un restaurador y empresario, de acuerdo con su nueva carrera profesional en el sector de la gastronomía. Su cuenta de Instagram, con unos 10 000 seguidores cuenta con publicaciones casi exclusivamente gastronómicas hasta noviembre de 2023, fecha de la última foto, que corresponde a la que parece ser la boda del cocinero.

Así se delató él mismo

Francia no habría tenido conocimiento de la doble vida del chef, de no ser por una indiscreción de éste. El pasado 7 de mayo, Griaznov viajaba desde su Rusia natal hasta París y debía hacer escala en Turquía, pero al llegar al aeropuerto turco, su estado de embriaguez era tal que no se le permitió embarcar rumbo a la capital francesa.

La pérdida del vuelo de conexión hizo al chef cambiar de planes. Tomó un taxi para viajar hasta una casa de su propiedad en la costa búlgara. Durante su estancia en esta ubicación, mientras volvía a beber más de la cuenta en la playa, empezó a charlar con algunos vecinos a los que confesó que estaba en medio de una misión especial para interrumpir la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París que se celebra hoy viernes.

Para demostrar a sus interlocutores que no estaba de farol incluso les llegó a mostrar su tarjeta de identificación como miembro del FSB, el Servicio Federal de Seguridad ruso. 

Fue a raíz de este episodio cuando fue denunciado a las autoridades galas y puesto en seguimiento por parte de las mismas. Una investigación que ha llevado a la detención de Griaznov hace dos días.