En el corazón de la Ribera del Duero, en la localidad burgalesa de Aranda del Duero, se elabora una cerveza que ha conseguido llamar la atención de aficionados y expertos tanto nacionales como internacionales.
La cerveza Mica, conocida por su enfoque artesanal y su compromiso con el entorno rural, ha logrado lo que muchas grandes marcas sueñan: elaborar una cerveza tostada sin alcohol que mantiene el sabor y la calidad de una con alcohol, todo ello de forma 100% natural y sostenible. Este éxito ha puesto a esta pequeña empresa en el mapa global, cosechando premios en los escenarios más prestigiosos del mundo.
Innovación desde lo rural
Aunque la fábrica se ubica en Aranda del Duero, el origen de la cerveza se mueve por otras alturas. Concretamente desde los 1.300 metros a los que se encuentra Fuentenebro, pueblo de donde proceden sus artífices y en cuyo entorno es característico La Mica, uno de los muchos minerales que cubren la sierra y donde cultivan también la cebada que sirve para elaborar una cerveza única.
Elaborar una cerveza sin alcohol con la misma riqueza de matices que una tradicional es todo un reto en la industria cervecera, pero Mica ha demostrado que con innovación y compromiso se puede lograr. En colaboración con el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI), la compañía ha conseguido lo que parecía imposible: una cerveza que no solo respeta la esencia de lo artesanal, sino que ha sido reconocida internacionalmente.
En 2017, su variedad sin alcohol fue galardonada como la mejor cerveza del mundo en los World Beer Awards en Londres, y en 2018 obtuvo la medalla de oro en los World Beer Challenge.
"Estamos demostrando desde una pequeña empresa cervecera artesana rural lo importante que es la innovación desde nuestros inicios", asegura Juan Cereijo, CEO de Cerveza Mica. Este hito refleja el enfoque pionero de la marca, que ha sabido combinar la tradición cervecera con las tecnologías más avanzadas para mantener la esencia de una buena cerveza artesanal.
La revolución de la cerveza sin alcohol
El auge de las cervezas sin alcohol no es exclusivo de Mica, pero la empresa ha sabido adelantarse a las tendencias. En España, el 14% del consumo total de cerveza ya corresponde a las variedades sin alcohol, y se espera que este porcentaje siga creciendo en los próximos años. Mica, con su cerveza tostada sin alcohol, se sitúa a la vanguardia de esta evolución del mercado.
Lo que diferencia a Mica de otras marcas es su apuesta por un modelo de negocio que no solo es innovador, sino también profundamente comprometido con el medioambiente y el desarrollo rural. "La variedad tostada sin alcohol es el reflejo de todo el trabajo que hemos hecho con estas dos palancas tan importantes de crecimiento", explica Cereijo, refiriéndose a la innovación y el compromiso con el entorno rural.
Compromiso con la sostenibilidad y el desarrollo rural
Más allá del sabor, lo que realmente distingue a Cerveza Mica es su enfoque integral hacia la sostenibilidad. Desde sus inicios, la empresa ha estado profundamente conectada con la comunidad local de la Ribera del Duero, no solo en términos de producción, sino también en la generación de un impacto positivo en el entorno.
Un reciente "Estudio de medición del impacto social y medioambiental", realizado por la consultora Transcendent, revela que el 66% de las ventas de Mica se reinvierte en los proveedores locales de la comarca. Esto significa que cada botella vendida de esta cerveza no solo beneficia a la cervecera, sino también a los agricultores, ganaderos y otros actores del sector rural que dependen de la economía local.
El compromiso medioambiental de la empresa es igualmente notable. Mica ha reducido su huella hídrica en 894.600 litros de agua, lo que refleja su enfoque en el uso eficiente de los recursos naturales. Además, el bagazo generado durante la producción de la cerveza es reutilizado como alimento para el ganado ovino, generando un ahorro de más de 35.000 euros para los pastores locales. Este tipo de prácticas no solo minimizan el impacto ambiental, sino que también refuerzan el ciclo económico de la región, apoyando a las comunidades rurales de una manera tangible.