El bar sin barra de Barro ya es una realidad. Un espacio que profundiza en el universo líquido del nuevo proyecto de Carlos Casillas, el chef más joven en conseguir una estrella Michelin en Ávila, quien ha mudado su restaurante gastronómico y ahora goza de otras vistas de la muralla. Su nuevo hogar es una antigua harinera donde los metros cuadrados no serán un impedimento para seguir viendo a este abulense crecer.
Fango, nombre que toma la coctelería, está emplazada en el sótano del edificio, compartiendo planta con la bodega, Barro queda en el piso superior, aunque entremedias pronto verá la luz la tercera pata del proyecto: Surco, un concepto más informal. Un mismo edificio para un mismo hilo conductor, aunque "son entes separados" apunta su artífice.
Este nuevo episodio 'destilado' no lo ha emprendido solo: le acompañan en su asesoramiento Esther Merino y Diego Prado, quienes han sido motor para su puesta en marcha y han contribuido a que este laboratorio de ideas sea una realidad.
Como resultado, un espacio en el que se pudieran disfrutar cócteles de alta gama y, al mismo tiempo, pequeños bocados que elevaran la experiencia al nivel gastronómico. Un concepto "que no existía en esta tierra”, afirma el chef, convencido de que este espacio será un referente no solo en la provincia, sino en toda Castilla y León.
Un bar sin barra: único en España
Uno de los elementos que hacen de Fango un lugar especial es su ausencia de barra, un detalle que Casillas y su equipo decidieron eliminar para ofrecer una experiencia más inmersiva y cercana con los comensales. Se trata de "un espacio muy democrático donde la gente se mueve en el mismo plano, no hay barreras, de hecho, las barras son mesas. Es una réplica de la cocina de Barro, pero con otros colores" expone Casillas".
Mientras que Barro apuesta por tonos luminosos y una estética más ligera, Fango se envuelve en una atmósfera de colores oscuros y profundos que invitan a una experiencia más íntima y pausada. Diferenciación que ayuda a separar conceptos que siguen un mismo lenguaje.
Al entrar, uno no se encuentra con el típico bar al uso, sino con un espacio diseñado para disfrutar tanto de las creaciones líquidas como de los bocados, todos ellos basados en productos de temporada y locales. Si esta coctelería no tiene barra es porque cuenta con "la única" estación Tayēr en uso de España.
Se trata de un sistema creado Behind Bars donde se combinan diferentes insertos hexagonales en función de las necesidades de trabajo específicas. Los hexágonos pueden reorganizarse y voltearse para crear compartimentos donde se guarden botellas, hielos u otras herramientas propias de la coctelería.
Coctelería de autor y bocados gastronómicos
Esther Merino, vallisoletana que ha trabajado en algunos de los mejores restaurantes del mundo como Alchemist en Copenhague, es la encargada de dar vida a la oferta líquida de Fango. Con su amplia experiencia y su pasión por la innovación, Merino ha diseñado una carta de 15 cócteles únicos, entre ellos 12 con alcohol y 3 sin alcohol, todos ellos inspirados en ingredientes locales.
No es raro encontrar destilados de pluma de pichón o cáscara de pistacho de Valladolid entre sus creaciones, elaborados con una destiladora al vacío que permite experimentar con nuevos sabores y texturas.
Pero lo que realmente eleva la experiencia en Fango es la posibilidad de maridar estos cócteles con una selección de platos de cocina de temporada. Desde bocados ligeros hasta medias raciones, con precios que oscilan entre los 6 y los 14 euros, lo que permite acercarse a la alta gastronomía de una manera más asequible.
Además, cuentan con el ‘Festín Fango’, un menú degustación o secuencias, como prefieren llamarles, de bocados y bebidas bajo reserva que permite a los clientes explorar un universo de sabores de la mano de Merino. Este concepto de degustación líquida es un guiño a las tradicionales experiencias gastronómicas, pero trasladado al mundo de la coctelería.
"Ahí es donde Diego y yo nos metemos hasta el fango, nunca mejor dicho. Para mostrar un poco más de nuestra personalidad a través de insectos, e ingredientes más inusuales" expone Merino mientras sirve un Girasol Coleman "basado en un licor que hacemos con el desperdicio de las hojas y demás del girasol y en honor a la primera coctelera con un puesto de responsabilidad en la historia, Ada Colleman que inventó el hanky panky, que nosotros reinterpretamos".
Una creación que nace de girasoles pequeños antes de que generen la pipa tierna. Confitados en aceite picual, con zumo lima y limón y se decora con hierbas consiguiendo "una especie de ensalada con hinojo, flor de albahaca, flor de aliso (parecida a la mostaza) con un poco de miel y tagete con una nota a clavo" explica Prado.
Una oferta para todo tipo de público
Con el fin de hacer que la coctelería sea un lugar accesible para todos, la carta también cuenta con opciones para aquellos que simplemente deseen disfrutar de un mojito clásico o una copa, pero con la garantía de que todo está hecho con un toque distintivo. Así mismo, y por el mismo motivo, ofrecen tés de especialidad, cafés de especialidad, cócteles sin alcohol, cervezas, vinos naturales y fermentados...
Vistas a la muralla y proyección internacional
Con capacidad para 50 personas y un horario que va de jueves a domingo, de 17:00 a 02:00 horas, Casillas no descarta ampliar el horario para dar servicio a los trabajadores de la hostelería local, un gesto que demuestra su compromiso con la ciudad.
Las vistas a la muralla de Ávila añaden un valor incomparable a la experiencia en Fango, convirtiéndolo en un lugar que combina la historia de la ciudad con la modernidad de su oferta gastronómica.