Cada año, el 16 de octubre, se celebra el Día Mundial del Pan. Se trata de uno de los alimentos más consumidos en nuestra dieta, presente en casi todas las comidas del día. Sin embargo, su conservación es una de las preocupaciones más comunes de quienes desean disfrutar de su frescura por más tiempo.
De cómo hacerlo correctamente sabe mucho Fran Fernández, 5ª generación al frente de Viena La Baguette, quien advierte que al dejar de usar bolsas de plástico, congelar porciones adecuadas y descongelar correctamente, disfrutarás de un pan fresco y delicioso durante más tiempo. Estos son tres de los errores clave que subraya y no debes cometer para que se eche a perder rápidamente.
1. Dejarlo en la típica bolsa de plástico
Un error muy frecuente es conservar los panes crujientes, como las baguettes o las chapatas, en bolsas de plástico. Aunque pueda parecer una opción práctica, este material impermeable genera humedad en el interior de la bolsa, lo que provoca que el pan pierda su textura crujiente y se vuelva gomoso.
La clave para mantener la frescura del pan es optar por bolsas de algodón o paneras de madera, que permiten que el pan “respire” y mantenga su corteza en buen estado por más tiempo.
2. Congelar y descongelar la misma pieza de pan repetidamente
Otro error recurrente es congelar y descongelar la misma pieza de pan más de una vez. Esta práctica puede tener un impacto grave en la calidad del pan, ya que cada vez que se congela y descongela, se alteran las moléculas de agua presentes en el pan, lo que afecta su textura. Con el tiempo, esto provoca que el pan pierda su estructura interna, volviéndose seco y quebradizo.
La recomendación es cortar el pan en rebanadas antes de congelarlo. De esta forma, solo descongelarás lo que necesitas, sin tener que comprometer el resto del producto, "ayuda a la hora de consumirlo en casa. Si se guarda en congelador", apunta Fernández, que sea "con papel film".
3. Hornearlo estando congelado.
Finalmente, hornear pan congelado directamente es otro error que afecta su calidad. Aunque es tentador querer acelerar el proceso calentándolo directamente en el horno, esto puede generar un exterior muy duro y un interior aún frío o gomoso. El pan requiere un proceso de descongelación gradual, que permite que su textura y sabor se conserven.
La mejor estrategia es dejar el pan congelado a temperatura ambiente para que se descongele lentamente antes de hornearlo. Este paso adicional puede parecer tedioso, pero garantiza una experiencia culinaria mucho más placentera.
A estos errores se suman otras prácticas que harán que el pan se estropee en menos tiempo como "dejarlo en algún lugar donde le de aire sin estar bien tapado o en zonas con humedad y calor", apunta el panadero, que desaconseja refrigerarlo cuando sea fresco. Si queda duro, siempre se puede aprovechar con ingenio: una tostada o un poco de pan rallado pueden ser grandes aliados en la cocina.
Además, hay que tener en cuenta que el pan de masa madre durará más, uno de los beneficios que tiene la masa madre entre otros, es la durabilidad que ofrece, y eso unido a una alta hidratación, conseguimos que el pan aguante mucho más de lo que estamos acostumbrados por desgracia con los panes de elaboraciones y fermentaciones simples. Que sea blanco o integral es indiferente: " En nuestro caso los dos se conservan muy bien".
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