Suena de fondo The Show Must Go On, de la banda británica Queen, como himno de resiliencia a la crítica situación en la que se encuentra Valencia. Un himno al que se agarran los ciudadanos valencianos. Todos. Los que se han visto afectados por la DANA de manera directa, perdiendo su casa, negocio o coche, y en algunos casos, hasta familiares, y, en el caso de la hostelería, los que están sufriendo las consecuencias de manera indirecta: la cancelación masiva de reservas y la mala logística entre sus trabajadores y proveedores.
"La zona afectada está completamente devastada y la recuperación va a ser muy lenta. Vamos a depender del ritmo económico de la comarca. Van a hacer falta meses, incluso más de un año de recuperación, para poder volver a la normalidad que teníamos hace 15 días” ha explicado el presidente de la Federación de Hostelería de Valencia, Manuel Espinar, a Cocinillas El Español este pasado jueves.
Llueve sobre mojado en una provincia que hace dos semanas fue sacudida por la mayor riada de la historia de España y cuyas consecuencias aún siguen más que visibles en muchos puntos de la zona cero, con la previsión de que así seguirá durante un tiempo indefinido.
Consecuencias que también se notan desde el primer día de la tragedia a tan solo cinco kilómetros, al otro lado del Turia, en la ciudad de Valencia, donde no cayó una gota de agua pero ‘también se están ahogando’.
“Esto no solamente va a perjudicar a la zona de la comarca afectada, que es el 32% del PIB de Valencia, se va a extender a toda la provincia. En este momento en Valencia, las reservas están cayendo en picado, se está reduciendo hasta un 75% de facturación” lamenta Espinar.
“La situación que se está viviendo “recuerda a la pandemia. Locales cerrados, terrazas vacías, la gente ha cancelado sus eventos… Aquí se han visto afectados desde polígonos industriales hasta pequeño comercio.” añade Belén Solaz, responsable de comunicación en Federación Empresarial de Hostelería de Valencia
Preocupa la persistente dificultad para circular entre pueblos y la ciudad. Este jueves, mientras que "la movilidad está totalmente restringida por la alerta de DANA de nuevo”, la línea de Ave Madrid-Valencia se ha restablecido, pero el servicio de cercanías funciona parcialmente.
"Es otro problema que tenemos, en mi caso, exceptuando dos trabajadores, todos han perdido su medio de locomoción” manifiesta Espinar, que tiene dos locales en la zona afectada. El de Catarroja está completamente destruido y el de Beniparrell un 50 % y otro en Valencia que está operativo.
Como él, "hay trabajadores de Valencia que vivían en la zona cero. Tengo constancia de que las empresas están asumiendo esos costes y los trabajadores que han sufrido muchos daños materiales siguen en plantilla en aquellas empresas que no han hecho ERTE” cuenta Espinar, desde la Federación, donde están "trabajando desde el minuto cero para asesorar y ayudar”.
Con todo ello priorizan la necesidad de continuar adelante para que no siga sufriendo el resto de tejido empresarial: "Hay que tener en cuenta que ahora esto ha sido un shock y aún hay gente desaparecida. Es complicado salir según con qué mensajes, pero tenemos que seguir. De hecho, en esta época estarían todas las empresas con su campaña de Navidad” advierte Solaz.
“Hay que empezar a reconstruir la imagen de Valencia, porque ha quedado muy tocada a nivel internacional, y que el turismo vuelva a fluir en la capital” añade Espinar, quien ha recibido llamadas “de muchas partes del mundo preguntando por qué en los telediarios extranjeros no salen ni Catarroja, ni Albal, sale la palabra Valencia”.
Aluvión de cancelaciones
Desde la mañana siguiente al desastre las cancelaciones no tardaron en llegar. Sin distinción de establecimientos. “Nosotros abrimos ese jueves y tuvimos alguna mesa, pero a partir del viernes empezó el aluvión de cancelaciones y la decisión mía, por ejemplo, ha sido cerrar dos semanas” relata David Vázquez, cocinero y propietario del restaurante Askua, que lleva sin abrir desde el pasado día 6.
“Preveíamos unos 500 comensales este mes y se ha quedado en 75. El estado de ánimo es el que es. Ha afectado a gran parte del pulmón económico de la ciudad. Te hablo de proveedores, de pequeños comercios...” expone Vázquez, con la preocupación puesta también en las restricciones de circulación. “La única manera en que estamos comunicados es a través de coche, con muchos atascos, o de avión” contaba este pasado miércoles el chef, que recibe a mucho cliente extranjero.
“Hay que mantener el ánimo dentro de las circunstancias” insiste, mientras estos días ayuda a su padre, afectado con locales en Alzafar, Sedaví y Alba y averigua qué posibilidades hay de indemnización. Pide a “todo el mundo que pueda que se mueva, que visite Valencia, en la ciudad sea no ocurre absolutamente nada. Incluso dentro de unos meses que inviertan un poco su tiempo, su generosidad en venir aquí y echar una mano todo lo que se pueda, que ese miedo desaparezca, porque al final si se apaga el consumo, la ciudad está muerta”.
En el restaurante Pretaher, en el barrio valenciano de Patraix, “el viernes empezamos el servicio de noche con cero comensales, cuando nuestro mínimo histórico había sido 70 personas” cuenta su propietario Carlos Catalá, de 37 años y desde los 15 en la hostelería, que tuvo “empleados que no podían acudir a su puesto de trabajo. Aprovechamos la bajada de faena ese fin de semana y del restaurante salieron más de 200 bocadillos y más de 50 tortillas".
El golpe más fuerte, presiente Carlos, está por llegar: “vienen las cenas de Navidad y las comidas de empresa y tenemos un local espacioso que permite meter grupos grandes. Entre noviembre y diciembre nos han anulado 260 comensales. Hemos dejado de facturar unos 25.000 €, según la media del año pasado. Estamos en modo supervivencia y cubriendo números como se puede”
“La gente tiene que entender que tenemos que seguir. Toda la ciudad está bien, pero hay muchos restaurantes en Valencia que se están ahogando con el agua al cuello” expone María José Martínez, cocinera y propietaria del restaurante con estrella Michelin, Lienzo, que este jueves permanecía cerrado. Había más de 100 reservas para el Campeonato de Moto GP, que si se suman al resto, “he perdido 500. Hemos tenido 500 cancelaciones en dos semanas"
“No queremos entrar en ERTE porque son terribles para las pymes. Espero que esto se reactive porque en algún momento tenemos que volver a funcionar. No puedes cargarte todo el tejido empresarial de una provincia entera” exponía Martínez, quien ha tenido que prescindir de un trabajador en cocina porque su familia ha sido afectada por la DANA.
Pau Pérez Puchalt, de 27 años, en la partida de calientes, lleva un año en el gastronómico que la murciana afincada en Valencia dirige junto a su pareja, el sumiller Juanjo Soria. Pérez Puchalt vive en Mislata, un barrio a las afueras de la ciudad y el miércoles 30 de octubre, un día después de la DANA, comenzó el servicio pendiente de la llamada de su familia. El jueves fue su último día, "estaba con una crisis de ansiedad. La casa de mi abuela está hecha ‘unos cristos’, como todo el barrio” cuenta el joven.
Aun con ello, no es un afectado directo y un despido con derecho a paro en casos como este no se contempla. Por ello el joven "tuvo una semana de permiso retribuido y después excedencia pedida por él", pero con “la puerta abierta para volver al restaurante cuando quiera” apunta su propietaria. "Él decidió quedarse para ayudar a sus hermanos y que pudieran ir a trabajar, porque sus jefes no les han dado permiso. Son esas empresas las que se tienen que hacer cargo".
Begoña Rodrigo, chef de La Salita y líder de la iniciativa Desde Valencia para Valencia, no está corriendo mejor suerte. Ella no abrió de lunes a miércoles, obligada, al no parar de recibir cancelación tras cancelación. De ello habló en el escenario, con la camiseta de la organización puesta, durante la celebración de la gala de los premios de TheFork.
"Todos los cocineros valencianos y de toda España han estado ayudando, así que poner nombre en estos momentos no está bien. Aun así quiso agradecer el trabajo realizado por las organizaciones y voluntarios estos días", expuso, volviendo a animar a la gente a contribuir con la plataforma que ha fundado con Quique Dacosta y Ricard Camarena. "Queremos que el 13 de diciembre sea icónico en el mundo. Todo el mundo va a poder ver las donaciones que se hacen, que irán dirigidas a micro pymes, pymes y autónomos, la base de este país. Todo el mundo puede ayudar".
Estamos acá para demostrar que seguiremos adelante y nos repondremos de esto" decía por su parte Carito Lourenço, chef y propietaria del restaurante Fierro de Valencia, también con estrella Michelin. Argentina de nacimiento pero valenciana de adopción, tanto ella como su pareja Germán Carrizo han estado volcados desde el primer momento apoyando a los afectados.
Productos y productores afectados
Existe un gran número de productores y proveedores que se han visto afectados en la zona cero. El campo es uno de los sectores que más tiempo tardará en recomponerse. Hay más de 25.000 hectáreas afectadas en Valencia, según Agroseguro, pérdidas que ascienden a los 250 millones de euros.
De toda esa extensión, Julio Quilis, socio cofundador de Saifresc, cuenta con 30 hectáreas, de las cuales dos se han visto dañadas. “Hay tantos casos a tu alrededor peores que el tuyo, que doy gracias a que esto esté así” confiesa Quilis, que ha sufrido daños tanto en la vivienda como en la empresa. La peor parte se la llevó la nave. "Ha entrado casi un metro de agua y nos ha estropeado maquinaria", cuenta el agricultor.
Producen en ecológico y “nuestro destino comercial es la ciudad y área metropolitana”. Principalmente particulares, restaurantes pocos, entre ellos Lienzo. ”Nuestros clientes habituales son las tiendas de barrio y gente que nos compra a través de la web o vienen los sábados a nuestro mercadito” cuenta Quilis, que el lunes siguiente a la inundación ya tenía en marcha el almacén. Han reclamado al seguro, pero están a la espera de que venga el perito.
Aun así, "estamos en un 50% de ventas por la imposibilidad de circular con los vehículos. No nos dejan ir a la ciudad u otros sitios donde podíamos vender el producto. Con el tráfico, además, se forman colas de una y dos horas, con lo cual, tampoco es operativo salir con el coche hacia Valencia y volver. Estamos esperando a que se normalice todo un poco. Aquí no hay tiendas, comprar va a estar difícil durante una temporada” que mientras está colaborando con Horta Cuina, “les llevamos productos para que ellos lo distribuyan en el pueblo”.
“Hay muchos amigos y muchos proveedores que han sido afectados” advierte María José, con una situación similar a la del chef de Askua, que no dispone de mostaza ni huevos porque las naves de sus proveedores se inundaron. “Leo, del puesto de la anguila, del Mercado Central, lo ha perdido en todo ” cuentan desde Lienzo. Junto a su hermano Toni, Leo Puertes, tras varias generaciones, dan continuidad a un legado de más de cien años en la venta especializada de anguilas vivas.
Anguilas El Galet se ubica en Catarroja, la cuna del all i pebre, y la base de su clientela es la hostelería, sus anguilas llegan también a cocinas como las de Rausell. “Compro la anguila y la pongo en mis depósitos del vivero. Tenemos distribución en el Mercado Central y aquí” cuenta Leo, que el pasado martes acabó con los bajos de su empresa anegados.
“Los vehículos se los ha llevado también, que son parte esencial para la distribución. Ahora mismo no estamos operativos” señala Puertes, que prefiere no hacer una estimación de los costes. “Hemos tenido pérdida de material y las anguilas se perdieron por la subida del agua, algunas se escaparían, otras se murieron”.
Ayudas, pero muy lentas
A nivel de impacto económico se habla de un alcance de 1.200 empresas del sector hostelero. “Las ayudas de momento están llegando con cuentagotas. A nivel de empresa a partir del día 19, que es muy tarde, se pone en marcha una medida que discrimina entre personas físicas y jurídicas. A las personas físicas, autónomos, que representan un 95%, solamente se les va a dar 5.000 € de ayuda y a las personas jurídicas, sociedades limitadas o anónimas, de 10.000 € hasta 150.000 €” explica Espinar, quien ha tachado esta medida de “injusta, porque 5.000 € no cubren ni el coste de desescombro de un bar de 150 metros cuadrados. Los ICO tampoco están todavía”.
“Ha habido un acuerdo con las compañías para que los peritos de las compañías privadas se sumen eh al a los peritos del Consorcio y así agilizar sobre todo todas las prestaciones, que son miles y miles y miles”. De momento la carrera no cesa, pero será una de fondo la que haga falta para reconstruir la millor terreta del món.