Las especias son la magia de muchas recetas, una lluvia de sabor que hace florecer a los ingredientes con los que se juntan. Las posibilidades son infinitas, como infinitos pueden ser los botes de condimentos con los que se acabe juntando uno en la cocina.
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Frascos apilados, especias que llevan años en la alacena, que ya no saben ni huelen a nada, pero ahí siguen esperando a que un día te dé por utilizarlas. Porque ¿cuántas veces has cocinado con las especias que estaban en la primera fila, las que tenías a mano nada más abrir el cajón por no ponerte a rebuscar?
Sin ánimo de parecernos a Marie Kondo en sus buenos tiempos, hemos recopilado una serie de truquitos y consejos para acabar con el síndrome de Diógenes en el armario de las especias.
Divide y vencerás
Todos tenemos un grupo de especias con las que cocinamos la mayoría de las veces, algo así como nuestro 'especiero de confort', esas que nos hacen felices al menos durante una temporada. Pues a ese grupo VIP, le podemos otorgar un puesto privilegiado en la cocina. Por ejemplo, un pequeño especiero giratorio sobre la encimera -los hay que ocupan poquísimo espacio- nos permitirá tenerlas siempre a mano. Con ellas podemos tener también uno o varios saleros.
Luego están las especias que también nos gustan, pero que no las usamos tanto en el día a día. Suelen ser algo más exóticas y seguramente más caras, por eso conviene mimarlas algo más. Un cajón especiero en el que los botes quepan de pie e indicar el contenido en la tapa de estos sería perfecto. En cualquier caso, un sitio en el que estén protegidas de la humedad y de la luz será lo más adecuado.
Finalmente, están las especias que compramos una vez para probar y no nos gustaron nada, pero como el bote es pequeño y no huele, ahí sigue, por si acaso. Esas, si aún están 'frescas', es mejor regalárselas a alguien que les dé una vida mejor: si son añejas, enviarlas al contenedor de residuos adecuado sin pensarlo dos veces.
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Haz tus propias mezclas
Si hay especias que las usamos juntas la mayor parte de las veces, podemos hacernos nuestra propia mezcla y tenerlas en el mismo bote. Nos ahorrará espacio y tiempo al no tener que ir buscando las especias una por una.
Y otra ventaja, tener las mezclas ya hechas nos permite replicar recetas sin miedo a que con las prisas se nos olvide echar algo.
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Hay mezclas que podemos comprar ya hechas y que están muy bien, aunque pueden resultarnos muy cargadas de algún ingrediente que no nos agrada mucho. Aun así, pueden servirnos de inspiración para preparar las nuestras.