El moho es un tipo de hongo microscópico que se forma cuando las esporas de moho presentes en el aire encuentran un ambiente húmedo y nutritivo. Lo que se ve a simple vista es una manifestación del hongo.
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Cuando se trata de los alimentos, el moho se produce cuando no se almacenan correctamente o cuando están expuestos a la humedad, con una determinada temperatura, durante un período prolongado.
Como señala la OCU, es una señal más que visible del deterioro de ese alimento, pero también tiene manifestaciones invisibles peligrosas para la salud: micotoxinas, bacterias oportunistas... Por eso, salvo contadas excepciones, no es buena idea quitar los pedazos mohosos y comerse el resto.
¿Qué pasa en el caso de los botes de salsas, y en concreto las salsas de tomate? Aquí el 'rasca y gana', como podemos hacer con ciertos quesos como los duros o los que tienen poca humedad como el Manchego o el Gouda, o con el jamón y embutido, no vale.
Los botes de salsa de tomate, en sus diferentes variaciones y formatos, son un caldo de cultivo para el moho una vez abiertos, pues presentan las condiciones aptas para que éste prolifere: nutritivo y húmedo. Se trata de productos que presentan normalmente poco margen de consumo una vez abiertos. Retirada la tapa por primera vez, comienza la cuenta atrás y en pocos días aparecerán signos de deterioro tanto en el interior de su tapa como en la capa superficial de la salsa.
Esto tiene un solo posible desenlace y es desterrar ese bote inmediatamente a la basura, ya que retirar esas partículas visibles de moho no es una opción. Tal y como cuenta el tecnólogo de alimentos Mario Sánchez, conocido en redes como Sefifood, "esos 'pelillos' son tan solo la punta del iceberg, el alimento puede estar contaminado internamente, hasta al fondo".
Cómo evitar que tu salsa de tomate se eche a perder
Llegados a este punto lo mejor que podemos hacer es desecharlo y pensar en cómo podemos evitarlo la próxima vez. Como normas básicas, estos son algunos consejos a seguir:
1. Almacenamiento adecuado: Guarda los alimentos en recipientes herméticos o bolsas selladas para evitar la entrada de humedad.
2. Control de la humedad: Mantén los lugares de almacenamiento secos y bien ventilados para evitar la proliferación de moho.
3. Refrigeración: Almacena adecuadamente los alimentos perecederos en el refrigerador para prolongar su vida útil.
4. Inspección regular: Revise regularmente los alimentos para detectar signos de moho y deséchalos si es necesario.
5. Consumo rápido: Consume los alimentos perecederos antes de que caduquen para reducir las posibilidades de que se desarrollen hongos.
6. Limpieza: Limpia regularmente los estantes y la despensa para evitar la acumulación de esporas de moho.
Al margen de seguir estas indicaciones, en el caso concreto de los botes de salsa de tomate, existe un truco muy sencillo a seguir que puede ahorrarnos muchos disgustos, tener que tirar el bote de tomate entero a la basura y, por consiguiente, nuestro dinero.
Basta con un paso intermedio muy sencillo que consiste en aplicar un poco de mostaza al interior de la tapa del bote. Ésta funcionará como aislante y protector y hará que las bacterias tarden en desarrollarse mucho más de lo que lo harían con normalidad.
¿Qué hacer si has consumido un alimento con moho?
Si por despiste o ignorancia, has conseguido un alimento que tenía moho, probablemente haya sido una pequeña cantidad por la que no habría que alarmarse. En caso de que aparezcan síntomas como náuseas, diarrea y dificultad para respirar, los expertos recomiendan buscar ayuda médica.