Está demostrado que una de las zonas de la casa donde más gérmenes viven la dolce vita es en la cocina. En este ranking gana el baño, pero como también se extrema su limpieza, acaba siendo en la cocina donde se pueden acumular más microorganismos. Dentro de ésta, hay objetos que son como un spa para los microbios y que muchas veces pasan desapercibidos frente a otra suciedad más llamativa pero menos perniciosa.
Nos agobia ver grasa quemada en el horno o una alacena muy desordenada, pero no damos demasiada importancia a un estropajo o un trapo de cocina húmedos. Y ahí es donde cada día los microbios campan a sus anchas.
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A lo largo de su vida útil, tanto los estropajos como los trapos pasan una gran cantidad de tiempo húmedos y, debido al uso para el que están concebidos, están a menudo en contacto con grasas y otros productos orgánicos que les dejan manchas difíciles de eliminar.
En el caso de los primeros, los expertos aconsejan cambiarlos cada dos semanas, aunque visualmente parezca que continúan en buen estado. Ni qué decir tiene que debemos tener estropajos separados para la cocina y el baño.
Con respecto a los trapos, la limpieza debería ser diaria, aunque no tengan manchas visibles y parezca que no están sucios, a mí me gusta darles un repaso todos los días y evito siempre doblarlos si no están perfectamente secos, pues esa humedad concentrada es un caldo de cultivo para bacterias.
Por qué no meto los trapos de cocina en la lavadora
La lavadora me parece uno de los mejores inventos de la historia para ayudar en las tareas domésticas, pero con el tema de los trapos tengo una manía. No me pasa lo mismo con los del baño, pero no soporto que los de la cocina huelan a suavizante.
Por supuesto, tampoco quiero que huelan a humedad o a grasa rancia. Pero sí quiero que estén convenientemente desinfectados y que queden suaves, porque si rascan tengo la impresión de que luego no secan bien.
Lo del olor a suavizante tiene su razón de ser, imaginad lo que puede pasar si se usa un trapo perfumado para envolver la plancha de bizcocho con la que harás un delicioso brazo de gitano o con el que tapas unos panecillos mientras fermentan. Definitivamente, trapos con suavizante no.
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Así pues, los trapos de cocina nunca entran en la lavadora, pero, por suerte, se pueden lavar y desinfectar a mano con dos productos muy fáciles de conseguir.
Por un lado, utilizaremos agua oxigenada (peróxido de hidrógeno), que es un compuesto altamente oxidante con propiedades antisépticas y desinfectantes, tiene capacidad para destruir hongos, virus, esporas y bacterias. Y, por otro, utilizaremos bicarbonato sódico, que es un compuesto alcalino con acción desengrasante. A diferencia de otros limpiadores, esta mezcla no produce decoloración del tejido.
Alerta Cocinillas
El agua oxigenada y el bicarbonato no reaccionan entre sí, por lo que pueden utilizarse juntos sin riesgo. A la hora de mezclar productos químicos siempre es necesario informarse bien antes para estar seguros de que no vamos a generar compuestos que puedan afectar a nuestra salud. No vale sustituir un producto por otro que pensemos que va a ser igual si no sabemos bien lo que estamos haciendo.
Para limpiar los trapos de cocina con agua oxigenada y bicarbonato
El procedimiento a seguir es muy sencillo, si nuestra agua oxigenada está en disolución acuosa, rociamos el trapo con ella insistiendo en las zonas que puedan tener manchas. Si es agua oxigenada en crema -normalmente más concentrada- frotaremos el trapo con una pequeña cantidad como si de jabón se tratara. Dejamos actuar unos 10 minutos y, a continuación, sumergimos el trapo en agua muy caliente con bicarbonato sódico (aproximadamente una cucharada sopera por cada litro de agua) y dejamos en remojo una media hora.
Pasado este tiempo, enjuagamos muy bien el trapo con agua limpia, lo retorcemos a conciencia para escurrirlo lo máximo posible y lo dejamos secar bien estirado en un sitio ventilado.