Hay alimentos que, pese a resultarnos deliciosos, no los comemos tanto como nos gustaría por no tener que lidiar después con el olor que dejan en la cocina. Entre estos, el pescado gana por goleada.

Los aromas de algunos son tan volátiles y perduran tanto en el tiempo que basta con abrir la ventana de la cocina para saber si algún vecino ha cocinado pescado para comer. Alguna disputa vecinal he presenciado por unas sábanas colgadas en el tendal de un piso y unas sardinas asadas en otro. 

Y, justo ahora que comienza el verano, es cuando las sardinas están más ricas y jugosas porque es su temporada. En Cocinillas hemos pensado que es el momento perfecto para contarte los mejores trucos para cocinar pescado en casa, incluso las sardinas, sin que los vecinos te miren regular. Y un sencillo truco viral para dejar un olor riquísimo en la cocina.

¿Por qué el pescado huele "a pescado"?

En realidad, no todos los pescados huelen "a pescado", los que lo hacen, y de manera considerable, son los pescados de agua salada. Y esto ¿por qué es así? En el agua de mar, la concentración de sal es casi tres veces superior a la concentración óptima de los fluidos corporales de los peces, por lo que éstos han evolucionado para poder sobrevivir en el agua salada. 

Lo consiguen acumulando en sus células aminas y aminoácidos. Algunos son realmente sabrosos, como el ácido glutámico en su forma de glutamato monosódico que está presente en los mariscos. Los peces utilizan también una amina que es el óxido de trimetilamina, que no tiene sabor, y urea, que tiene sabor algo salado. Mientras el pescado está vivo o muy fresco, estas sustancias no suponen molestia alguna para nuestras pituitarias.

Cuando el pescado muere, el óxido de trimetilamina, que tanto bien la hacía al pescado para vivir en el agua, se convierte en trimetilamina a secas, que huele fatal, y la urea se convierte en amoníaco, que tampoco es, precisamente, perfume francés. Por eso, los desperdicios del pescado huelen fatal.

Los pescados de agua dulce, en cambio, como no tienen que lidiar con la salinidad del agua, casi no tienen estas aminas, por lo que, incluso sin estar muy frescos, apenas huelen fuerte.

Y ¿por qué el pescado huele al cocinarlo aunque esté muy fresco? Porque al aplicar calor, algunos fragmentos de los ácidos grasos reaccionan con el óxido de trimetilamina produciendo la indeseable trimetilamina y haciendo que toda la cocina huela intensamente a pescado.

Cómo evitar el olor a pescado

La trimetilamina que empieza a producirse en la superficie del pescado justo después de su captura se puede retirar simplemente lavando el pescado con agua fría, el lavado es mucho más eficiente si se realiza añadiendo algún ingrediente ácido al agua como vinagre o zumo de limón. Si habéis comido alguna vez boquerones en vinagre, ya habréis comprobado que apenas huelen a pescado.

A la hora de cocinarlo, los mejores trucos para que el olor no se disperse por toda la cocina (y por la del vecino si tienes la ventana abierta) es utilizar alguna barrera que impida que las sustancias volátiles campen a sus anchas. Hay varias formas de hacerlo, podemos cocinar el pescado a baja temperatura en bolsas de vacío, podemos cocinarlo sumergido en un líquido o podemos cocinarlo en papillote, esto es, envuelto en un pequeño paquete de papel de horno.

Los estuches de cocción de silicona dan un resultado similar al papillote, pero el papel de horno tiene la ventaja de que podemos utilizarlo incluso para cocinar pescado en una sartén y, además, nos ayudará a evitar que se pegue o se rompa.

Un truco viral para que no quede ni rastro de olor después de cocinar

Para que no quede ningún tipo de olor en la cocina después de cocinar ya sea pescado o cualquier otro alimento de olor fuerte, como pueden ser algunas verduras, lo primero será tirar todos los desperdicios a un cubo de basura que cierre lo más herméticamente posible, esto también evitará la proliferación de moscas y otros insectos.

Además, para que quede un olor agradable en la cocina, la tiktoker @aly_deco_home propone un truco casero muy sencillo de llevar a cabo, consiste en poner al fuego una olla con agua, rodajas de limón, una ramita de romero, palos de canela, clavos de olor y un poco de esencia de vainilla. Los vapores de esta mezcla dejarán un aroma dulce sin necesidad de usar ambientadores químicos.