Una cocina con electrodomésticos de acero inoxidable

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Adiós a las huellas: el truco para recuperar el brillo de los electrodomésticos de acero sin usar tóxicos

Solo necesitas una bayeta de microfibra que no suelte pelusas y un ingrediente que seguro que tienes en la despensa.

3 septiembre, 2024 07:00

Hace tiempo que los electrodomésticos de acero inoxidable son tendencia. Su gran durabilidad y su estilo neutro y elegante hacen que combinen con muchos estilos decorativos y sean la elección de muchas personas para sus cocinas.

A diferencia de los electrodomésticos blancos que han sido habituales durante las últimas décadas, los electrodomésticos de acero envejecen mejor, pues no hay que lidiar con las temidas manchas amarillas que dan un aspecto ajado a los aparatos.

Otras de las ventajas de los electrodomésticos con superficies de acero es que son fáciles de limpiar y no requieren cuidados muy especiales. Al tratarse de un material no poroso, es menos propenso a acumular bacterias y residuos, lo cual es esencial para electrodomésticos de cocina.

Características del acero para electrodomésticos

Los aceros que se emplean en la fabricación de electrodomésticos como puertas de neveras, hornos o lavavajillas son tipos específicos de acero inoxidable que están diseñados para tener una elevada resistencia a la corrosión y ofrecer una apariencia estética cuidada, pues deben ser capaces de resistir el uso diario en ambientes donde van a estar expuestos a humos, vapores, grasa...

Los aceros elegidos para estos aparatos son aceros austeníticos, concretamente, aceros de la serie 300, como el acero 304, que es el más utilizado. Estos aceros contienen una elevada proporción de cromo y níquel, que aumentan la resistencia a la corrosión (cromo) y mejoran la ductilidad y durabilidad del metal (níquel).

Gracias a la adición de cromo, los aceros 304, forman una capa de óxido de cromo en su superficie que protege al acero de la corrosión incluso en ambientes húmedos como las cocinas. A nivel estético, permite varios acabados, pudiendo ser brillante, satinado o cepillado, lo que lo convierte en el material más utilizado para electrodomésticos de gama alta. 

Nada tienen que ver estos aceros con los empleados, por ejemplo, en la fabricación de cuchillos, que son aceros martensíticos, como el 420 o el 440 que, además, contienen menos cromo, pero más carbono. Esto los hace más sensibles a la corrosión y menos flexibles, pero, a cambio, son más duros y resistentes al desgaste, algo que es imprescindible para mantener los filos afilados.

Cómo eliminar las huellas en las superficies de acero

Aunque la limpieza de los electrodomésticos de acero resulta sencilla y puede hacerse con cualquier quitagrasas genérico o cualquier otro limpiador alcalino, hay un pequeño detalle que a muchos les resulta un quebradero de cabeza y son las huellas de nuestros propios dedos que, sin comprometer la durabilidad de la superficie, opacan el brillo del material y resultan antiestéticas.

En el mercado existen todo tipo de productos para limpieza de los aceros como piedras de arcilla blanca sólidas o en crema o, incluso, aceites especiales. Pero también existen opciones mucho más simples y económicas para eliminar las huellas y recuperar el brillo, como la harina. Sí, con un poco de harina de trigo podemos dejar las superficies de acero ultrabrillantes.

La harina está compuesta por partículas finísimas que actúan como un abrasivo suave cuando se frotan sobre la superficie del acero inoxidable. Estas partículas ayudan a eliminar pequeñas manchas, huellas dactilares y residuos superficiales sin rayar ni dañar el material.

Al frotar la harina sobre el acero, las partículas actúan desprendiendo suavemente la suciedad adherida, dejando la superficie más limpia. Pero, a la vez, debido a la finura de las partículas de harina, se trata de un método seguro que no es abrasivo en exceso por lo que no provoca daños o rayaduras en la superficie.

Un abrillantador muy eficiente y ecológico

Además de desprender la suciedad, la harina es un material muy absorbente, por lo que es capaz de retener la película oleaginosa que dejan nuestros dedos en forma de huellas, así como cualquier atisbo de humedad.

Además de dejar la superficie libre de residuos, al frotar la harina sobre el acero inoxidable con movimientos circulares y utilizando un paño suave, se realiza un proceso de pulido que ayuda a devolver el brillo natural del metal.

Aparte de su efectividad, otra importante ventaja de emplear harina para restaurar el brillo del acero es que, al no tratarse de un producto químico tóxico, este método es seguro para su uso en superficies que están en contacto con alimentos, como encimeras y utensilios de cocina. Además, se minimiza el impacto ambiental asociado con los productos de limpieza comerciales, promoviendo prácticas de limpieza más ecológicas.

Cómo limpiar las huellas y recuperar el brillo con acero

Si la superficie a tratar estuviese muy sucia, antes tendremos que hacer una limpieza con un quitagrasas o con un limpiador específico, pues este truco lo usaremos para dar el acabado final dejando la superficie muy brillante y sin huellas.

Necesitaremos harina y un trapo suave, por ejemplo, de microfibra. Cuando lo que vayamos a limpiar sea una superficie horizontal, como podría ser una encimera de acero, espolvorearemos una pequeña cantidad de harina sobre la superficie de acero inoxidable. No es necesario usar mucha, solo una capa fina.

A continuación, frotaremos la harina sobre la superficie con movimientos circulares. Una vez que el acero se vea limpio y brillante, retiraremos la harina con el mismo paño o con otro paño limpio y seco.

Si lo que queremos limpiar es una superficie vertical, no podremos espolvorear harina porque, obviamente, se nos caería. En este caso, lo que haremos será poner una pequeña cantidad de harina sobre el trapo de microfibra y, a continuación, doblaremos el trapo para que la harina quede en su interior como si fuera una almohadilla.

Usaremos esta almohadilla como si fuera una borla, frotando la superficie con movimientos circulares y dando toquecitos para que pueda salir parte de la harina. Finalmente, pasamos un trapo limpio para terminar de abrillantar y retirar cualquier residuo de harina que hubiera podido quedar.