Con el jabón de lavar los platos nos pasa como con la pasta de dientes, tenemos grabados a fuego los anuncios y, de la misma manera que, inconscientemente, pensamos que hacen falta tres centímetros de pasta de dientes para cubrir todo el cepillo, tenemos asumido que, para fregar los platos a mano, hay que echar un buen chorro de jabón sobre el estropajo. Y ni una cosa ni la otra.
Echar el jabón líquido con el que vamos a lavar los platos sobre el estropajo que usamos para hacerlo no es la mejor idea por varias razones. La primera es que vamos a gastar más jabón del necesario y, por lo tanto, más dinero, la segunda es que vamos a necesitar más agua y más tiempo para retirar el exceso de jabón de los platos y, al final, también del estropajo cuando terminemos de fregar.
Existe una forma mucho más eficiente de utilizar el jabón para los platos que hará que el bote nos dure varias semanas más, a la vez que el consumo de agua es menor como también lo es el tiempo que necesitamos para fregar los platos.
Hay que tener en cuenta que los jabones para lavar la vajilla que se comercializan en la actualidad son altamente concentrados y con solo una pequeña cantidad es posible lavar muchos platos y utensilios, algo que no se consigue si echamos el jabón directamente sobre el estropajo.
El método más rápido y eficiente para fregar los platos
Es algo muy sencillo, basta con olvidarse de echar un chorro de jabón en el estropajo y usar esa cantidad de jabón para preparar una solución jabonosa que nos servirá para limpiar un mayor número de platos.
Para ello, llenaremos un recipiente con agua caliente, lo ideal es usar un tupper de más o menos un litro de capacidad, y añadiremos una pequeña cantidad de jabón, entre media y una cucharada, dependiendo de lo concentrado que sea el producto. Mezclamos bien hasta tener un agua jabonosa.
Una vez que tenemos nuestra mezcla de agua y jabón lista para lavar los platos, ya podemos ponernos a limpiar. Sumergimos la esponja o estropajo en la mezcla de agua y jabón. Al mojarse, la esponja absorberá la solución jabonosa, y así podremos usarla para fregar los platos sin necesidad de aplicar el detergente directamente sobre el estropajo.
A continuación, frotamos los utensilios con el estropajo, asegurándonos de que la solución se distribuya bien por toda la superficie, incluyendo los posibles recovecos. Si el estropajo o la esponja empiezan a perder espuma, los mojamos de nuevo en el agua con jabón.
Si tenemos una gran cantidad de platos por fregar y vemos que, cuando ya llevamos unos cuantos, el agua se ha ensuciado demasiado o ha perdido su capacidad espumante, podemos cambiarla por una nueva mezcla. Esto es importante para que la limpieza siga siendo efectiva, especialmente si estamos lavando platos muy grasientos.
Ventajas de no echar jabón sobre el estropajo
- Ahorramos jabón. Al diluir el detergente, usamos menos cantidad en comparación con aplicar directamente sobre el estropajo, lo que evita el desperdicio y reduce el consumo de productos químicos.
- El jabón se distribuye mejor. La mezcla con agua permite que el jabón se distribuya mejor por toda la esponja, asegurando que cada parte del plato reciba una cantidad suficiente de detergente.
- Ahorramos agua. Al no utilizar jabón en exceso, es menor la cantidad de espuma que se genera, por lo tanto, se necesita menos agua para el aclarado.
- Ahorramos tiempo. Al ser más breve el aclarado, el tiempo total que necesitamos para fregar todos los platos también se reduce.
Esta es la técnica más efectiva para limpiar a mano los platos y los utensilios que no tienen suciedad incrustada o reseca, pues en ese caso, puede ser necesario un remojo previo antes de proceder a su lavado utilizando este truco.
Si tenemos ollas o sartenes muy sucias, puede ser necesaria la aplicación directa de algún producto quitagrasas sobre la zona a limpiar, especialmente, si hay grasa incrustada o requemada.
El método a seguir para fregar los platos a mano
Sabiendo ya que preparar una mezcla de agua jabonosa es lo más eficiente a la hora de fregar los platos, a continuación, te dejamos una serie de consejos para realizar el proceso de forma eficiente y ahorrando tiempo y esfuerzo.
Puede parecer un detalle sin importancia, pero seguir un orden puede ayudarnos a ahorrar tiempo a la hora de limpiar la vajilla.
Antes de comenzar la limpieza, retiraremos los restos de comida. Para ello, podemos aprovechar las servilletas de papel usadas, que nos servirán para retirar parte de la suciedad del plato. Ya libres de restos, agruparemos los utensilios por tipos para lavarlos en el siguiente orden:
- Vasos y copas. Son los elementos cuya limpieza es más sencilla, pues no tienen grasa y no nos van a ensuciar el agua jabonosa.
- Cubiertos. Nos aseguraremos de limpiar bien entre los dientes de los tenedores y, cuando sea el caso, en la unión entre el mango y el cuerpo del cubierto.
- Platos. Dejaremos los más sucios y grasientos para el final.
- Bandejas de horno, ollas y sartenes. Son las piezas que siempre tienen más grasa e incrustaciones que nos van a ensuciar el estropajo y el agua con jabón.
Una vez lavados y enjuagados los platos, podemos dejarlos secar al aire libre en un escurridor o secarlos con un trapo limpio que no suelte pelusas.
Para terminar con la limpieza, limpiamos el fregadero y el estropajo, asegurándonos de eliminar cualquier resto de jabón o de grasa.