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Sin lugar a dudas, los mejores resultados a la hora de preparar cualquier receta es apostar por género fresco, aunque no siempre se puede tener acceso o presupuesto para acceder a determinados productos. Esto cobra aún mayor importancia cuando hablamos de mariscos, que llegan a alcanzar importes que están fuera del alcance de muchos consumidores.

Es por ello por lo que es muy habitual que se recurra a las gambas congeladas, así como a otros crustáceos similares como los langostinos. Pese a que sean congelados, esto no quiere decir que no puedan ofrecer la calidad necesaria para disfrutar de un plato exquisito.

Aunque es una realidad que el marisco congelado se va a comportar peor en la cocina que el producto fresco, hay un sencillo truco con el que cocinar gambas congeladas y que parezcan frescas. Además, este consejo se puede aplicar en recetas muy diversas, que van desde las gambas en gabardina hasta las brochetas de gambas, pasando por las clásicas gambas al ajillo.

Es usual que se recomiende que los pescados y mariscos se descongelen en la nevera, pero en el caso de las gambas existe la posibilidad de descongelarlas en el fregadero, siempre y cuando se vayan a cocinar de forma inmediata. Por esta razón, será suficiente con colocar las gambas congeladas bajo un chorro de agua fría durante 3-4 minutos para que se descongelen, mientras se frotan unas con otras.

Tras ponerlas sobre un chino o colador, se conseguirá que se pierdan todos los trocitos de escarcha que pueda contener, para posteriormente limitarse a secarlas bien y salarlas. Hay que ser generoso a la hora de masajear las gambas con la sal, de manera que además de sazonarse puedan recuperar firmeza y textura, consiguiendo de esta forma un resultado más jugoso.

Hecho esto, habrá que eliminar el exceso de sal que haya podido quedar en las gambas, para nuevamente secarlas usando un poco de papel de cocina o trapo si se van a asar o saltear. Si llevan un exceso de agua a la cocción, tenderán a cocinarse al vapor, lo que perjudicará al resultado final.

Para finalizar, es importante no sobrecocinar las gambas congeladas. El punto correcto de cocción de una gamba descongelada que no estuviera cocinada es cuando adquiere tonos más opacos. Si se excede en el cocinado, es muy posible que no tengan ese resultado jugoso que se les presupone, convirtiéndose en un producto más firme y seco, y menos agradables para el paladar.

Gambas congeladas y peladas

Los amantes del marisco habitualmente se dejan conquistar por las gambas, un producto que se puede encontrar congelado y pelado en el mercado, y que se convierte en una forma sencilla de poder disfrutar del alimento. Son una opción interesante para tener en el congelador y poder recurrir a ellas en cualquier momento.

Las gambas peladas y congeladas son un tipo de marisco que se puede encontrar en prácticamente cualquier tienda de alimentos congelados o supermercados, siendo muy convenientes por distintos motivos. Para empezar, no hay que preocuparse por pelar y limpiar las gambas, lo que ahorra en tiempo y esfuerzo, además de que tienen una vida útil más larga que las gambas frescas, por lo que podrás tenerlas a mano para cualquier momento. Además, son más económicas y se pueden cocinar de múltiples formas, así como para acompañar pescados, arroces, pastas…

Los beneficios de las gambas para la salud

Ya sean frescas o congeladas, las gambas se pueden cocinar y consumir de una infinidad de formas diferentes, siendo las más habituales al horno, a la sartén o a la plancha, siendo importante que, independientemente de la opción elegida, las gambas congeladas se deben descongelar perfectamente antes de utilizarlas.

Más allá de la gran versatilidad que ofrecen en la cocina, las gambas poseen excelentes propiedades que se traducen en grandes beneficios para la salud. Al igual que sucede con otros mariscos, son una gran fuente de proteínas de calidad, además de contar con una baja densidad calórica, con un 80% de agua.

Las gambas poseen un alto contenido de ácidos grasos Omega-3, siendo además ricas en otros micronutrientes como el yodo, potasio, calcio, hierro, magnesio y sodio. También contienen un alto valor en vitaminas, sobre todo E y D, que son potentes antioxidantes.

El consumo de gamas lleva asociados diferentes beneficios interesantes para la salud por sus propiedades, contribuyendo a prevenir enfermedades cardiovasculares, al cuidar del corazón y favoreciendo su buen funcionamiento gracias a su bajo aporte de calorías y grasas saturadas, además de contar con micronutrientes que ayudan a la mejora de la regulación arterial y el ritmo cardíaco.

Sus propiedades antioxidantes hacen que sean un aliado para evitar el envejecimiento prematuro, fortaleciendo el pelo, las uñas y la piel, gracias también a su contenido en vitaminas. Por su aporte en proteínas de alta calidad son una opción saludable para quienes necesitan un mayor ingreso de estas, al igual que también lo son para todos aquellos que tratan de controlar su consumo de grasas y calorías, especialmente en casos de control de peso o adelgazamiento.

A todo lo anterior hay que sumar que son una buena fuente de vitamina B12, que es fundamental para mejorar la salud del sistema nervioso y la producción de glóbulos rojos, y que, al ser un alimento rico en yodo, puede ayudar a quienes padecen de hipotiroidismo o para prevenir su desarrollo cuando se tiene una predisposición genética a este trastorno.