La lasaña es uno de los platos italianos más populares y también de los más agradecidos a la hora de cocinar. A diferencia de otros platos de pasta, la lasaña congela fenomenal y siempre merece la pena hacer una de grandes dimensiones para dejarle a nuestro yo del futuro unas cuantas raciones ya listas para consumir.
En esencia, cocinar lasaña no es difícil, puede ser algo laborioso porque tenemos que preparar el relleno y la bechamel, pero ninguna de estas preparaciones supone un trabajo excesivo. Aun así, hay un pequeño paso que a muchos se nos atasca. Curiosamente el único que viene explicado en las instrucciones de los paquetes de placas de pasta para hacer lasaña y canelones.
A quién no le ha pasado que, al seguir los pasos que se indican en el paquete, se ha encontrado con las placas hidratadas y pegadas entre sí, de manera que, al intentar separarlas, se han roto y ha tenido que montar cada una de las capas sobre el relleno como si fueran las piezas de un puzzle. Algo que se multiplica cuando queremos hacer una lasaña muy grande y tenemos que hidratar muchas placas.
Cómo hidratar fácilmente las placas de lasaña
Lo que he podido observar en todos los años que llevo cocinando es que el hecho de que las placas de lasañas se peguen unas a otras no es algo que dependa de la marca, es algo que les pasa a todas.
También puedo decir que los tiempos de hidratación que se indican son orientativos y que pueden hidratarse, perfectamente, en agua tibia o incluso a la temperatura que sale del grifo. Pero si las placas se superponen, se pegan unas a otras y es casi imposible no romperlas cuando las intentamos separar.
Tampoco es imposible hacer una lasaña si se nos rompen las placas al hidratarlas y tenemos que recomponerlas cual puzzle, como diría mi abuela, más se nos van a romper en la barriga. Pero también hay algunas cosas que se pueden hacer para que las placas de lasaña no se rompan.
La primera solución y la más intuitiva es sumergir las placas en una fuente o bandeja que sea lo suficientemente grande como para que no queden superpuestas. Perfecto si tenemos que hidratar pocas placas y tenemos una bandeja adecuada, pero no siempre será el caso.
La segunda solución, cuando es imposible no superponer las placas de pasta, es engrasar éstas pintándolas con aceite antes de sumergirlas. El método es bastante efectivo y, aunque se puede formar alguna grieta en alguna zona por la que haya pasado la brocha, el resultado es bueno y las láminas se separan con facilidad.
La tercera solución, que da un resultado perfecto porque evita superponer las placas aunque sean muchas las que tenemos que hidratar en un espacio muy pequeño, consiste en separarlas con trozos de papel film. El método se puede ver explicado paso a paso con fotografías en este enlace. Este es el mejor truco que he probado para evitar que se peguen las placas.
El truco de no hidratar las placas
Cuando dejamos las láminas de pasta en agua caliente para hidratarlas, en cierta manera, lo que estamos haciendo es cocerlas. De hecho, hay marcas en las que en las instrucciones se indica que se cuezan en agua abundante con sal.
Una vez hidratadas, las placas de lasaña se intercalan con el relleno, se cubren de salsa y se hornea la lasaña para que las placas se calienten y el queso se funda y se gratine. Pero también podríamos cocer esas láminas de pasta dentro del relleno. Esto es algo muy sencillo si usamos láminas de pasta fresca bien compradas o bien hechas por nosotros mismos.
Si son placas de lasaña secas, entonces, necesitaremos un relleno algo más jugoso, para que la pasta pueda absorber ese líquido y un mayor tiempo de cocción en el horno. Esta solución, sin duda, es la más cómoda a nivel operativo, pues nos ahorra el paso del remojo, pero, a cambio, exige un mayor gasto de energía al necesitar más tiempo en el horno.
A medio camino, estaría lo que se conoce como la "lasaña en una sola sartén", un invento que se aleja de la lasaña italiana y que consiste en introducir las placas secas de lasaña en la sartén con el relleno cuando aún tiene bastante líquido y esperar a que se cuezan como si fueran cualquier otra pasta. Haciéndolo así, el resultado será una lasaña algo deconstruida, pero también muy rica.
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