Si existiera un Tinder de la comida, los pobres higaditos encebollados lo tendrían chunguísimo. Nadie le daría un triste like por feos poco interesantes, pero oh, qué sorpresa se llevaría quien le diese la oportunidad de conocerlos en persona, y brindar con ellos con un brut nature bien frío.
Y es que los higaditos encebollados son poco fotogénicos, pero luego están bien buenos.
También lo tendrían crudo las morcillas. Mira que están buenas las tías, pero no se saben arreglar para la foto. Si salen embutidas, tienen un aspecto raro, raro, raro. Y si se deshacen de su faja y se liberan, tampoco mejora la cosa. En foto, claro, porque luego se te planta delante una morcilla con picatostes, con su buen pan de pueblo, y cómo decirle que no.
Otras que tampoco tendrían una agenda ajetreada en el gastrotinder serían las carrilleras. Pobres mías, con lo tiernas que son y lo poco que las quiere la cámara.
En realidad, todo lo que sea comida marrón liga poco en foto. Así que ahí va mi reconocimiento a la crema de cacao y postres de chocolate en general, que a pesar de tener ese aspecto que entra regular por los ojos, hasta en imagen consiguen quitarnos todos los remilgos.
Más fotogenia tiene un cocido madrileño. Pones una foto de cocido en tus redes sociales y empieza a desfilar el personal pidiéndote una cita. O un táper, más bien. Al menos el cocido no engaña: es fotogénico, con sus colorines de la zanahoria, el chorizo y las formas redondas de los garbanzos; el pálido de la patata, la carne de ave y la col cocida y su contraste de negro y amarillo de la morcilla y la sopa. Y además de guapo, el jodido muchacho es rico.
Las cremas de calabaza también tendrían su público. Ese naranja vistoso no necesita ni filtro en foto ni virguería para cocinarla. Y, como dijo Joaquín Palazuelos la crema de calabaza asada con jengibre y curry, quita el frío y alegra el alma.
Los que quedan fenomenal en todas las fotos son los platos que llevan aguacate. No entiendo el furor de los aguacates, la verdad. En el Tinder gastronómico son un tío mazas sin camiseta: una alegría para los ojos, sí, pero enseguida descubres que necesita a sus amigos para ser gracioso. Porque, seamos realistas, ahora nos hemos acostumbrado al sabor de un aguacate solo, pero a ver, ¡que es una fruta! ¿Tú has visto una fruta más sosa? Una fruta ni dulce, ni salada, ni ácida. Los aguacates en pandillita son los guay, los que quedan bien en la foto, los que ligan siempre, pero ¿solos? Un aguacate solo es un saborío.
Las frutas, especialmente las rojas, quedan rebién. Lo petarían en Tinder. Ahí con su rojo subido. Sexis y voluptuosas. Pero, sin duda, el rey de reyes de la fotogenia es un huevo frito. Con su puntillita. Con su aceitito por encima. Con esa yema líquida, desparramada por el plato.
Like, like, like. Superlike.