Leo “nuevo reto viral” y mi cerebro traduce “tonto a la vista”. Así que cuando eso pasa, cuando hay un “tonto a la vista” anunciando su estupidez con esos neones que son los hashtags, lo que hago es seguir con mi vida y no echarle cuentas.
Sin embargo, a veces hay que hacer excepciones y detenerse a ver qué es lo que hay detrás de eso que crees que no te interesa. ¿Y si estás equivocada? ¿Y si esta vez este reto viral te aporta algo más que desear con toda tu alma un meteorito? Vamos allá. Y allá que he ido a ver el nuevo reto viral de TikTok, el #FrozenHoney. La cosa es básicamente tal como suena: Congelas una botella llena de miel y te la comes.
Sabiendo que hemos atravesado páramos peores, como cuando a la gente le dio por ingerir cápsulas de detergente o cactus en llamas y apagar su ardor bebiendo cerveza de una zapatilla, la verdad es que comer miel congelada no es lo peor que podrían hacer estas lumbreras de la internet.
Congelar miel en una botella de plástico y luego comérsela, como idea se me queda coja. Se me ocurren cosas más ricas que comer en verano, pero no parece que la miel congelada sea nada horrible. La cosa cambia cuando echas un vistazo a esos vídeos. Angustia. La miel se queda como un caramelo masticable y entonces ocurre la magia: si tonto es mi primo, pues yo no me quiero quedar atrás. Y ahí andan los pobres míos jalándose medio kilo de miel de una sentada. A ver quién come más.
La verdad es que no le daría más importancia a esto. Cerraría TikTok y ya, pero hay algo que acompaña a esta afición absurda a comer cosas no comestibles o en cantidades que sabes que te van a sentar mal que me fascina: siempre hay una parte de la ciencia que se preocupa por ellos. No falla. Son las madres advirtiendo al niño que, si intenta conducir la bici sin pies y sin manos, también la conducirá sin dientes.
¿Que hay gente que come cactus en llamas? Ahí estarán los doctores del aparato digestivo diciendo que eso es malísimo para el cuerpo. ¿Que a la muchachada le da por empapar tampones en vodka y e introducírselo por vía rectal? No faltarán los gastroenterólogos advirtiendo del peligro. Así que en esto de comerse un cubo de miel no ha sido menos. “El peligroso riesgo del reto de comer miel congelada”. Y los dentistas —que a juzgar por sus tarifas cuando tú vas a hacerte un empaste, su tiempo es oro— echando ahí gratuitamente sus buenos minutos en decirles a estos memos que comerse un kilo de miel congelada de una sentada es fatal para los dientes y les dará dolor de estómago.
Creo que deberíamos hacer un cambio de actitud, un reto, si eso nos gusta más. Pasar de ellos. Y esto lo dejo escrito aquí como recordatorio también para mí, que estoy cayendo en la contradicción al haberles dedicado esta columna. Cuando veamos a gente haciendo este tipo de retos, ignorémosla. Tomémoslo como un meteorito selectivo. Que pase lo que tenga que pasar. Se llama selección natural.