A pesar de que las altas temperaturas se empeñen en quedarse, ya es otoño, y con el otoño llega uno de los manjares que no solo alegra paladares sino que también nos hace pasar buenos ratos en compañía. Yo no pude reprimirme y, a pesar de que ya se auguraban malos resultados por la falta de lluvias que estamos teniendo en Cataluña, me lancé cesto en mano a la caza de las apreciadas setas.

Ingredientes

  • Huevos de oronja (también podemos usar las setas ya abiertas, pero los huevos suelen ser mucho más tiernos y sabrosos, por lo que son más adecuados para comer en crudo)
  • Aceite de oliva virgen
  • Queso parmesano
  • Sal
  • Pimienta negra molida

Y si algo hizo que no pudiera esperar unos días más es el hecho de que la primera de las setas que suele sacar la cabeza al principio de la temporada es, sin duda, mi favorita: la oronja, de nombre científico Amanita Caesarea o, como las llamamos en mi tierra, el reig o ou de reig. También las habréis oído nombrar como huevo de oronja, y es que su gran particularidad es que, al nacer, están envueltas de una volva blanca que se va rompiendo a medida que la seta crece, dejando salir de su interior el sombrero de un color anaranjado. Osea que, a simple vista, parece que hayan plantado un huevo duro en medio del bosque, lo cual ha dado lugar a su nombre común. Concretamente, se llama “huevo” a aquellas oronjas que todavía están en proceso de crecimiento, mientras que a las que ya muestran el sombrero entero, el pie y su pequeño anillo amarillo, son llamadas oronjas a secas.

Fotografía de Cesta y Setas

Este tipo de seta nace con temperaturas no demasiado frías, por eso podemos encontrarlo a finales de verano si tenemos la suerte de que ha llovido lo suficiente. Llegado el frío de noviembre ya podemos despedirnos de la oronja hasta la próxima temporada. Además, nace en terrenos bastante limpios habitados por robles o encinas, por lo que buscarla es bastante ameno y no solo apto para cabras montesas.

Podemos cocinarlas de muchas formas pero, para mi gusto, la oronja es la seta estrella para la elaboración de un buen carpaccio. Si bien también podemos hacer carpaccio de hongos o hasta de champiñones, en mi opinión no hay ninguna seta que supere el sabor que nos da la oronja cruda. Os dejo la receta que, como veréis, es de lo más sencilla. Aquí lo más difícil es encontrar la materia prima, y aunque siempre nos quedará el mercado, ¡no hay mayor satisfacción que disfrutar de un manjar recogido y cocinado por nosotros mismos!

Por cierto, no voy a poner cantidades, puesto que podéis servirlo a modo de aperitivo a compartir en medio de la mesa o bien convertirlo en un primer plato, para lo que necesitaréis una mayor cantidad de huevos de oronja. Simplemente, tened en cuenta que de un huevo se puede llenar ¼ de la superficie de un plato mediano aproximadamente.

Preparación

Quitamos la volva blanca que envuelve el huevo de oronja con cuidado para no romper el pequeño pie que esconde dentro y lavar. Con un cuchillo, retirar la fina capa de piel que cubre la seta y separar los pies del sombrero.

En el plato llano donde vamos a servir el carpaccio, echar un poco de sal, pimienta y aceite de oliva en el fondo. Filetear los huevos de oronja muy finos y colocar en círculo en el plato. Cortar pequeño los pies y repartir también en el plato para no desaprovecharlos. Repetir el proceso de sazonado con sal, pimienta y aceite por encima del carpaccio, rallar un poco de parmesano y servir. Al contrario que otros carpaccios en los que se deja macerar un tiempo, no recomiendo hacerlo en este caso, puesto que la seta quedará mojada.

Variación: En aquellos días en los que la suerte no acompaña y he regresado a casa con un mísero huevo de oronja, he preparado primero un carpaccio de ternera y he fileteado luego la oronja por encima, sazonándolo con los mismos ingredientes que antes. ¡La mezcla da un resultado delicioso!