Se llama viticultura heroica y consiste básicamente en cultivar viñedo allí donde parece imposible hacerlo. El término se refiere a unas condiciones del terreno que complican especialmente el trabajo con las cepas y que hacen que viticultores y bodegueros desafíen al vértigo desde los bancales.
En toda Europa, sólo el 5% del viñedo cumple con estas características. Un organismo internacional vela por este tipo de cultivo. Se trata del CERVIM, el Centro de Investigación, Estudio, Salvaguarda, Coordinación y Valorización de la Viticultura de Montaña. Un centro fundado específicamente para valorar y salvaguardar la viticultura heroica.
Para poder hablar de viticultura heroica, las viñas tienen que cumplir alguno de estos requisitos: un terreno con más del 30% de desnivel, una altitud superior a 500 metros sobre el nivel del mar, que sean viñedos en terrazas o procedentes de pequeñas islas. En definitiva, se trata de viñedos que comparten una característica común: una orografía que no permite la mecanización.
Las viñas situadas en fuertes pendientes hacen la mecanización del trabajo muy difícil. De este modo, la recogida y cultivo de la uva son fruto de un gran esfuerzo realizado por parte de los viticultores. Lo mismo ocurre en pequeñas islas, por ejemplo.
También podemos encontrarnos con parcelas de poca superficie, a veces fraccionadas y frecuentemente organizadas en terrazas. En muchos de estos casos, es necesario realizar elevadas inversiones para garantizar la modernización de los cultivos. Hay diferentes puntos de España y Europa donde es posible encontrar estas condiciones para el cultivo de la vid.
La viticultura heroica de la Ribeira Sacra
En España, la Ribeira Sacra es un ejemplo paradigmático. La distribución del viñedo en terrazas o bancales para salvar la pendiente del terreno puede llegar en esta zona al 100%, lo que a todas luces hace imposible la mecanización.
A excepción de carriles puntuales en algunas viñas para trasladar cajas en vendimia, todo el trabajo lo hacen las manos, los brazos y las espaldas de los viticultores y bodegueros. Moverse entre las cepas es todo un ejercicio de acrobacia durante la vendimia, cuando esta viticultura heroica alcanza todo su apogeo.
Las ‘llicorelles’ del Priorat
También en España, el Priorat forma parte de la lista de denominaciones en las que se practica esa viticultura heroica. El Priorat cuenta con una particular geografía, en la que la viña se cultiva en ‘costers’ de pendientes tan pronunciadas que llevan, en algunos casos, a construir terrazas.
En Priorat, el vino crece en montañas con suaves cumbres a unas laderas con pendientes impracticables. Unos terrenos relativamente ácidos, con un bajo contenido de materia orgánica, formados mayoritariamente por pizarras.
Reciben el nombre de ‘llicorelles’, unas piedras planas y quebradizas de color oscuro entre las que penetran las raíces de las cepas en búsqueda del agua y los nutrientes. A estos suelos se les atribuye una de las principales virtudes de los vinos del Priorat.
Fruto del suelo y el clima tan peculiares, la cepa sufre de manera intensa y, como consecuencia, se registran unas vendimias más bien escasas. Los rendimientos de uva son muy bajos y no superan la cifra de un kilo por viña de media. Y de todo ese trabajo nace un vino de personalidad muy singular.
Lanzarote, el vino del volcán
Los vinos de Canarias también forman parte de esta lista. Es el caso, por ejemplo, de los malvasía de Lanzarote, la última isla del archipiélago en la que surgió la viticultura. Fue por la sencilla razón de que no se daban las condiciones apropiadas para este cultivo. No en vano, la pluviometría media de la isla es de 150 litros al año, con vientos alisios bastante frecuentes.
Pero tras las últimas erupciones que tuvieron lugar entre 1730 y 1736, parte de la isla quedó cubierta de “rofe” o ceniza volcánica con diferente espesor. Los agricultores se dieron cuenta de que permitía conservar la humedad y empezaron a plantar viñas.
Hoy es sin duda uno de los viñedos más singulares de España. Necesitan de un mantenimiento constante, manual y también heroico. Hay viñas enterradas en hoyos en forma de embudos y otras protegidas de los vientos por muros semicirculares de piedra que exigen cuidados todo el año.
Otros viñedos heroicos en Europa
En Francia, una de las zonas que cumple estas características es Banyuls, la zona colindante a la Costa Brava. Situados en una zona de transición entre los Pirineos y el Mediterráneo. Al igual que en la Ribeira Sacra, las cepas se cultivan sobre bancales en laderas de pronunciadas pendientes.
En Alemania, la zona de Mosela, en las laderas del río homónimo, es tierra de viticultores heroicos. Es una región límite para el cultivo de la vid en cuanto al clima. De hecho, de la acción de esos viticultores depende la idónea maduración de la uva.
El agricultor deberá combinar la ubicación, en escarpadas y guarecidas laderas, así como la exposición solar más óptima o la proximidad a las corrientes fluviales para atemperar las oscilaciones entre las temperaturas diurnas y nocturnas.
En Italia, se suma a esta lista el Valle de Aosta, donde se encuentran los viñedos más altos de Europa. Este valle alpino italiano tiene una tradición milenaria del vino. La viña llegaron a abandonarse progresivamente hasta llegar a las 500 hectáreas en 2000, un año que marcó el comienzo de una tendencia contraria, la puesta en valor de la viticultura heroica.