- Total: 1 h
- Comensales: 6 - 8
Esta no es una receta de dieta, ni light, ni ligera, ni apta para operación bikini. Esta es una receta para golosos que quieren merendar o desayunar con rico bizcocho marmolado, con una buena cantidad de mantequilla y una suavidad que quita el sentido. Este bizcocho es pura tentación, y llevaba mucho tiempo resistiéndome a hacerlo.
Ingredientes
- 200 g de mantequilla o margarina en pomada
- 200 g de azúcar
- 1 cucharadita de azúcar vainillado
- 250 g de harina
- 15 g de cacao puro en polvo
- 4 huevos
- 1 pizca de sal
- 1 sobre de levadura Royal
Pero al final he caído, he picado y con la excusa más tonta de no tener nada para desayunar (cosa que no era verdad del todo) me dije: ¡es la ocasión perfecta para hacerlo!. A mi favor diré que he compartido semejante delicia con todo el mundo y he repartido trocitos que han endulzado el desayuno de unos cuantos. Es perfecto para una rica merendola, os lo recomiendo si queréis sorprender a vuestras visitas o para llevarlo como postre a casa de los amigos.
Preparación del bizcocho marmolado
En primer lugar, precalentamos el horno a 180º o a 160º si usamos aire. Ponemos la mantequilla en un bol y añadimos el azúcar. Si por un descuido acabamos de sacar la mantequilla de la nevera y está demasiado dura para trabajarla, os daré un truco: ponemos la mantequilla en un tupper y lo ponemos bajo el grifo de agua caliente o dentro de un recipiente con agua caliente durante 5 o 10 minutos. De esta forma conseguiremos que se ablande lo suficiente para trabajarla sin tener que meterla en el microondas.
Cuando la mezcla sea homogénea, añadimos el azúcar vainillado y mezclamos bien. Con ayuda de unas varillas, vamos añadiendo uno por uno los huevos y lo batimos todo junto hasta que esté bien integrado, de modo que podamos añadir el siguiente huevo y así sucesivamente. Por otro lado, en un bol mezclamos la harina (mejor si es de repostería, que será más fina) con la sal y la levadura, y tamizamos la mezcla sobre la masa de mantequilla anterior.
Ahora llega el momento de separar la mezcla. En un recipiente a parte vertemos la mitad de la masa, que si queremos ser más o menos precisos, podemos pesar hasta que llegue más o menos a los 375-400 g. Elegimos una de las mitades y le añadimos el cacao en polvo tamizándolo para que no se hagan grumos, y lo mezclamos muy bien con las varillas para que se coloree totalmente la masa. Si la queremos más oscura, podemos añadir media cucharadita más de cacao, pero sin pasarnos o quedará demasiado amargo.
Ahora, preparamos el molde. Yo he utilizado un molde de plum cake de 26×10 cm, y he pulverizado la superficie con el spray antiadherente de la marcha Wilton “Bake Easy”, que es absolutamente maravilloso, sobre todo para hacer bundt cakes, aunque podéis embadurnarlo con un poco de mantequilla y harina sin más, con precaución de cubrir sobre todo las esquinas. Cuando lo tengamos preparado, vamos echando capas de cada masa, primero la “blanca” y luego la “negra” sin preocuparnos demasiado por que quede perfecto. Es mejor echar capas finas, pues de esta forma el efecto marmolado quedará mejor. Tened cuidado de no llenar más de la mitad del molde, porque sube mucho y podría salirse y desbordar por los lados (creedme, me ha pasado…). Si utilizáis un molde de las mismas dimensiones que el mío, es mejor hacerlo en dos dos tandas y obtener dos bizcochos.
Finalmente, lo horneamos durante unos 40 o 50 minutos, en función de vuestro horno. Si después de pincharlo con una brocheta, ésta sale limpia, nuestro delicioso bizcocho estará listo, dejando un olor en la casa irresistible.
Resultado
Suave, esponjoso y con una corteza que quita el sentido. Este bizcocho marmolado lo tiene todo, aunque es cierto que tiene gran cantidad de mantequilla. Para variar, podemos cambiar el azúcar vainillado por ralladora de limón o de naranja, para darle un toque diferente. Para golosos extremos, podemos cubrirlo con una cobertura de chocolate de postres y dejarlo endurecer, para que cree una costra de chocolate capaz de tentar al más valiente. ¡Buenísimo!