Desde hace un tiempo se vive en España una auténtica revolución gastronómica basada en el cada vez más creciente interés que tiene la población por la cocina nacional y extranjera. Los showcookings están a la orden del día y los libros de recetas protagonizan los estantes de los superventas en todas las librerías.

Son tiempos dorados para el buen comer y eso se plasma en los restaurantes y en las cocinas de casa. El ritmo frenético y lo de comer en 5 minutos en táper, se ha sustituido por una tendencia slow food y mucha comida casera. ¡Qué buena forma de comer de forma saludable y con ingredientes naturales!

Por si fuera poco, el confinamiento del año pasado contribuyó a esta propensión (no nueva, sino moderna; pues, al fin y al cabo, cocinar de todo es lo que han hecho nuestras madres y abuelas toda la vida) fomentando el uso de los fogones desde primera hora de la mañana y sacando a relucir nuestra vena más repostera.

Harinas y levaduras se agotaron en todos lo supermercados y se empezó a elaborar tartas de todas las clases, tamaños y colores que se veían en redes sociales. Una de las más preparadas fue la tarta de queso. 

Un plato con historia, pero que ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en apenas un año se pasó de la archiconocida y aclamada Nueva York Cheesecake, muy suave y blandita con su famosa escolta de mermelada, a una serie de tartas de queso con corazón fundente y superficie cremosa que arrasaron en todas las pastelerías y hogares españoles. Esta nueva y deliciosa forma de elaborar tartas sigue en la cúspide de la pirámide repostera hasta el punto que ha relegado a cualquier otro tipo de pastel clásico.

Ancha es Castilla, sí; pero también, ancho es el mundo de las tartas de queso (las hay incluso veganas, sin gluten y sin lactosa). Es uno de los postres más aclamados de nuestra gastronomía (hay concurso a nivel nacional) y de la del resto del mundo. Raro es el país que no dispone de su particular receta.

Por ello, y dado que muy difícilmente podamos coger un avión, hemos optado por viajar a Japón desde la cocina de nuestra casa por medio de una deliciosa y esponjosa receta de tarta de queso japonesa. 

Es un poco compleja de elaborar, pero con ingredientes que todos tenemos en casa, con la única salvedad de un molde desmontable para que salga con facilidad y no pongamos todo perdido. Debe quedar muy esponjosa y blandita. Es la finura y sofisticación japonesa hecha postre en un molde de 12 cm de diámetro y 7 cm de alto

Cómo hacer tarta de queso japonesa

Ingredientes

Tarta de queso japonesa

  • Queso crema, 125 g
  • Mantequilla, 25 g
  • Huevos camperos, 3 ud
  • Azúcar glass, 75 g
  • Leche entera, 50 ml
  • Harina de fuerza, 30 g
  • Maizena, 10 g
  • Sal, c/s

Paso 1

Engrasar bien con mantequilla un molde por todos lados

Paso 2

Integrar bien la mantequilla en pomada con el queso crema.

Paso 3

Añadir a la mezcla el azúcar glass

Paso 4

Incorporar las yemas y la leche, y mezclar todo muy bien

Paso 5

Mezclar la harina y la maizena. Agregarlos a la mezcla e integrar todo muy bien

Paso 6

Montar las claras completamente y combinar con la mezcla en movimientos envolventes

Paso 7

Verter la mezcla en el molde

Paso 8

Hornear al baño maría a 200º C durante 18 minutos y, después, 160º C durante 15 minutos más

Paso 1

A la hora de cocinar, pero sobre todo a la hora de hacer repostería, tener el horno precalentado a la temperatura adecuada es primordial para tener un buen resultado. Así pues, lo ideal es precalentar el horno a 200 ºC nada más empezar a cocinar e introducir dentro una bandeja con un dedo de agua para que vaya calentándose, es importante que el molde quepa bien dentro de la bandeja.

Paso 2

Preparar un molde de tarta con los bordes y la base bien engrasados de mantequilla, en la base es mejor poner un papel de horno. Que no se quede ni un hueco libre para que luego no se pegue el pastel. También asegurarnos de que está bien forrado (recomiendo usar papel de aluminio) para que no entre agua en el molde. 

Paso 3

Para hacer la masa, echar el queso crema y la mantequilla en pomada en un bol puesto sobre un cazo con agua caliente (fuego apagado). Dejar que se ablanden y mezclar bien hasta que se consiga una mezcla homogénea. Añadir la mitad del azúcar glass, las yemas y la leche batiendo sin parar. Incorporar la sal.  

Paso 4

Mezclar la harina con la fécula de maíz y tamizar para conseguir que sea muy fino.

Paso 5

Agregar la harina y la fécula de maíz tamizadas a la masa de queso, yemas, leche y azúcar. Mezclar muy bien hasta que quede bien liso.

Paso 6

Montar las claras con el resto del azúcar glass con unas varillas completamente a punto de nieve, podemos añadir una pizca de sal o unas gotas de vinagre para que sean más estables. Entonces, añadirlas a las masas y mezclar con movimientos envolventes para que no se rompan y queden aéreas, con la ayuda de una espátula.

Paso 7

Verter la masa en el molde dejando un par de centímetros por encima (va a crecer).

Paso 8

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Hay que meter el molde en el baño maría que tendremos precalentando en el horno.

Paso 9

Cocer al baño maría a 200 ºC durante 18 minutos. Pasado el tiempo, bajar la temperatura a 160 ºC durante 20 minutos más y luego, apagar completamente el horno. Dejar transcurrir una hora con el pastel dentro y, después, abrir la puerta del horno para dejar que se enfríe poco a poco.

Paso 10

Desmoldar con cuidado y espolvorear con un poco de azúcar glass tamizado.