El recetario español es tan extenso y variado que, a veces, nos encontramos con platos que se preparan desde hace siglos en un sitio y en la provincia de al lado ni siquiera lo conocen. En la receta de hoy, hablamos de un postre que es típico de la localidad vallisoletana de Portillo, pero que apenas se conoce en el resto de España.

Se trata de unas pastas ligeramente hojaldradas que se conocen por distintos nombres: bollos blancos, bollos bañados, portillanos, mantecados de Portillo, el más curioso, zapatillas de Portillo.

Aunque se llamen mantecados, no tienen mucho que ver con los mantecados de La Estepa que son típicos de Navidad, sino que son como unas galletas de textura aireada bañadas con un glaseado blanco y se comen durante todo el año. Salvando las distancias, recuerdan un poco a algunas pastas del surtido de Reglero que antaño se sacaba en muchas casas cuando venía una visita.

Los mantecados de Portillo reciben ese nombre porque se elaboran con manteca de cerdo, algo que tiene mucho sentido tratándose de una receta que se cree que puede llevar elaborándose desde la Edad Media.

La textura ligeramente hojaldrada característica de estos dulces se debe al vino blanco que lleva la receta. Otra de las singularidades de la masa de estas pastas es que la masa no lleva huevo, lo que le da una textura más friable y ligera, esto quiere decir que al masticarlos se deshacen delicadamente en la boca.

Finalmente, el rasgo distintivo de los mantecados de Portillo es la cobertura blanca hecha con un glaseado de merengue que se unta sobre la masa una vez horneada y se lleva de nuevo al horno para que se seque y quede muy crujiente.

El nombre de zapatillas se piensa que se debe a un bar de Valladolid que las servía. En él paraban muchos estudiantes a tomarse un vino y, en algún momento, no se sabe en qué estado, alguien pensó que estos bollos bañados, siendo blancos y de forma alargada, parecían zapatillas y ahora también se los conocer por ese nombre.

Ingredientes para hacer zapatillas de Portillo

Para la masa

  • Harina de todo uso, 300 g
  • Manteca de cerdo a temperatura ambiente, 200 g
  • Azúcar, 25 g
  • Vino blanco, medio vaso

Para la cobertura

  • Claras de huevo, 2 ud
  • Azúcar glacè, 250 g
  • Zumo de limón, unas gotas

Paso 1

Ponemos la harina en un cuenco grande junto con la manteca de cerdo, el azúcar y el vino blanco y amasamos bien hasta conseguir una bola de textura lisa y homogénea que no se nos pegue a las manos.

Paso 2

Envolvemos la masa en papel film y la dejamos en la nevera entre 30 y 60 minutos.

Paso 3

Sacamos de la nevera, espolvoreamos la encimera con un poco de harina y estiramos la masa hasta que tenga un grosor de unos 7 u 8 milímetros.

Paso 4

Cortamos las zapatillas con ayuda de un cortapastas. Si no tenemos uno con la forma ovalada típica de las zapatillas, podemos usar uno redondo y quedarán igual de ricas.

Paso 5

Precalentamos el horno a 180 ºC y colocamos las zapatillas en una bandeja forrada con papel de horno.

Paso 6

Cocinamos la masa durante unos 15 minutos hasta que veamos que empieza a dorarse

Paso 7

Cuando estén, sacamos la bandeja del horno y bajamos la temperatura a 75 ºC.

Paso 8

Preparamos la glasa mezclando las claras de huevo con el azúcar glacè y el zumo de limón. Hay que batir hasta que esté completamente blanco y tenga una textura de merengue. Si disponemos de unas varillas eléctricas, nos facilitarán el trabajo.

Paso 9

Cuando las pastas estén frías, las pintamos con la glasa y los introducimos en el horno a 75 ºC durante otros 15 minutos para secar la glasa.orno

Paso 10

Apagamos el horno y dejamos otros 15 minutos dentro del horno apagado.

Del postre más antiguo al más nuevo: el Valadar

Este curioso nombre es una combinación de las palabras Valladolid y 'paladar' y nació hace algo menos de cinco años como una iniciativa promovida por algunos organismos vallisoletanos para impulsar la marca Alimentos de Valladolid y convertirse en reclamo para los visitantes.

Se organizó un concurso y el ganador fue el repostero José Antonio Villegas Serna de la confitería Le Boutique de Mojados, que presentó una tartaleta azucarada rellena de crema de almendra con compota de manzana y un crujiente de frutos secos. Con el paso del tiempo, los vallisoletanos lo han acogido como un dulce representativo de su provincia.

Otras delicias de la gastronomía vallisoletana

En esta provincia castellano-leonesa no solo son famosos los dulces, aparte de los guisos típicos de la meseta, hay platos que son especialmente populares en sus mesas:

  • Lechazo asado. Este es, sin duda, el plato más representativo de Valladolid. Se trata de cordero lechal, asado en un horno de leña, generalmente en cazuelas de barro. El lechazo se cocina de manera sencilla, solo con agua y sal, lo que resalta el sabor natural de la carne.
  • Sopa castellana. También conocida como sopa de ajo, es una sopa sencilla y reconfortante, hecha con pan duro, ajo, pimentón y huevo escalfado. A veces, se le añade jamón serrano o chorizo para darle más sabor.
  • Queso de Villalón. También llamado Pata de Mulo, es el queso más tradicional de la zona, hecho con leche de oveja. Es un queso de pasta prensada, de textura suave y sabor delicado, ideal para acompañar con un buen vino de la región.

Los vinos vallisoletanos

Al contrario de lo que sucede con las zapatillas de Portillo, los vinos de Valladolid son de sobra conocidos y algunas de sus denominaciones de origen tienen fama internacional:

  • Ribera del Duero. Es, probablemente, la denominación de origen más famosa de Valladolid. Sus vinos tintos, elaborados principalmente con la uva Tempranillo (también conocida como Tinta del País o Tinto Fino), son conocidos por su cuerpo, estructura y capacidad de envejecimiento. Suelen presentar aromas intensos de frutas rojas y negras, con notas de especias, tabaco y madera debido a su crianza en barricas de roble. 
  • Rueda. Esta denominación de origen es famosa por sus vinos blancos frescos y aromáticos, elaborados principalmente con la uva Verdejo. Estos vinos suelen ser frescos, con buena acidez y notas de frutas tropicales, cítricos y hierbas. También se producen vinos blancos con las uvas Sauvignon Blanc y Viura
  • Cigales. Esta denominación es más conocida por sus vinos rosados, elaborados principalmente con uvas Tempranillo y Garnacha, pero también produce vinos tintos. Los rosados de Cigales son frescos, afrutados y de un color rosa pálido, muy apreciados por su ligereza y versatilidad.