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Si buscamos recetas de galletas, podemos encontrar millares. Unas muy elaboradas y otras muy simples, pero no tengo ninguna duda de que ésta es la receta de galletas clásicas más fácil que existe. Con clásicas me refiero a galletas hechas con ingredientes con los que nuestras abuelas hacían las galletas, harina, mantequilla y azúcar. Solo con estos tres ingredientes se pueden hacer unas galletas que encantarán a grandes y pequeños.
Ingredientes para hacer las galletas más fáciles
Para unas 20 galletas pequeñas
- Azúcar, 50 g
- Mantequilla a temperatura ambiente, 100 g
- Harina de trigo, 150 g
Paso 1
Encendemos el horno a 180 °C para que se vaya precalentando y preparamos una bandeja de horno cubriéndola con un trozo de papel de hornear o una lámina de silicona.
Paso 2
En un bol grande, mezclamos la mantequilla (que debe estar a temperatura ambiente para poder trabajarla) con el azúcar. Podemos utilizar lo que tengamos en casa, una cuchara de madera, una espátula de silicona, una batidora de varillas o una amasadora más grande para batir ambos ingredientes hasta obtener una mezcla homogénea y cremosa.
Paso 3
Añadimos la harina de trigo a la mezcla anterior poco a poco, tamizándola si es posible -podemos hacerlo con un colador- para evitar grumos. Mezclamos de nuevo hasta formar una masa uniforme y suave. Si la masa está demasiado pegajosa, algo que puede pasar si la hemos amasado a máquina, podemos refrigerarla durante 15-20 minutos para que se endurezca un poco la mantequilla y sea más fácil de manipular.
Paso 4
Con la masa ya lista, cogemos pequeñas porciones de masa y les damos forma de bolitas, luego las aplastamos ligeramente con la palma de la mano para darles forma de galleta. Opcionalmente, podemos aplastarlas ligeramente con un tenedor para hacer “dibujos” con los dientes de éste. Colocamos las galletas en la bandeja que hemos preparado dejando espacio entre cada una. Si utilizásemos levadura química para tener unas galletas más abizcochadas, debemos dejar un espacio mayor.
Paso 5
Horneamos las galletas en el horno precalentado durante 12-15 minutos o hasta que los bordes estén ligeramente dorados. No es necesario que las galletas estén completamente doradas, ya que continuarán endureciéndose mientras se enfrían gracias al calor residual.
Paso 6
Una vez fuera del horno, dejamos enfriar nuestras galletas en la bandeja durante 5 minutos y, a continuación, las pasamos a una rejilla para que se enfríen por completo.
Es esta una receta de las de antes, de las que las abuelas se sabían de memoria y de las que se podían hacer en cualquier momento y sin ninguna planificación. Hoy en día siguen siendo perfectas para pasar una tarde entretenida en familia cuando el tiempo no invita a salir a la calle. No necesitan grandes reposos, con apenas 20 minutos en la nevera ya se pueden hornear, así que se pueden amasar y hornear en la misma sesión. Lo siguiente es disfrutar de ellas en una deliciosa merienda con un buen vaso de leche fresca o una taza de chocolate caliente.
Una receta básica que se puede adaptar a los gustos de cada uno
Hemos dicho en el título de este artículo que esta es una receta de galletas para los que nunca han hecho galletas, así que es la receta más sencilla de todas. Solo tres ingredientes y con números redondos, 1 parte de azúcar, 2 partes de mantequilla y 3 partes de harina, en peso. Para aprenderse la receta sólo hay que recordar esta sencilla regla, 1, 2, 3.
A partir de ahí, se pueden hacer cambios o incorporar nuevos ingredientes. Se puede añadir una pizca de levadura o impulsor químico si queremos unas galletas más abizcochadas, o se pueden incorporar a la masa trocitos de chocolate, arándanos deshidratados o frutos secos o se le puede dar sabor a la masa añadiendo una cucharadita de esencia de vainilla o, incluso, una cucharadita de licor.
La versión básica queda con una textura similar a la de unas pastas de té y también podemos personalizarla una vez que estén horneadas las galletas, bien mojándolas en chocolate derretido cuando ya estén frías para tener unas pastas bañadas en chocolate crujiente o rebozándolas en una mezcla de azúcar y canela cuando se hayan enfriado un poco, pero aún estén tibias.
Una receta para cocinar con los pequeños de la casa
La de estas galletas es una masa que se trabaja muy bien, se moldea con facilidad y no se pega a las manos. Para los más pequeños de la casa es algo tan divertido como jugar con plastilina y da la oportunidad de aprovecharse de los beneficios que puede suponer el hecho de preparar recetas en familia, tales como:
- Fomentar los vínculos familiares. Compartir actividades de este tipo fortalece los lazos entre los miembros de la familia y refuerza el valor de la colaboración y el trabajo en equipo.
- Ayudar a desarrollar habilidades motoras. Los niños pueden mejorar su coordinación y destreza al amasar, medir ingredientes y formar las galletas.
- Ayudar a entender cómo se transforman los alimentos. Experimentar de primera mano cómo ingredientes que no son apetecibles, como puede ser la harina cruda, se puede transformar en algo delicioso como una galleta, puede ayudar a los más pequeños a probar nuevos platos con ingredientes que, a priori, no les hacen mucha gracia.
- Reforzar conocimientos de matemáticas. Medir cantidades y calcular proporciones de ingredientes es una manera divertida de afianzar conceptos sencillo como doble, triple, mitad.
- Desarrollar la paciencia e inculcar sentido de la responsabilidad. Para comer las galletas hay que tener paciencia y esperar a que se horneen, también hay que cuidarlas durante el horneado para que no se quemen.
- Crear recuerdos felices y mejorar la autoestima. Viendo que su "trabajo" los lleva a conseguir un logro y pasando un tiempo divertido en familia.