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Pan, ajo y tomillo son los ingredientes de esta sopa tan sencilla como aromática que se conoce bajo el nombre de sopa farigola . De orígenes humildes, esta sopa propia de Cataluña tiene como fin aprovechar aquellos restos de pan del día anterior, como sucede en la versión castellana con la sopa de ajo, con la zurrukutuna en su versión vasca, u otras de origen catalán como la sopa de galets.
Su elaboración consiste básicamente en hacer una infusión con el tomillo, y animarla con un poco de ajo (y cebolla en su versión menos ortodoxa) y pan. En vez de agua, se puede aprovechar igualmente el caldo de cocción de cualquier verdura, o uno de pollo suave, pues intentaremos respetar siempre el sabor delicado que deja el tomillo. Obviamente, éste es el ingrediente principal, pero se podría elaborar esta misma sopa con otras hierbas como el orégano fresco (que cambia mucho del seco que se vende en bote) o incluso con salvia.
No solo es un plato reconfortarte, sino que tiene fama de ser medicinal. El tomillo mejora la digestión, es antiséptico y refuerza el sistema inmune. Es diurético, expectorante, y rico en calcio y fósforo.
Para un mejor resultado, utilizaremos a ser posible tomillo fresco, pues, aunque se puede utilizar el seco, el primero tiene más fragancia. En esta versión, trituraremos el pan para obtener un conjunto más homogéneo y con textura de crema, pero es igual de lícito no hacerlo si se prefiere tomar un caldo ligero encontrando la ligera mordida del pan. La cantidad de pan indicada da como resultado una crema ligera, pero si se quiere más densa, basta con incrementar la cantidad de pan.
Coronaremos con un huevo escalfado para darle más sustancia a nuestra sopa, o incluso se podría desleír en la sopa caliente simplemente la yema.
Tomada además con una rebanada del propio pan tostado frotado con ajo, y aliñado con unas hojitas de tomillo y aceite, constituye el perfecto primer plato, de esos que colocan el cuerpo.
Cómo hacer una sopa de tomillo
Ingredientes
- Caldo de pollo o verdura, 1 litro
- Dientes de ajo, 2 ud
- Tomillo fresco, 6 ramitas
- Pan duro blanco, 60 g
- Huevos camperos, 4 ud
- Sal, c/s
- Aceite de oliva virgen extra, 2 cucharadas
Paso 1
Laminar el pan y tostarlo
Paso 2
Dorar los dientes de ajo y elaborar la infusión
Paso 3
Añadir el pan y triturar
Paso 4
Cocinar el huevo
Paso 1
Laminar el pan del día anterior, y tostarlo en el horno o en el tostador hasta que quede ligeramente dorado y bien crujiente.
Paso 2
Pelar los dientes de ajo, trocearlos, y freír en una cacerola con aceite, hasta que estén dorados, vigilando que no se quemen, pues amargarán sino la sopa. Lo ideal es poner el aceite frío y los ajos en la cacerola e ir subiendo el fuego poco a poco, removiendo los dientes de ajo a medida que se calienta.
Paso 3
Añadir, entonces, el ramillete de tomillo y el caldo o agua, y dejar cocer tapado durante 15 minutos a fuego bajo, que no lleve un hervor demasiado violento para que no se enturbie todo.
Paso 4
Tras este tiempo, colar la sopa que ya habrá infusionado con el tomillo y devolver a la cazuela. Incorporar entonces el pan, y cocer 5 minutos más hasta que el pan se ablande bien. Tras este punto, se podría servir la sopa tal cual, pero aquí procedemos también a triturarla.
Paso 5
Mientras tanto, poner un cazo al fuego con agua a cocer, con un chorrito de vinagre blanco, aproximadamente una cucharada de vinagre para un litro de agua. Cascar los huevos, y escaldarlos uno a uno, durante 3-4 minutos aproximadamente. Se puede hacer siempre el truco de envolver los huevos en papel film ligeramente aceitado y cerrarlo haciendo una flor. Hervir los huevos dentro del papel film y, tras esto, retirarlo con mucho cuidado
Paso 6
Triturar la sopa hasta que quede muy fina, colarla si hiciera falta y corregir de sal antes de servir.
Paso 7
Servir la sopa bien caliente, con el huevo escalfado en el centro. Acompañar con una ramita de tomillo fresco que dará identidad a la sopa.