Partiendo de la idea de las espinacas a la crema, que tan populares son en muchas casas de España, esta receta no lleva gratinado, sí una mayor cantidad de espinacas sobre la bechamel e incorpora esas gambas o langostinos a la plancha que dan sabor a todo el plato y aportan el punto de proteína necesario. Se consigue, de esa manera, un plato único fabuloso para una cena. Aunque también lo podría ser para cualquier comida.

Es un plato fácil de elaborar y perfecto para llevar en una tartera a la oficina. Se conserva bien y se calienta bien tanto en un horno como en un microondas. Lo único que hay que tener en cuenta es que los crustáceos no se hagan demás, para que no queden resecos.

Este plato es un serio candidato de convertirse en uno de esos muy repetidos en las casas, junto con las espinacas a la catalana, el revuelto de espinacas, las espinacas con garbanzos al estilo andaluz, el pastel de espinacas y queso (spanakopita) o la vichysoisse de espinacas.

Se podrían sustituir perfectamente las gambas por cualquier otra proteína que apetezca más: un poco de beicon, unos taquitos de chorizo, pechuga de pollo picada, algo de morcilla o lo que cada uno considere. Las espinacas también podrían cambiarse por acelgas, por brócoli, por coliflor o por puerros y resultar un plato igualmente fabuloso.

Lo importante siempre es captar el concepto de la receta y adaptarlo a lo que cada uno tenga en su casa o a sus ingredientes favoritos. La idea de aportar la cebolla a la bechamel hace una salsa más profunda, más de guiso y genial para condimentar cualquier vegetal.

Cómo hacer espinacas con gambas

Ingredientes

  • Espinacas frescas, 500 g
  • Cebolla, 1 ud
  • Sal, c/s
  • Aceite de oliva virgen extra, 2 cucharadas
  • Mantequilla, 40 g
  • Harina, 40 g
  • Leche entera, 400 ml
  • Langostinos o gambas peladas, 200 g
  • Avellana picada, 4 cucharadas
  • Nuez moscada molida, 1/2 cucharadita

Paso 1

Cocinar las espinacas y las gambas

Paso 2

Preparar la bechamel

Paso 3

Mezclar todo

Paso 4

Terminar con las avellanas

Paso 1

Pelar la cebolla y picarla finamente.

Paso 2

Con un poco de aceite de oliva, cocinar las espinacas con una pizca de sal a fuego medio. Ir removiendo a menudo para que se cocinen completamente y pierdan toda el agua. Se pueden tapar puntualmente para que se cocinen con su propio vapor, hay que tener cuidado de que las de abajo no se doren en exceso. Cuando estén ya tiernas, pero sin cambiar de color, bien verdes, retirar y reservar.

Paso 3

Ahí mismo, añadir un poco más de aceite y dorar los langostinos o las gambas. A fuego fuerte para que se hagan rápido por fuera pero no se cocinen en su interior. Cuando estén listas por ambas caras, retirar y reservar.

Paso 4

Ahora será el momento de hacer la bechamel. Para ello, derretir la mantequilla, agregar una cucharada de aceite de oliva y pochar ahí la cebolla picada con un poco de sal. A fuego suave y removiendo constantemente para que la cebolla se quede tierna pero que no cambie de color.

Paso 5

Cuando la cebolla ya esté lista, añadir la harina y remover bien para que la harina se cocine completamente y no quede sabor a crudo. Hay que cocinarla unos 3 minutos.

Paso 6

Incorporar entonces la leche y cocinar a fuego suave hasta que la mezcla se ligue y la bechamel empiece a coger cuerpo. Poner a punto de sal y añadir un poco de pimienta negra y la nuez moscada.

Paso 7

Por último, mezclar en la bechamel las espinacas y las gambas y servir todo añadiendo un poco de avellana picada por encima.