Puede que estemos tan acostumbrados que ya no resulte especial, pero la cantidad y variedad de comida que tenemos al alcance de la mano en un supermercado es increíble. A estas alturas es probable que haya gente que les haya cogido manía, pero en muchos lugares del mundo los verían como un auténtico milagro.
Tener siempre tanta cantidad y variedad de alimentos disponible requiere una logística increíble, pero por mucho que se esfuercen las empresas en optimizar su stock y maximizar las ventas hay muchísima comida que no se vende. De ahí que uno se pregunte, ¿qué hacen los supermercados con la comida que no venden?
Lo cierto es que no es fácil saber que hacen los supermercados con la comida que no venden, puesto que todavía hay muchos que prefieren ocultar dicha información. En 2014 FACUA les preguntó que hacían con la comida que no vendían a más de 28 cadenas y sólo 9 contestaron: Caprabo, Eroski, Covirán, Día, E.Leclerc, Consum, Grupo El Corte Inglés, Lidl y Mercadona fueron las únicas en compartir sus políticas al respecto.
Por desgracia, una gran parte de esa comida sigue acabando en la basura (especialmente los productos frescos). Según un estudio de la Comisión Europea, en España cada año más de 7,7 millones de toneladas acaban en la basura, de las cuales el 5% corresponde a los comercios (unas 385.000 toneladas). Los hogares tienen el primer puesto con el 42%, después va la industria alimentaria con el 39% y tercera está la hostelería con el 14%.
Aunque gracias a las políticas “anti-derroche” de estos supermercados cada vez se buscan más salidas a la comida antes de tirarla a la basura.
Comida fresca: de la sección de ofertas a la basura
Dada la delicadeza y corta vida de la comida fresca es especialmente difícil de donar. Para cuando las carnicerías, pescaderías y fruterías retiran el producto del lineal en muchas ocasiones está a pocos días de caducar y no poder ser consumido.
De ahí que la mayoría de supermercados opte por rebajar el precio de los frescos como última medida para darle salida antes de tener que tirarlo. De esta forma consiguen amortiguar las pérdidas (es mejor vender algo por la mitad que tirarlo) y aquellas personas que tengan pensado consumirlo de forma inmediata pueden ahorrar algo de dinero.
En algunos casos también se plantean donaciones. Por ejemplo, la política de frescura máxima de Eroski hace que los productos frescos no pasen por la sección de ofertas y se donen directamente al banco de alimentos.
Los productos frescos son una patata caliente logísticamente hablando, de ahí que los bancos de alimentos prefieran donaciones de comida no-fresca.
Productos no frescos, ¿Qué hacen los supermercados con la comida que no venden?
Dado que los productos no frescos no suelen ser tan delicados y cuentan con una vida mucho más larga es más fácil buscarles una salida que no sea el vertedero.
A la sección de ofertas
Al igual que ocurre con los frescos, lo primero que hacen los supermercados con la comida que no venden es mandarla a la sección de ofertas. La mayoría llega aquí hasta una semana antes de su FCP (fecha de consumo preferente) y pueden ver su precio reducido hasta un 50%.
De vuelta al fabricante
Puede que te haya llamado mucho la atención ver cómo sólo el 5% del total de la comida desperdiciada en España provenía de los supermercados. Un número especialmente pequeño si lo comparamos con los porcentajes de hosteleros (14%), industria alimentaria (39%), y hogares (42%). Uno podría pensar que las grandes cadenas de supermercados son unos ases de la logística alimentaria con la capacidad de optimizar el stock al máximo (en su mayoría lo son), pero también tiene un pequeño truco.
La gran mayoría de los supermercados alquila sus lineales a unas marcas que pagan por un espacio privilegiado además de la posibilidad de organizarlos y decorarlos a su manera.
Estos acuerdos suelen ser bastante complejos y pocas veces se hacen públicos, pero es habitual que sea la propia marca quien se ocupe de reponer los estantes y llevarse los excedentes que ya no se puedan vender. De ahí que una de las cosas que hacen los supermercados con la comida que no venden sea devolverla al fabricante.
Dado que la comida pertenece a los fabricantes, son ellos los que tienen que decidir qué hacer con ella. Muchos optan por donarla a comedores sociales o bancos de alimentos, aunque también puede acabar en la basura.
Banco de alimentos, comedores sociales y organizaciones solidarias
Además de las continuas colaboraciones en las campañas de recogidas de alimentos, muchas cadenas de supermercados donan sus excedentes a los bancos de alimentos. Esto es lo que hace la mayoría de los supermercados con la comida que no venden.
Según la Federación Española de Bancos de Alimentos, toda la comida que se dona a los bancos debe de ser apta para el consumo (antes de su fecha de consumo preferente o caducidad) y suele proceder de excedentes o productos cuyo empaquetado se ha dañado durante su transporte o colocación en los lineales.
Desde julio de 2016 en Francia cuentan con una ley que obliga a los supermercados a donar sus excedentes de comida, pero en España de momento no hay ninguna legislación similar. Cada supermercado tiene la libertad de decir si tira sus excedentes o quiere colaborar algún comedor social, banco de alimentos u organización solidaria.
Los outlet de comida
Además de los bancos de alimentos, otra de las salidas que están teniendo los alimentos que no se venden son los denominados “Outlet de comida”. Su funcionamiento es similar a lo que ocurre con los outlet de ropa: alimentos que no han encontrado salida en el supermercado y han sido devueltos a los fabricantes se vuelven a poner a la venta de forma online por un precio reducido.
Dado que el producto que venden sale de los propios fabricantes este tipo de supermercados de excedentes ayudan a reducir el porcentaje de comida que derrocha la industria alimentaria. Un dato que, como ya he dicho, es del 39% o lo que es lo mismo 3 millones de toneladas.
Dado que es imposible comercializar productos caducados o pasados de su fecha preferente, en estos superoutlets nos encontramos con productos que siguen estando en perfecto estado pero que por algún que otro motivo no se han podido vender en los canales de venta tradicional.
No hablamos sólo de comida sino de productos de todo tipo. Además, no sólo se limitan a productos cercanos a su fecha de consumo preferente también venden excedentes y productos cuyo empaquetado está dañado.
Este tipo de supermercados son bastante comunes en Europa, la sueca MatsMart y la portuguesa Goodafter son algunos ejemplos, y en los últimos años también están aflorando en España. Este es el caso de StillGood, una startup creada por Jens Gustafsson y Maialen Ormaetxea que fue seleccionada para participar en el programa de ayuda a ideas innovadoras de Santander YUZZ.
“Con StillGood queremos aportar nuestro granito de arena para reducir la cantidad de comida desperdiciada”, asegura Maialen Ormaetxea, “por un lado ayudamos a los fabricantes a dar salida a unos productos que podrían acabar en la basura y por el otro hacemos que estudiantes, jóvenes y familias sin muchos recursos puedan ahorrar dinero en la compra”.
Dado el poco tiempo que les quedan a muchos de los productos de los outlets de comida, es frecuente ver ofertas aún mayores e incluso llegado el momento se venden a cero euros (más gastos de envío). “Al igual que ocurre con los supermercados tradicionales también tenemos pensado trabajar con los bancos de alimentos para conseguir que la menor cantidad de comida posible acabe en la basura”, asegura Ormaetxea.
Pese a los esfuerzos para optimizar el stock de los supermercados tradicionales, la colaboración con los bancos de alimentos e iniciativas como la de StillGood lo cierto es que todavía hay mucha comida que acaba en la basura.
Puede que no nos demos cuenta o que haya gente que siga queriendo mirar a otro lado pero no podemos permitirnos semejante derroche cuando hay gente que está pasando hambre. Es imposible que una persona por si sola acabe con el problema, pero sí se puede si todos aportamos nuestro granito de arena.
Foto de cabecera por Wu Yi / Unsplash.