Parece matemático, después de toda la primavera (y parte del invierno) a tope con la famosa “operación bikini” llega el verano y no sólo recuperamos lo perdido sino que además acabamos ganando más peso.
Según un estudio realizado por nutricionistas de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), los españoles ganan de media unos 2 o 3 kilos durante sus vacaciones. Pero, ¿por qué engordamos en verano?
“En los meses previos al verano se observa mayor sensibilidad para adoptar medidas para tratar el exceso de peso” asegura el doctor Javier Salvador, presidente de la SEEN, sin embargo “una vez inmersos en las vacaciones, esta actitud queda aparcada”. O lo que es lo mismo, cuando cogemos vacaciones no sólo dejamos atrás el trabajo y las preocupaciones, también nos olvidamos de los hábitos saludables.
No sólo los adultos engordamos en verano
A raíz de esto, tal y como alertan en este otro comunicado desde la SEEN, esta rutina veraniega afecta especialmente a niños y adolescentes dado que corren un gran riesgo de aumentar su peso. Actualmente el 10% de la población infantil (15 millones de niños) es obesa por lo que es un problema a tener muy en cuenta.
Con el fin de las clases algunos niños y adolescentes ingieren una mayor cantidad de calorías (helados, comida basura, refrescos…) a múltiples y variadas horas. Un hábito poco saludable que, si se junta con una menor actividad, causa el aumento de peso.
Por supuesto, hay excepciones. Gracias al tiempo libre del que disfrutan durante las vacaciones los niños y adolescentes pueden realizar más actividad física y compensar estos excesos.
Ante esta situación desde la SEEN no aconsejan prohibir alimentos sino comerlos en la frecuencia y cantidad adecuada. “Menos dulces, helados, bebidas hipercalóricas, embutidos o alimentos ricos en grasas animales y más comida rica en fibra, hortalizas, verduras, frutas, pescados o carnes blancas”.
El efecto rebote de la “operación bikini”
Tal y como comentaba mi compañero Roberto en la sección de ciencia de El Español, el principal motivo por el que engordamos en verano es el llamado efecto rebote que ocurre cuando hacemos dieta para la “operación bikini” en vez de aprender a comer y llevar un estilo de vida saludable.
Hay muchos mitos alrededor de las llamadas “dietas milagro” con las que perder peso de forma rápida pero lo cierto es que a la larga llegan a ser contraproducentes. Como dice el refrán, son pan para hoy y hambre para mañana.
De nada sirve comer poco, contar calorías, dejar de consumir nutrientes específicos o volverse locos con las grasas y los carbohidratos si después no aprendemos a comer de forma equilibrada y no hacemos ningún tipo de ejercicio. En cuanto dejes de seguir esa dieta ganarás peso.
Este tipo de dietas yo-yo son especialmente peligrosas para personas que sufran enfermedades como la diabetes, hipertensión, trastornos hepáticos, renales o hiperuricemia (aumento del ácido úrico que puede acabar en la temida gota) dado que una alimentación inadecuada puede tener serias repercusiones.
Estar sano es un estilo de vida
Por mucho que te entren ganas de hacer ejercicio tras un verano tumbado a la bartola o los atracones navideños no sólo basta con apuntarse al gimnasio.
Si de veras quieres perder los kilos que te sobran y no jugar al yo-yó con la báscula del baño tienes que cambiar de hábitos pero sin recurrir a ninguna medida drástica. La mejor forma de evitar el efecto rebote es ir poco a poco. Ser como la hormiga de la fábula y no como el saltamontes.
Empieza a comer de forma equilibrada y saludable. Levántate del sofá y haz el deporte que te permita tu cuerpo. Repítelo día a día y no habrá verano que acabe con tu figura.
Foto de cabecera por Ciprian Boiciuc / Unsplash.