A pesar de llevar más de 40 años realizándose en el sur de España, el cultivo en invernaderos solares sigue siendo un modelo de cultivo bastante desconocido para muchos que, por falta de información, dan por válidas falsas creencias que solo son bulos.
Para solventarlo, APROA, HORTIESPAÑA y FruitVegetablesEUROPE, con la ayuda financiera de la Unión Europea, han puesto en marcha este año 2020 el programa de promoción e información Cute Solar (Cultivando el sabor de Europa en invernaderos solares) con el que buscan dar a conocer a todos los consumidores los entresijos de un método de producción sostenible, eficiente y muy saludable con el que se producen hortalizas de gran calidad y sabor.
Las frutas y verduras que salen de los invernaderos almerienses permiten que hasta un 7% de la población mundial pueda disponer diariamente de las cinco raciones de frutas y verduras recomendadas por la OMS para mantener el buen funcionamiento de nuestras defensas, recomendación que cobra especial importancia en estos tiempos de pandemia.
Muchos de los nutrientes presentes en frutas y hortalizas aportan a nuestro organismo las dosis necesarias para un correcto funcionamiento del sistema inmunitario. Así, el pimiento es rico en vitaminas A, B6, B9, C y aporta potasio, cobre, manganeso, hierro y fósforo; el tomate es fuente de vitamina C y tiene grandes cantidades de potasio, cobre e hierro; el calabacín es fuente de vitamina B9 y aporta grandes cantidades de manganeso, potasio, cobre, hierro y calcio; y la berenjena nos proporciona vitaminas B6, E, K y C y es una fuente de potasio.
Estas vitaminas y oligoelementos contribuyen a mantener la salud de nuestro sistema inmunitario y actúan como protección de los tejidos corporales, por ejemplo, preparando al aparato respiratorio ante infecciones, en su caso, o disminuir las consecuencias de éstas.
Cultivos sostenibles y respetuosos con el medioambiente
Pese al importante papel que juegan los invernaderos como proveedores de salud, existe aún un gran desconocimiento sobre los cultivos bajo abrigo que ha dado lugar a que algunos lo relacionen con un método artificial y la realidad es que no solo es natural, sino que contribuye, desde diferentes ángulos, a la lucha contra el cambio climático.
Los invernaderos solares del sur de Europa no solo han demostrado ser el modelo agrícola más eficiente e innovador del mundo, capaz de proveer de alimentos ricos, saludables y de gran calidad a una población de 500 millones de personas, sino que, además, estos cultivos están contribuyendo a frenar el calentamiento global del planeta.
Lucha contra el cambio climático
Un estudio realizado por el profesor de la Universidad de Almería, Pablo Campra, y publicado en 2008 en la revista Journal of Geophysical Research muestra que las estaciones meteorológicas de Almería próximas a los invernaderos solares de esta zona reportaron un enfriamiento de -0,30ºC por década, mientras que en el resto de España se registraba un aumento medio de temperaturas de 0,54ºC por década.
Este cambio se explica desde el punto de vista científico por las cubiertas plásticas blancas de los invernaderos. Estas superficies ayudan a mitigar la radiación solar gracias a lo que se conoce como efecto albedo (el reflejo de la radiación solar sobre la superficie terrestre), algo que también ocurre con la nieve o el hielo, contribuyendo a reducir el calentamiento global.
Disminución del efecto invernadero
Además, la agricultura se puede convertir en un mecanismo efectivo para mitigar el incremento de CO2 en la atmósfera, puesto que las plantas actúan como sumideros de carbono. César Mota, Carlos Alcaraz-López y otros investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) comprobaron la capacidad de absorción de CO2 de diferentes cultivos, obteniéndose muy buenos resultados para hortalizas.
Según este estudio, cada hectárea de invernadero en Almería es capaz de fijar entre 8 y 10 toneladas anuales de CO2, o lo que es lo mismo, cada hectárea cultivada absorbe la emisión diaria de 8 coches. Con lo que si tenemos en cuenta las 35.000 hectáreas de invernaderos solares dedicadas a los cultivos de hortalizas en Almería y la costa de Granada, se podría decir que en su conjunto absorben el CO2 que emiten 280.000 coches cada día.
Mucho se ha hablado últimamente de la importancia que nuestra dieta tiene en el cambio climático, un impacto que se mide con la huella de carbono de los alimentos y que proviene, principalmente, del uso de terreno y de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Madrid, los productos hortícolas tienen una huella de carbono ínfima (una media de 0.3 kg CO2eq/kg producto) si los comparamos con otros productos agrícolas como las legumbres o el arroz (que puede llegar hasta los casi 3 kg CO2eq/kg producto). La distancia se agrava de forma alarmante si se comparan con los productos ganaderos; de este modo, la huella de carbono que deja la producción de un kilo de carne puede llegar a generar unas emisiones de 30 kg de CO2eq.
Con lo que comer frutas y verduras no es solo sano para nuestro organismo sino que también lo es para nuestro planeta.