Acercarse a la Menorca más rural ofrece la posibilidad de descubrir cómo era la vida de los payeses menorquines, cómo elaboraban el queso, sacaban agua de los pozos o se molía el trigo. En pleno siglo XXI, la isla permite revivir los lujos y comodidades de las casas señoriales del siglo XVIII.
Los productores locales del rural menorquín nos enseñan a descubrir la naturaleza y cómo ésta nos alimenta mostrando una cara diferente de la isla, llena de planes y experiencias que vivir en familia para conectar con la naturaleza y con la tradición.
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Binissuès, un túnel del tiempo
Binissuès, en Ferreries, es un recorrido a lo largo de los siglos XVIII y XIX para comprender mejor cómo era la vida menorquina en primera persona. A través de diferentes espacios, los visitantes podrán conocer una antigua casa señorial, así como una casa payesa, con su horno de piedra y la quesería.
Los más nostálgicos disfrutarán con la colección etnográfica, una muestra de utensilios de cocina, herramientas, aperos de labranza, útiles para la elaboración de embutidos típicos de la isla, sillas de montar y un largo etcétera. Entre todas estas piezas de coleccionista, una auténtica joya: el primer coche que llegó a Menorca.
Binissuès cuenta también con el Museo de Ciencias Naturales de Menorca, una impresionante colección de más de 8.000 especies reunida por los hermanos Juan y Miguel Carreras Torrent, que además tienen reproducidas las 225 setas de Menorca. La colección cuenta con los insectos más grandes del mundo y el escarabajo ‘Ferreriensis’, catalogado por los hermanos y bautizado con el nombre del pueblo.
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Catas y visitas guiadas
Sa Cooperativa del Camp de Menorca también apuesta por acercar el producto local de la isla a los visitantes a través de experiencias y talleres para todos. Desde unas catas sensoriales de productos de la tierra como vinos, quesos y cervezas, pasando por el `desayuno payés’, hasta las visitas guiadas a los centros de elaboración de los productos de Menorca: queserías, talleres de abarcas, panales y campos de azafrán.
Aquellos que disfrutan arremangándose y manchándose las manos, encuentran en Formatges Sa Roqueta un lugar ideal para además elaborar su propio queso Mahón Menorca y recibirlo en casa tras la maduración. Todo ello conociendo los secretos y la manera adecuada de preparar uno de los productos insignia de la isla.
Las bodegas Binitord y Binifadet, entre otras, son algunas de las mejores embajadoras del ‘vi de la Terra Illa de Menorca’. El vino es otro de los valores añadidos en una gastronomía ya de por sí selecta. En Menorca es posible visitar las bodegas y disfrutar de catas en pleno viñedo, brindando al atardecer y generando una postal inolvidable.
Si el vino es el oro violáceo, no hay discusión de que el aceite de oliva es el oro líquido por excelencia. Menorca puede presumir de un aceite de calidad contrastada. Pont Modorro, una finca espléndida para realizar oleoturismo, y que produce, no sólo aceite de oliva virgen extra, sino también aceite de acebuchina. Es un producto difícil de producir, pero presenta unos beneficios increíbles para nuestra salud. Nada mejor que degustarlo en una cata mientras se aprende el proceso de recolección y elaboración artesanal de uno de los productos bandera a nivel nacional e internacional.
Y en estas fechas otoñales, la actividad más demandada por los amantes de la naturaleza es la micología. Bolets de Menorca, te enseña a buscar setas, a cocinarlas y hasta a cultivarlas, siempre de una forma respetuosa con el medio ambiente, de la mano de expertos en la materia.