La cultura del esmorzar en la Comunidad Valenciana, es un ritual bien extendido. Cada día de la semana y desde que empieza el día, cientos de restaurantes y bares se llenan de feligreses dispuestos a meter entre pecho y espalda, bocadillos de tamaño descomunal, con su ensalada, sus cacahuetes y hasta un carajillo de postre. Aunque no necesariamente ha de ser así, porque otros quizás lo hacen de forma más comedida, tomando solamente la mitad del bocata en cuestión.
Sea como fuere, es una práctica que todo gastrónomo que se precie, ha de probar al menos una vez en la vida. O muchas más, por supuesto. Si lo tradicional es comerse un bocadillo, ¿qué pensarías si te contáramos que hay un sitio que se ha hecho famoso por servir el esmorzar en calderos? Seguramente quieras saber todo de esta práctica y de dónde y quiénes han sido los inventores de tan magnífica creación.
Pues la encontrarás en un club social, concretamente en el restaurante del Club de Campo Las Palmeras, ubicado en Les Palmeretes, la playa urbana de Sueca. Fue la idea original de Vicent Ferrer, que surgió casi por casualidad y que ahora, muchos intentan copiar, pero no consiguen dar con la fórmula magistral.
Nos hemos quedado sin bandejas, utilicemos un caldero
Y la idea surgió como muchas otras, por una necesidad. Para saber más sobre estos esmorzars y su curioso formato, charlamos con su creador, Vicent, que arroja luz a cómo se empezó a gestar esta fiesta. "Empezamos con esto después de la pandemia. En el club los campos de fútbol estaban cerrados y lo que se podía hacer era poco, pero la gente seguía viniendo", empieza a contar a Cocinillas. "La gente se empezaba a quedar a comer, pero aquí todavía no teníamos la plantilla formada porque era principio de verano."
Entonces la gente del club, como eran de confianza, les decían que les pusieran lo que fuese de cenar, algo sin complicaciones. "Empezamos a sacar algo que no falla: carne, patatas y huevos fritos, algo que gustaba a todos. Eso sí, utilizamos carne de caballo." Esta carne se come bastante en la Comunidad Valenciana y no es complicado encontrarla. Servían este festín en las típicas bandejas de acero inoxidable que se usan en hostelería.
"Nos quedábamos sin ellas por la demanda, así que al cocinero se le ocurrió servirlo en calderos (recipientes de arroz) y la noche quedó bordada. Sin hacerlo si quiera adrede", recuerda Ferrer. A la gente le encantó la propuesta y se corrió la voz.
"Siempre está el que hace una foto, la pasa a la familia, a sus amigos... Al día siguiente vino una pareja de jubilados, pero me dijeron que la carne de caballo no les gustaba y que a ver si les podíamos hacer lo mismo pero con sepia. El cocinero decidió sacarlo y se lo comieron en la terraza, llamando la atención de todo el que pasaba hacia la piscina." Todo el mundo lo vio y todos preguntaban que qué era aquello y una cosa llevó a la otra.
Una propuesta con 45 calderos diferentes para el esmorzar
"Con el éxito de aquellos primeros calderos, el cocinero me propuso hacer una carta de unas diez elaboraciones. Al tiempo venían clientes que nos iban sugiriendo nuevas combinaciones, como las manitas de cerdo...", rememora. Entre unas cosas y otras, en apenas cuatro años, han llegado a sumar 45 calderos diferentes, que son los que hoy ofrecen a sus clientes, con un precio medio que ronda los 30 euros por caldero. Es decir, 15 por persona más o menos, con la bebida a parte.
"Al principio sacábamos uno nuevo al mes. Pero tuvimos que empezar a sacar dos nuevos cada quincena e incluso semanas en las que cada una tenía uno nuevo. Nos motivaba el hecho de pensar qué podría funcionar y qué podríamos sacar como novedad. Se nos fue de las manos", ríe.
Se trabaja todo bajo reserva, porque todo es casero y se elabora a diario. "Por ejemplo, solo para hacer el rabo de toro, lleva un tiempo de preparación previa de maceración de la carne y más de diez horas al fuego. Porque lo dejamos marcado y dos horas antes de que el cliente venga lo terminamos." De esta forma se aseguran tener todo preparado e incluso tener mucha menos merma de producto.
¿Las propuestas? Casi infinitas o 45 de momento, para ser exactos. El número 1 es el caldero de rabo de toro. A él "le siguen el de cachopo, el de carrillera y el de costilla de caballo." Pero hay mucho más. Con la base de huevos y patatas pochadas, elaboran un caldero de embutido, panceta y pisto, otro de lomo y longanizas, uno más que al que añaden chuletas de cordero con ajos tiernos y pimiento italiano, otro de pollo y conejo al ajillo... Además de otras propuestas con productos del mar como el caldero de sardinas saladas con cebolla pochada, el de sepionet, otro con calamar de playa y hasta uno con allipebre.
Un esmorzar de reyes y con premio
Más que un almuerzo, el propio Vicent dice que es "una comida fuera de horas. Aunque también tendrías que ver la gente cómo se lo come aunque sean las 9 de la mañana y algunos terminan hasta metiendo lo que lleva el caldero entre pan", explica. Y eso es porque con los calderos, te traen barras de pan para mojar bien o que puedas hacerte tú mismo el bocadillo.
Los esmorzars arrancan con cacahuetes y una ensalada con tomate del Perelló y siguen con los calderos. Pero siempre se le pueden añadir como extra, otros platos que triunfan como las berenjenas rebozadas en tempura con miel de caña o los torreznos que hacen muy crujientes.
¿De postre? Una excelente mousse de cremaet de ron con sirope de café, crujiente de limón y polvo de canela.
Su labor llamó la atención de los premios Cacau D'Or, que cada año, otorgan galardones a los esmorzar más ricos y originales y en 2022, recibió este reconocimiento junto a otros nueve templos del almuerzo valenciano.