Acaba de empezar el verano, pero la Navidad ya ha llegado a Vigo. El alcalde de la ciudad, Abel Caballero, anunciaba el miércoles que la instalación del alumbrado festivo comenzará este año "en julio o agosto", pese a las reticencias de los vecinos. La apoteósica iluminación (sólo comparable, si acaso, a la de Nueva York) puede ser una excusa irónica (o no) para visitar la localidad estas vacaciones y, ya de paso, conocer una de sus localizaciones más gastronómicas.
Las ostras son una de las joyas de la ría de Vigo. Las mejores se cultivan en las bateas de la parroquia de Arcade (Soutomaior) o Cambados y, desde allí, muchas de ellas se transportan directamente a una calle del Casco Vello de la ciudad para su venta. Ese lugar es la llamada Rúa Pescadería, popularmente conocida como 'Calle de las Ostras' por su oferta culinaria.
Donde ahora está ubicado el Hotel Bahía, a pocos pasos de la famosa calle, antiguamente se encontraba un mercado al que los pescadores iban a vender sus productos. Por la noche los hombres salían a pescar y, luego, a primera hora de la mañana, dejaban la mercancía en el muelle a sus mujeres, que las vendían mientras los maridos descansaban.
Sin embargo, en el mercado no había espacio suficiente para todos los vendedores, por lo que muchos de ellos comenzaron a situarse por las calles de los alrededores, entre ellas la ya mencionada Rúa Pescadería. De esta forma, nacieron los puestos de las ostreras y ostreros que, a día de hoy, aún se mantienen, aunque modernizados.
Los puestos están situados bajo un techo cubierto frente a diversos bares y terrazas. Lo normal es comprar una docena o media docena de ostras (25€ y 15€, aproximadamente) a los ostreros y ostreras y después sentarse gratuitamente a degustarlas en alguno de los establecimientos colindantes, donde muchos se ofrecen a cocinarlas y ponerles limón si los clientes quieren y en los que puedes pedir para acompañar el manjar una copa de vino blanco D.O. Rías Baixas.
Tristemente, esta tradición ha ido desvirtuándose a lo largo de los años por el turismo. Los precios de las ostras han aumentado progresivamente y cada vez hay que hacer más colas para poder degustar estas delicias marinas. Los negocios colindantes también se han llenado bastante de extranjeros, expulsando poco a poco a los autóctonos a otros barrios.
Por fortuna, sigue habiendo cerca sitios especiales donde comer bien y diferente. En el número 12 de la calle Baixada Fonte, al lado de Rúa Pescadería, se encuentra Malauva Wine Bar, un bar de vinos recomendado por la Guía Repsol que abrió sus puertas en 2017. Allí, de martes a sábado de ocho y media de la tarde a cierre, sirven más de 500 referencias de vinos gallegos y franceses y platos deliciosos para compartir, como la focaccia de sardina o la cacheira con pan brioche al vapor. Una excelente opción para después de haber comido algunas ostras y escapar a un lugar más tranquilo y auténtico.