Irlanda del Norte es famosa por su impresionante paisaje natural: montañas, verdes campos, castillos y ruinas que han formado parte de la exitosa Juego de Tronos, o ciudades con mucho que ver y hacer como Belfast y Derry.
El país también destaca por su gastronomía, con platos como el copioso Ulster Fry, preparado con bacon, salchichas, huevo y pan frito; el soda bread; el irish coffee; o productos como las manzanas Bramley, con IGP en Armagh. Pero nunca pensaste que también sería famosa por el chocolate, ¿verdad?
Aquí entra NearyNógs. Esta no es solo la primera chocolatería artesanal bean to bar en Irlanda del Norte, sino también una que cuenta una historia interesante, donde la resiliencia de una familia y casi la casualidad, los convirtieron en los Willy Wonka del país. Ubicada en Rostrevor, a los pies de las montañas Mourne, este proyecto con un matrimonio al frente se ha ganado un lugar especial en el panorama de los chocolates de calidad. ¿Sus máximas? Pasión, sostenibilidad, ética y una conexión con la naturaleza y la comunidad local.
Un comienzo marcado por la adversidad
La historia de esta chocolatería no comienza como otras, siguiendo una tradición familiar ni manteniendo vivo un legado. La suya surgió en mitad de una crisis familiar. En 2011, Shane y Dorothy Neary fundaron la compañía para recaudar fondos para enviar a la India a una de sus hijas, que iba a trabajar en obras benéficas. Al poco tiempo, se vieron obligados a encontrar una solución laboral que les permitiera tener flexibilidad para cuidar de otra de sus hijas, diagnosticada con una grave enfermedad.
Siempre les había gustado hacer chocolate, pero lo preparaban para amigos y vecinos. Aquello tuvo que cambiar. El tratamiento de su hija los obligaba a viajar frecuentemente a un hospital de Londres, por lo que tuvieron que transformar su hobby en un negocio a tiempo completo. Sabían que era arriesgado establecer una chocolatería en mitad de la naturaleza en Irlanda del Norte. Pero, afortunadamente, el proyecto fue dando frutos.
Y, como muchos grandes proyectos, los comienzos fueron humildes. La pareja utilizaba el horno de casa o secadores de pelo para procesar las habas de cacao. Este enfoque artesanal que caracterizó sus primeras producciones ha seguido vivo en el estilo de NearyNógs, donde priorizan el trabajo manual y humano siempre que les es posible. Con el tiempo, la familia se trasladó a su actual ubicación, un lugar donde la fábrica comparte espacio con su hogar.
Un enfoque ético y sostenible
La historia del nombre es de por sí tierna y familiar. El padre de Shane, Johnnie Neary, se dedicaba a escribir cuentos infantiles: "historias que nunca han sido publicadas, pero el recuerdo permanece. Neary es nuestro apellido y Nógs proviene de la palabra gaélica irlandesa Tír na nÓg, que significa tierra de la juventud o tierra eterna", nos explicaban.
Con la propuesta clara y el nombre de marca, tenían que pensar en el resto del proyecto. Uno de los aspectos más destacados era otro: su compromiso con la ética en toda la cadena de producción. Sus viajes por el mundo en busca del mejor cacao los llevaron a diferentes puntos del planeta. El cacao que utilizan proviene de cooperativas en África Occidental, América Central y América del Sur.
Y esto es muy importante, porque, además de bueno, su producto es respetuoso; este es uno de sus pilares fundamentales. Conocen personalmente algunos de los agricultores con los que trabajan, asegurándose de que la materia prima se obtenga de manera sostenible y libre de explotación. De hecho, se aseguran de que sus proveedores reciban un pago justo por su cacao, por encima del valor de mercado, para evitar problemas como el tráfico humano y la explotación en las plantaciones.
Enfoque ético y sostenibilidad. NearyNógs también trabaja para reducir su impacto ambiental. "Nos apasiona reducir las emisiones de carbono y cuidar nuestro medioambiente. Todos nuestros envases están hechos de materiales reciclados, pueden reciclarse o son biodegradables", apuntan. Además, su coqueta fábrica de chocolate funciona con energía solar.
Un producto de calidad con toques locales
¿Cómo son los chocolates de los Neary? Bean to bar. Y eso significa que se encargan de todo el proceso, desde que consiguen el haba de cacao hasta que se convierte en una tableta de chocolate. Su particular trabajo, que les lleva unos 3 o 4 días solo en procesar el haba, permite que el producto conserve todas sus propiedades nutricionales. "Gran parte del chocolate industrial pierde muchos de los beneficios para la salud que posee el cacao debido a los procesos altamente mecanizados que sufren", remarca Shane.
Aquí tratan el cacao como un tesoro que miman en cada momento. No se le añaden aditivos innecesarios y el enfoque es respetar su esencia. ¿Lo que consiguen? Un sabor excepcional y un producto que conserva muchas de las propiedades nutricionales del cacao, que incluyen antioxidantes y minerales beneficiosos para la salud y que se puede comer a diario. "Recordemos que el cacao es una fruta", ríe Shane.
Shane y Dorothy también utilizan ingredientes autóctonos para dar un toque especial a su chocolate. Un ejemplo son las flores de tojo, que crecen en las montañas Mourne y que, al secarse, aportan un sabor a coco y que añaden a su tableta 100% Togo Kekeli.
Tabletas, nibs, trufas...
La innovación ha sido una constante en la trayectoria de NearyNógs. Aunque comenzaron con recetas más tradicionales, han experimentado con una variedad de ingredientes y sabores a lo largo de los años. En su fábrica, que también se puede visitar para aprender sobre el proceso y terminar con una cata de sus productos, venden todos sus productos. También se pueden encontrar en tiendas especializadas tanto en Irlanda del Norte como en la República de Irlanda o Inglaterra, además de poder comprar a través de su web con envíos dentro de Europa.
No son pocos. En su catálogo tienen una variedad muy extensa. Desde fudge o nibs que venden para alta gastronomía hasta chocolate para beber, trufas o slates, que son "finas rebanadas de chocolate amargo que se derriten en la lengua liberando sabores de chocolate de origen, menta, cereza ácida, jengibre, frambuesa y pétalos de rosa, maracuyá o coco", apuntan.
Y, por supuesto, sus tabletas de chocolate. De diferentes orígenes, como el chocolate de Madagascar, Ecuador o Uganda, o uno de sus productos estrella, la colección 'Irish chocolate bars', que celebran y ponen en la tableta lo mejor de Irlanda del Norte, con nombres evocadores como Lúnasa, Dúláman o Salt Water Days. "Estas tabletas combinan antiguas tradiciones irlandesas con el sabor del cacao. Usamos azúcar quemado, naranja amarga, whisky irlandés, sal marina irlandesa, pan de soda, lavanda e incluso algas marinas."
Uno de los productos más curiosos que han desarrollado son las trufas de Buckfast, una bebida a base de vino con cafeína, que es muy popular en Irlanda. También venden Pacha de Cacao, una bebida que es jugo de cacao fresco 100% natural.
Como apasionados de este mundo que son, siguen formándose y viajando para conocer lo que hacen los demás o participar en ferias. "Nos encantó el proyecto de los Roca en Casa Cacao", aseguraban. Distintos pero muy parecidos, en este mundo tan apasionante como es el del chocolate.