Quique Dacosta lleva Valencia grabado a fuego. Embajador de su gastronomía, la predica siempre que tiene oportunidad. Dio el salto fuera de la Comunidad, para alojarse en el madrileño hotel Mandarin Oriental Ritz con Deessa, donde en su corta edad brillan dos estrellas Michelin, después de conquistar Londres con sus arroces.

Ahora da un salto más al otro lado del Mediterráneo para llevar su cocina hasta el hotel Royal Mansour Tamuda Bay, que acaba de abrir sus puertas. El chef con tres estrellas en Denia se pone al timón de dos de los cuatro restaurantes del hotel, donde el mismo mar se cuela en la sala y se divisa desde los fogones. 

La historia del Royal Mansour continúa a orillas del norte marroquí, a pocos metros de uno de los palacios del rey Mohamed VI y a 20 minutos de Tetuán, ciudad más que aconsejable visitar a la que se llega por su carretera costera, después de un paseo por M'diq. Cuatro años de una construcción, de la que no hay datos de la inversión, donde el lujo cuidado -y, en ocasiones, desmedido- se impregna en cada detalle. 

El Mediterráneo se cuela hasta la entrada del hotel.

Desde los sincronizados uniformes de los amables empleados, el interiorismo -el lobby que recibe ‘engarzado’ con miles de conchas recogidas de la playa ya hace levantar la cabeza-, sus equipadas villas -junto a las suites suman 55 estancias de diferentes categorías- con piscina privada, su entorno, modelado por el paisajista español Luis Vallejo, a su ubicación en Tamuda Bay, una zona en desarrollo a la que se refieren como la 'Marbella marroquí', apuesta de muchos grupos hoteleros de lujo y destino preferido del rey. 

El paseo que conecta las villas.

La gastronomía en Royal Mansour Tamuda

El hotel cuenta con cuatro restaurantes: un italiano, un francés y dos españoles -un fantástico pool bar y otro donde se trabaja un concepto más formal-. "Para Royal Mansour la gastronomía es fundamental”, asegura Quique Dacosta, al frente de estas dos últimas propuestas. "Es un hotel icónico en el mundo y el paso a abrir en diferentes lugares de Marruecos, haciendo destino y generando turismo, es una estrategia muy válida" comparte el reconocido chef, que se aloja anualmente en el que tiene el grupo en Marrakech. 

José Manuel Rodríguez, Quique Dacosta y Toni Serrano.

Dacosta, con 7 estrellas Michelin en su haber, se trajo de su tres estrellas de Denia a Toni Serrano y a José Manuel Rodríguez, que se quedará como jefe de cocina, después de haber pasado ambos unos meses 'rodando'. "Cuando llegamos la intención no era desarrollar estos dos restaurantes, pero al estar aquí nos dimos cuenta de que nuestro ADN nos lleva a hacer mar y vegetales, a estar tocando la tierra y el lugar era propicio para ello. No teníamos que hacer un ejercicio de impostura, nos viene dado" razona.

La piscina se funde con el Mar Mediterráneo, como postal para disfrutar de la cocina de Quique Dacosta.

Extremeño afincado en la costa valenciana, ahora mira el Mediterráneo desde otro ángulo, con el que ha conectado y guarda un "sentimiento de pertenencia" y le ha servido de inspiración para ponerse al mando de este timón. 

Pool Beach

Pool Beach sigue un cromatismo en sintonía con el hotel en tonos rojizos.

Ubicado al lado de la piscina y a unos pasos del mar, este restaurante promete embarcarse en los 'viajes de Quique' ya sea desde la mesa o desde la tumbona -también las que reposan de la playa-. Parte de la propuesta se inspira en el concepto bento japonés, pero éste es un “bento que viaja, que es Perú, México y hasta vegetariano” y que se transforma en Las Palmas, con una original presentación, en su colorida y llamativa vajilla diseñada por José Piñero.

Las Palmas son parte de la propuesta en Pool Beach.

"La idea es que estés en la mesa o en la tumbona un rato largo y no esté el servicio molestando" explica sobre estas palmeras que son un guiño a las palmas plantadas en la finca que aún están por crecer y se acompañan con un risco Pisco Sour.

Una palma recorre Perú de manera algo libre, con su ceviche con leche de coco -como el que trabajan en Vuelve Carolina- o sus anticuchos. La otra, viaja por el recetario español con su ensaladilla, croquetas, salmorejo y calamares. "Dentro de ese lujo atemperado y discreto del hotel me dejo llevar un poco con el color, las formas, con luz, y además que esté rico" justifica el chef. 

Royal Mansour Tamuda Bay y sus hamacas desde las que olvidarse del mundo.

"Más allá de que se sienta el adn de la cocina española, quería también que se sienta la parte más jovial de mis viajes y, por eso, se entrelazan planteamientos con viajes a Perú, a México y a sabores españoles. En ningún momento marroquís, porque eso lo hacen muy bien los de aquí" señala Dacosta, que ni tan si quiera usa las especias del país pero sí los productos de la zona como quesos, pescado y marisco

Coca de atún y salpicón de carabineros.

Mucho producto entre el que no se encuentra su amuleto marino, la gamba roja: “aquí hay carabinero y muy bueno además. Evidentemente mis viajes pasan por Denia, con sabores o técnicas" de ahí que en su carta se encuentren también elaboraciones como la divertida coca de atún con queso crema y shisho, el sabroso salpicón de carabineros o el majestuoso frit de langosta y, por descontado, sus arroces.

Le Méditerranée

Le Méditerranée, un homenaje al mar al que mira y le da nombre.

El mar se siente por cada rincón de este restaurante bañado de azul y blanco, desde el mármol del suelo hasta la vajilla. Se cuela por su ventana, pasando por sus diferentes terrazas donde se siente su brisa.

Chef Quique Dacosta en Le Méditerranée.

El mismo que vertebra la propuesta de este restaurante que tiene a Daniel Nieves  como jefe de cocina y se basa en "crudos, guisos, arroces en paella y mucho producto". De burbujas, entre otras botellas, cava, de una bodega que maneja el sumiller Hamza Sajidi, quien viene del Royal Mansour Marrakech. 

El mostrador que preside la barra de Le Mèditerranée.

Su territorio está siempre presente y se siente en la mesa con gestos como su propio aceite, el pan y cada uno de los platos que circulan por su carta como el carpaccio de carabineros con huevas de trucha, el exquisito tartar de tomate, el gazpacho de langosta con un rico gustito a piñones, hasta que llegan los esperados arroces, donde sobresale el de azafrán con carabinero gratinado. Entre sus postres están un rico y cremoso flan, el merengue violetas con arándanos y una golosa tarta de chocolate

El arroz es uno de los grandes protagonistas en Le Méditerranée.

Coccinella

El interior lo preside un horno de piedra y sus vistas aseguran una velada bien agradable.

En el ala derecha del hotel, se encuentra el espacio -que también comparte con el desayuno- donde Massimiliano Alajmo y su hermano Raffaele rinden homenaje a la quintaesencia de la cocina italiana: pasta fresca casera y pizzas al horno de leña son sus fuertes, a base de productos frescos, marisco, pescados y verduras. Una frescura que está presente en la decoración de su salón, en la disposición de las mesas -frente al jardín y mirando al mar-, en su vajilla y en platos como su particular ensalada César

Un éxito su pizza con remolacha, queso crema y caviar, tanto como su margarita, que sirven de colofón final a una comida que se puede (y se debe) arrancar con el vitello tonnato o su berenjena a la parmigiana. Su postre estre no podía ser otro que el tiramisú que preparan en el acto.

La ensalada César y la pizza con remolacha y caviar de Coccinella.

La tradición y la artesanía, como si fuera una trattoria más, están servidast. También en sus desayunos -también con el servicio de habitaciones-. El mostrador de marmol rebosa de una espectacular variedad de elaboraciones de repostería: pan au chocolat, cruasáns, New York rolls, bizcochos de diferentes tipos y sabores, muffins... hace falta más de un día para poder probarlos todos. Se sirven junto a otras opciones disponibles en carta como los Benedict, preparados de dos maneras distintas -bravo por la de aguacate-. 

El desayuno es deliciosamente extravagante, en el restaurante o en la habitación.

Un piso más arriba se ubica este restaurante de acento francés con impresionantes vistas a Cabo Negro, donde el Chef Éric Frechon trabaja una cocina de matices japoneses y toques marroquíes. Con ellos juega combinando ingredientes y técnica en su aun así clásico menú. Un clasicismo que se deja entrever en platos desde la langosta local con mayonesa de yuzu kosho o el cordero en tres elaboraciones, hasta sus postres, con el merengue de coco con frambuesas y sorbete de limón.

Le Table y su langostan con mayonesa de yuzu kosho.

Al lado derecho de su lobby se encuentra el Club Alborán que combina un bar, una boutique y elegantes salones, que ofrece a los huéspedes un espacio diáfano y acogedor en el que entretenerse y relajarse en cualquier momento del día. La carta de su bar es muy extensa, pero merece la pena detenerse en su sección de ginebras de las que preparan diferentes combinaciones, también cuentan con varios Negronis y simplemente su carta de destilados entretiene un buen rato. Cuentan con un pequeño apartado de snacks como las tartaletas de aguacate a la brasa que vienen bien para acompañar.

Nikka Coffey Gin, uno de sus cócteles con manzana y lima y sus tartaletas, parte de los snacks.

Destino costero gastronómico, un lujo para el bienestar

Desde su playa exclusiva, a las piscinas privadas de las villas, además de las bicicletas que aguardan en ellas para que puedas moverte con comodidad por su finca, Royal Mansour Tamuda Bay se presenta como un exclusivo icono al servicio del cliente para hacerle feliz.

La vista del mar desde la Suite 208.

En su caso, muchos de ellos alargan sus estancias hasta dos semanas y el hotel ofrece, además de una excelente y variada gastronomía, otras virtudes que van más allá de compartir orilla con el mar: desde un buen número de actividades naúticas, gimnasio, kids club, servicio de transfer y su maravilloso spa.  

Las vistas del salón en la villa 2001 y la recién estrenada piscina del spa.

Con 4.300 m² de superficie, Médi-Spa no escatima en detalles y solo podría definirse como extraordinario. Acaba de estrenar su climatizada con una impresionante esfera de alabastro que hace las veces de lámpara colgando sobre ella. Se suma a las que ya tiene, también con suelos de márbol, en el edificio principal donde cuentan con cabinas donde dejarse en las talentosas manos de sus terapeutas.   

A hora y media del aeropuerto de Tánger y 15 minutos del de Tetuán, la noche con desayuno se encuentra en oferta hasta finales de año desde 450 euros