El griego que ha conseguido que los franceses se enamoren del feta
- Philip Chronopoulos, el chef griego que ha conquistado la alta cocina parisina con su fusión del Mediterráneo y la elegancia francesa, lidera espacios como los parisinos Palais Royal y Nolinski.
- Más información: Cómo hacer la moussaka perfecta como si fueras griego.
La gastronomía francesa es mucho más que un tipo de cocina: es un legado cultural reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Desde la delicadeza de una beurre blanc hasta la complejidad de un soufflé, la cocina gala ha enamorado al mundo y traspasado fronteras. Atención al detalle, precisión técnica y una reverencia absoluta por los productos de calidad han hecho de ella un tesoro no solo nacional, sino también mundial.
París, epicentro de esta tradición, es una ciudad donde la haute cuisine convive con los bistrós de barrio y otras tantas opciones que han ido haciéndose hueco en los últimos años. En este escenario de excelencia, entrar en escena como chef extranjero puede parecer una osadía. Pero Philip Chronopoulos no solo aceptó el reto que le propuso el grupo Evok Collection; lo superó con creces.
Este griego afincado en París ha logrado algo extraordinario: fusionar el Mediterráneo y esa forma de vivir y entender la gastronomía tan nuestra, con la elegancia francesa para ofrecer una cocina que sorprende y que le ha valido dos estrellas Michelin en uno de sus espacios y la colaboración a largo plazo con diferentes hoteles de París y Venecia.
El camino de Grecia a Francia: ¿puede el Mediterráneo triunfar en el país de la mantequilla?
La historia de Chronopoulos comienza en Grecia, rodeado de los sabores de su lugar natal y la frescura que caracteriza la dieta mediterránea. Fue allí donde desarrolló una pasión por la cocina basada en ingredientes honestos y sabores auténticos. Pero, como él mismo señala, su carrera no habría sido la misma sin las experiencias que vivió en Francia, trabajando junto a gigantes de la gastronomía como Alain Passard y Joël Robuchon.
"En Grecia, aprendí a amar la simplicidad y la frescura de los productos. Trabajar con chefs como Passard y Robuchon me permitió adquirir una gran rigurosidad y perfeccionar las técnicas. Estas experiencias me mostraron la importancia del detalle y la emoción en cada plato", explica. Esa mezcla de raíces y aprendizaje ha sido clave para desarrollar un estilo único, tan diferente, que hizo que los franceses empezaran a amar el aceite de oliva por encima de la mantequilla.
"El equilibrio entre la cocina francesa y mediterránea surge de forma natural, porque estas dos culturas comparten una pasión por los productos de calidad y una atención particular a los sabores. Es un juego sutil entre refinamiento y autenticidad, donde cada influencia enriquece a la otra", apunta.
Innovación desde las raíces
Fue así como este griego se hizo un hueco en una de las mecas de la buena mesa. Esa capacidad para reinventar la tradición e innovar desde las raíces lo ha posicionado como uno de los chefs más interesantes del panorama actual. Sus dos estrellas Michelin no solo avalan su talento, sino también una forma de trabajo que apasiona a todo el que visita el Palais Royal. Y aunque una tercera estrella podría estar en el horizonte, Chronopoulos prefiere concentrarse en lo esencial: "crear y compartir".
En el icónico Palais Royal Restaurant, Chronopoulos despliega todo su talento. Este espacio, situado en los jardines del Palacio Real, es una joya que combina la alta cocina contemporánea con la identidad mediterránea del chef. "Aquí, cada detalle cuenta. El objetivo es ofrecerles un momento único", describe el chef a Cocinillas.
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La cocina de Chronopoulos es una búsqueda constante de equilibrio. Como él mismo señala, su inspiración proviene de múltiples fuentes: recuerdos de infancia, viajes, productos de temporada o incluso una idea fugaz. "Las ideas nacen de todas partes, pero lo más importante es contar una historia en el plato, combinando simplicidad y profundidad", reflexiona. ¿Su cocina en tres palabras? "Creativa, sorprendente e intensa", tal como nos confesó el chef.
Diseñado por Christophe Tollemer, el restaurante nos invita a sentirnos como si estuviéramos en un apartamento parisino. En la mesa, los ingredientes mediterráneos como el aceite de oliva y el feta encuentran un lugar protagonista. En un país donde la mantequilla reina, estos sabores aportan frescura y autenticidad. El chef trabaja con varios formatos de menú, desde un menú especial para los mediodías, hasta el gran menú From Athens to Paris, pasando por una opción más corta y otra de temporada.
El queso feta, la tarama, las alcachofas o pescados y mariscos como la langosta o el San Pedro forman parte de un universo que no deja indiferente. Sorprende con platos como un refrescante brócoli con aromas de limón y melisa, que acompaña con un brioche, tan francés, con caviar, o unas costillas de cordero presentadas como un carré con alcachofa, orégano y garbanzos.
Alta cocina, pero también experiencias para todos los públicos
Todo ello ha sido posible gracias a su alianza con el grupo Evok Collection, liderado por Emmanuel Sauvage, un hedonista que ha dedicado su vida a concebir diferentes espacios como hoteles o este restaurante. La colaboración de Chronopoulos con el grupo no se limita a la alta cocina, ya que hace años que el chef también firma otros espacios. En Venecia lidera el restaurante del hotel Nolinski, al que han sumado una sede del Palais Royal, que también ha sido reconocida con una estrella Michelin.
París sigue siendo hogar, y es allí donde firma otro espacio, el Nolinski Restaurant, ubicado en el coqueto hotel boutique del grupo, a tan solo unos pasos de la Ópera. Aquí, el chef explora un enfoque más relajado sin perder la excelencia que lo define. Este espacio ofrece una experiencia burguesa renovada. "Queríamos proponer una cocina reconfortante, elegante pero accesible, que invite a la camadería mientras sigue siendo fiel a un saber hacer exigente", explica.
El hotel en sí es una delicia: elegante y sofisticado, con habitaciones fantásticas, un spa de ensueño en el subsuelo y un bar a la altura. Ahí se enclava este restaurante, con una fusión entre el Art Déco y toques setenteros. En la carta, el chef ha apostado por platos tradicionales como los huevos mimosa con caviar, el paté en croûte con foie gras de pato y pistacho o el steak tartar con patatas fritas.
Pero también ofrece otras opciones como unos ñoquis a la parisina con puerros y trufa o el volován de mollejas, pollo y colmenillas, con los que logra mantener la esencia clásica mientras la eleva con técnicas contemporáneas.