El Mercado de San José, más conocido como “La Boqueria”, está situado en Las Ramblas de Barcelona. Fue inaugurado en 1836. Los orígenes de este mercado lo sitúan fuera de las murallas de la ciudad para ahorrarse los impuestos que las tiendas tenían que pagar dentro. A medida que fue creciendo la Ciudad se instaló el Mercado cerca de donde hoy lo situamos.

El edificio donde ahora podemos disfrutar de “La Boqueria” era el antiguo convento de San José, de ahí su nombre oficial. En 1840 se iniciaron las obras para el mercado, ya que un incendio destrozó el convento y se decidió situar en teoría temporalmente el mercado, porque la rambla iba creciendo y tener las tiendas de carne, pescado, fruta, etc., en medio no quedaba muy bien. Pero ahí lo dejaron, y ahí quedó.

Hoy en día el Mercado ha cambiado mucho. Es muy turístico, demasiado si tenemos en cuenta el concepto que podemos percibir de lo que es un mercado tradicional. Quien va a visitarlo se queda pasmado con la cantidad de colorido, variedad y ganas de vender que puedes encontrar. La mayoría de turistas hacen fotos para tener un recuerdo de un lugar tan bonito, y algunos, más bien pocos, compran productos.

Aunque es verdad que hay bastante gente que vive en Barcelona que va al Mercado a comprar, se está notando mucho las pocas ventas para la cantidad de gente que lo visita al día. Esto se está convirtiendo en un problema para los comerciantes y aguantan como pueden con tal de sacar el mínimo beneficio. Los tiempos cambian, y lugares como este son máquinas del tiempo por las que echar un vistazo al pasado y de cómo un día nos preocupamos más por el producto que por el precio.

Con tal de que esto no pase tanto e intentar como puedan levantar las ventas, los vendedores se están adaptando a lo que sea: Nuevos idiomas, más marketing con los productos de venta, nuevos “inventos” que gustan a la gente y todo tipo de estrategias que años atrás jamás se habrían planteado.

En definitiva, el Mercado de “La Boqueria” es un mercado con historia, mucha historia. Seguirá creciendo y sorprendiéndonos. Si no lo habéis visitado, id a verlo, y si ya lo conocisteis en algún momento sabréis de lo que hablo.