La exclusividad, los yates, el atardecer mediterráneo y la buena gastronomía fueron en los tiempos del renacer de Mallorca los mejores reclamos para atraer a locales y turistas a los muelles de Puerto Portals. Muchos han sido los veranos en los que se ha fotografiado a la Familia Real en la terraza del Flanigan, un clásico de la cocina excelsa mediterránea que sigue llenando mesas.
Lo mismo pasa con el Capuccino que preside impetuoso una esquina del paseo, pero por el que, inevitablemente los años han hecho mella, al igual que por el Diablito, que ha despachado sin límite pizzas pero que también parece anclado en el pasado.
Tardaba en llegar, pero lo ha hecho, ocupando el corner de la entrada hasta la placeta y trayendo un soplo de aire fresco a todo el paseo marítimo de este icono del lujo mallorquín: el restaurante Yara, el último en sumarse a la familia empresarial del suizo Ivan Levy, el que un día fue propietario de más de 50 tiendas de The Body Shop en su país. Él junto a su pareja Sheela Levy y el chef Simon Petutschnig ya unieron sus fuerzas con anterioridad para dar forma a su primer restaurante, The Kitchen y más adelante Fera Palma, ahora los tres son también socios de Yara.
El matrimonio formado por Ivan y la diseñadora de interiores Sheela Levy aterrizó (para quedarse) en 2010, fecha en la que adquirieron Finca Son Naava en Montuïri. Un edén que alberga grandes extensiones de viñedos y olivos -cuentan con más de 3000- y que completa el círculo con el que quieren trasladar la sostenibilidad, temporalidad y territorio a sus proyectos.
El último, Yara, es también el último destino gastronómico en Puerto Portals, el complejo náutico a escasos kilómetros de la capital de Mallorca bañado por el lujo y la exclusividad. Este restaurante de aire sofisticado es un asador asiático- mediterráneo que ofrece una experiencia gastronómica única tanto en el interior como en el exterior.
La oferta de su carta es equilibrada, y cubre desde carnes a pescados, que se pueden disfrutar tanto por separado como en sus varios menús (Yara, 95 € y Chefs, 125 €), donde la parrilla robata juega un papel especial. De su diseño y ejecución se encarga el chef austriaco Simon Petutschnig, quien llegó a España en 2005 y ha pasado por casas como la de Paco Pérez (Miramar), Jordi Vilà (Alkimia) o Sergi Arola (Hotels Arts), de quien fue jefe de partida. Una vez en Palma, hizo parada en la cocina del hotel boutique San Francesc hasta llegar, más tarde, a Fera Palma.
Su filosofía cuando está tras los fogones pasa por apelar al "Mediterráneo sin límites", donde sus creaciones no conocen límites y la técnica viaja hasta Asia y más allá. Con estas ideas, la propuesta se distribuye en varios apartados, comenzando por los snacks. Bocados perfectos para compartir como las croquetas de carabinero con emulsión de guacamole, el calamar con lima y togarashi o los dim sum con shiitake y jamón ibérico Arturo Sánchez, un clásico traído de Fera. Antes de pasar a la selección de sushi y sashimi, hay que mencionar el apartado que le dedican al caviar, es Puerto Portals y, para muchos, el lujo es esto.
Dentro de los platos crudos y ensaladas, la ensalada verde con cangrejo de nieve - un crustáceo de delicado sabor que habita en profundidades someras, en el noroeste del océano Atlántico y del norte del océano Pacífico- y pepino con aliño de wasabi, es una perfecta pausa para aligerar la comida. También se encuentran otras ricas elaboraciones como el carpaccio de carabinero con vinagreta tailandesa, mango y aguacate.
Ricas también son sus tempuras y otros dumplings que preparan, como la gamba en tempura con lima y jalapeño. Y llega el turno para la robata. Carnes, pescados y vegetales se elaboran por este método japonés que significa literalmente "cocinar en chimenea", desde costillas, presa ibérica y wagyu hasta lubina, una fabulosa langosta acompañadas por unas patatas increíblemente buenas - todo gracias a su particular cocinado, como cuenta el chef, "en tres tiempos diferentes"-.
La gran terraza tropical aclimatada se extiende por parte del paseo del puerto brindando las mejores vistas a sus impresionantes yates y el pasear de la gente, convirtiendo el espacio en un lugar ideal para pasar cualquier velada.