A estas alturas no hace falta decir que en Madrid, si pestañeas, te pierdes una de sus aperturas. El ritmo no para, y que no pare. Siempre si se trata de propuestas accesibles y que acaban con el estómago contento, son todas aquellas que responden a las tres B: bueno, bonito, barato. Porque, aunque nos guste sentarnos a las mesas de la alta cocina, siempre está bien tener a mano estas direcciones en las que por muy poco se es feliz. Aquí van tres novedades que están dando que hablar en la zona sur de Madrid.
Jam (Marqués de Toca, 7)
Su nombre es ya toda una declaración de intenciones. ¡Aquí hemos venido a fluir! Y es que ese espíritu libre y desenfadado es una de las cosas que más atrapan de esta nueva taberna que trae el Oriente Medio a Madrid. Se trata del último proyecto de los brasileños Caio Abbud, Natalia Scortecci, Marcio Cardoso, Alexandre Janeiro y Wagner Rusca -los dos últimos también detrás de los exitosos Bucólico y SOLO Café-, que ocupa un recogido local en los límites que unen el barrio de Las Letras con el de Lavapiés.
El interiorismo y decoración ha corrido a cargo de la consultaría de los arquitectos André Cuk Doval y Verónica Fernández Fernández. Sencillo, recogido y evocador, mantiene algo del casticismo del barrio que le ha visto nacer. Su concepto de 'jamming' aquí consiste en mezclar y combinar los platillos que ofrece su carta para embarcarse en un viaje que no defrauda.
¿Las paradas? Esencial detenerse en su coctelería con gilda en mano -y permiso de los puristas-, aquí la preparan con pastrami, menta, cebolla encurtida, aceituna kalamata y piparra. La cosa se pone interesante con sus mezze, todos ellos caseros y realmente buenos, perfectos para sumergir el pan de pita que ofrecen por separado en carta. Difícil elegir entre el labneh con almendras tostadas, semillas de granada y suma o el babaganoush que elaboran con melaza de dátiles, nueces pecanas y eneldo. Sus hummus son fantásticos, desde el clásico, al de bacalao, y especialmente el de caponata.
Algo más seria se pone la cosa con sus pitas: los preparan de falafel, berenjena o calabacín. A continuación se puede optar por platillos como el chorizo criollo a la plancha, o el trigo frique, que consiste en bulgur grueso con pollo y ternera, yogur casero, menta y sumac. Aunque otra buena opción son sus raciones como la berenjena rebozada o los falafel que te costará no combinar con sus mezze, jugosos, sabrosos y nada apelmazados. Trabajan los vinos tanto orgánicos y naturales a precios que contando con los vecinos que cuenta son bastante razonables.
Hermanos Vinagre (Argumosa, 12)
A la familia de Hermanos Vinagre se suma un miembro nuevo dispuesto a llevar su particular ritual del aperitivo hasta Lavapiés, uno de los barrios más castizos de la capital y concretamente hasta la calle Argumosa, epicentro de taperío y terraceo desde que sale hasta que se pone el sol.
“A nosotros nos encantaría que hubiera un Hermanos Vinagre en cada barrio y ese es nuestro objetivo final a nivel empresarial, pero queremos construirlo a fuego lento, porque de otra manera generaríamos ese efecto moda que pensamos que es un riesgo y porque probablemente no seríamos capaces de crecer con la misma calidad y contenido que hemos ofrecido hasta ahora. Nuestra idea es crecer, pero no a cualquier precio”, asegura Enrique Valentí. Y así están deja constancia este nuevo local en Lavapiés.
Yeca Estrit Fud (Pº. de la Chopera, 33)
Esta recogida cantina que rinde homenaje a la cocina del Sudeste Asiático se ha ido al otro barrio. Que nadie se alarme, simplemente se ha mudado desde Lavapiés al tranquilo barrio de Arganzuela, donde ha ampliado su tamaño y brilla con otra luz. Su carta sigue siendo la misma, 'chiquitita pero matona': platillos con mucha esencia que recorren desde Tailandia hasta Indonesia, pasando por Vientam.
Al frente sigue Germán Bernardo, quien ha recorrido dichos países y se ha traído a la cocina lo aprendido, después de haberlo puesto también en práctica en otros referentes de Madrid como Sudestada o Kitchen 154. Con su llegada a esta esquina del Paseo de la Chopera las cosas se ponen picantes, que falta hacía, gracias a elaboraciones ya conocidas como su Nasi Goreng, sus dumplings o el Bánh Xèo, ese crepe vietnamita relleno de gambas, panceta y brotes de soja que necesita algo más de cariño y le sobra eneldo.
También se espera que, con mayores recursos y más personal, la carta comience a rotar, aunque de momento esa función la cumplen sus fuera de carta como los tacos de torrezno.