Con la llegada del verano, los destinos de playa empiezan a entrar en ebullición. No son pocas las novedades que acumulan todos ellos, ya sea en la península o en las islas. Hoy nos vamos a las Baleares, concretamente a la más pequeña -con habitantes- de todas ellas, Formentera.
De aguas de un azul increíble gracias a las praderas de posidonia y playas de arena blanca, es también uno de los destinos soñados por muchos para pasar el verano, porque todavía conserva ese halo añorado de calma y tranquilidad. Pero también es una de las que más sufre el overtourism, razón por la que el gobierno balear reguló incluso la cantidad de coches que podían entrar al día en la isla.
Otra de sus grandes lacras, ha sido la de los restaurantes con precios desorbitados. Cada verano, se hacen virales las cuentas de famosos chiringuitos en los que se vende mala calidad, a precio de oro.
Pero eso, afortunadamente, está cambiando y prueba de ello es el restaurante que hoy nos ocupa, una novedad en la isla que recupera la esencia de unos de sus chiringuitos míticos. Se llama Can Martí y se encuentra ubicado en plena playa de Migjorn. Con él regresa el alma del Sol y Playa, -después Sol y Luna- con una versión mejorada, cocina de calidad y sobre todo, precios muy amables.
Un chiringuito con historia
Para conocer todo sobre esta nueva apertura, nos hemos sentado a charlar con Marc Marín, el artífice del regreso del mítico Sol y Luna, que se ha puesto al frente de Can Martí junto a Martí Joan, uno de los miembros de esta familia que hizo famoso su puesto de playa en Formentera.
"Este espacio, el año que viene, cumplirá 50 años. Aunque realmente no hay una fecha fija porque esto empezó siendo un chiringuito de playa, donde vendían helados, cervezas y patatas fritas", empieza a contar Marc a Cocinillas. Eran los años 70 y en aquella playa, que por aquel entonces frecuentaban muchos alemanes, Mariano Martí fundaba este espacio, el bar Sol y Playa, junto a su mujer María.
"De lo que empezó siendo, se fue ampliando, dando comida como bocadillos y creciendo más hasta ser un restaurante." Fue pasando de generación en generación y como la siguiente a la que le tocaba todavía era muy joven para hacerse cargo, entre ellos Martí, decidieron alquilar el local. "Lo empezó a explotar una familia de Andalucía, que montó el Sol y Luna, un restaurante de mucho éxito, de un perfil más bien bajo a nivel precios, que hacía falta en la isla", explica.
Con las ganas de Martí y la ayuda de Marc, la familia retomaba la gestión del restaurante, ahora transformado en Can Martí. "Martí decidió volver a cogerlo y me llamó para que lo hiciéramos juntos." Por su parte, Marc, barcelonés de nacimiento, lleva muchos años dedicado a la restauración y 35 años en Formentera. "Desde hace 15 años estaba fuera del tema restaurantes, porque me dediqué más a la distribución de vinos, pero el concepto me llamaba mucho y me encantó."
La nueva vida de Can Martí
Así que este dúo se puso manos a la obra para dar nueva vida a lo que iba a ser Can Martí. Le dieron un pequeño lavado de cara, pero manteniendo esa vibra de sitio de siempre, con las mesas y sillas de antaño, la misma vajilla y haciéndolo más diáfano. Y el año que viene harán algo más de obra, pero para optimizar lo que ya tienen.
"Y tenemos el mar a 42 metros, que lo contamos el otro día", ríe Marc. Abren los siete días de la semana y dan desayunos, comidas y cenas, para un total de unos 110 comensales a la vez, pero "nunca sentamos a todos a la vez, sino que hacemos un par de turnos." Y no quieren ser un sitio solamente de temporada, porque su idea es abrir hasta diciembre. Eso sí, a partir de noviembre solamente los fines de semana.
Marc y Martí, junto a un equipo joven de cocina liderado por el gallego Eric Mariño y sus segundos, Sergio Lorente y Adri Guasch, han querido hacer de este, un sitio que tener mucho en cuenta en Formentera. Mariño, que ha pasado por muchos restaurantes y en los últimos años llevaba la cocina del restaurante Quimera, también en la isla, pone el puntito más gastronómico, mientras que el resto uno se dedica a arroces y los pescados.
Huerto propio y cocina de la isla a precios asequibles
¿Otro de sus grandes reclamos? Que prácticamente el 95% de sus frutas y verduras son de la isla, que traen de varios huertos repartidos por la isla y uno a apenas 70 metros del restaurante. Esto es gracias a que Martí, es el productor más importante de todos estros productos ecológicos en la isla y servía ya a grandes restaurantes como los que firma Jubany o Carles Abellàn.
La propuesta gastronómica la han centrado en cocina típica de la isla, con una fuerte apuesta por los pescados y arroces, pero "con un punto gastronómico elevado por encima de lo que hay". Trabajan con Josper y aunque también tienen plancha, aseguran que desde que abrieron en mayo, todavía no ha pasado nada por allí. "Todos los pescados y carnes pasan por el carbón".
En su carta que va variando casi a diario, porque trabajan con lo que da el huerto y los proveedores de la isla, no faltan una ensalada payesa con tomate y peix sec, una ensalada verde km 0 o su versión de la ensaladilla rusa, coronada con un tartar de pesca del día.
Entre los entrantes, destacan las gambas curadas al ajillo, unos mejillones a la marinera cítrica o el pulpo de Formentera a la bruta, preparado con "sobrasada, trigueros y mucho amor", como ellos cuentan.
Los arroces son la estrella de la casa. De bogavante, negro con calamar de Formentera, de pollo payés y marisco... Y el arroz Can Martí, una receta propia que incorpora salmonete y gamba roja. No quedan atrás los pescados como rodaballo, lubina o mero, además de los que estén de temporada, que preparan al Josper. Y por supuesto, las opciones carnívoras, como el picantón con patató de la isla o la terrina de cordero con crema de manzana Granny Smith y patatas revolconas con sobrasada.
A toda esta oferta suman platos fuera de carta, de unos ocho platos diarios, donde Eric pone la creatividad a funcionar, y elabora platos como una berenjena al Josper con burrata y aceite de menta o bonito escabechado. Por encargo también pueden preparar el plato típico de la isla de langosta, huevo y patatas.
Entre sus postres caseros, se pueden pedir una torrija de ensaimada con crema inglesa especiada o piña braseada con helado de coco, entre otros y terminar con un irish coffee con whisky y crema batida.
¿Otro de sus grandes reclamos? Sus precios accesibles. "Dando calidad, hemos conseguido ajustar los precios, con un ticket medio de unos 45 euros aproximadamente", sostiene.