En Ibiza no todo es caro. Que si bien los restaurantes de precio elevado son los que proliferan cada año, todavía existen espacios en la isla donde disfrutar de una experiencia ibicenca, genuina y sobre todo, hacerlo a un precio accesible a todos los bolsillos.
Y ejemplos no faltan por toda la geografía de la amada pitiusa. Los bocadillos de embutido casero del Bar Costa en Santa Gertrudis, los montaditos de Can Sulayetas en San Miguel, los platos combinados del Bar Llumbí en lo alto de Es Cubells o el menú del día de Es Pins, dan fe de ello. Y no son los únicos, porque cuando uno busca un poco, encuentra verdaderos tesoros que casi merece la pena guardar un poco en secreto.
Y ese es un sitio que tiene como protagonista a uno de los productos más amados cada verano, las sardinas. En esta estación es cuando al estar el agua más caliente, prolifera el plancton y las sardinas disponen de más alimento, lo que repercute en que se encuentren en un momento óptimo para disfrutarlas, con mayor tamaño y más grasa.
Pocos placeres hay comparables a disfrutar de una barbacoa de sardinas, en verano y junto al mar. Pues bien, aquí, en un acuario fuera de lo normal, puedes regocijarte con un menú sencillo a la par que asequible. Bienvenidos a las sardinadas del Aquarium Cap Blanc.
Un acuario fuera de lo común
Pero ¿cómo se hacen sardinadas en un acuario? Para entenderlo, tenemos que remontarnos unos años atrás. A pocos pasos de Cala Gració y en pleno Sant Antoni de Portmany, se encontraba esta cueva natural, con un entrante de agua de mar, a la que en un principio se la conocía como 'Sa cova de ses llagostes' o 'Sa Cova des Vell Marí', que es como se llama en ibicenco a las focas monje que se refugiaban también en ella.
En un inicio, servía como vivero de langostas que se exportaban a otras partes de la península y como criadero para guardar pescado vivo, para no tener escasez los días en los que el estado del mar no permitía la pesca.
Unos años más tarde, a las puertas ya de los 90, se hizo una pequeña reforma para que el espacio gozara de una mayor salubridad para albergar allí a otras especies, gracias al aumento de entradas de agua del mar, que permitía que el agua fuese siempre fresca y estuviera oxigenada.
Así, Cap Blanc se convirtió en un acuario de 300 m2, uno fuera de lo común y diferente a los que estamos acostumbrados, porque se ubica en un espacio totalmente natural y no moldeado por el hombre. Abre durante todo el año y que permite visitar, en esta inusitada gruta, muchas de las especies típicas de estas aguas pitiusas, como meros, pulpos o rayas. Además, forma parte de la red de recuperación de especies marinas y desde allí se contribuye al cuidado de animales heridos que se rescatan, como las tortugas, para más tarde devolverlos al mar.
Un menú por 18 euros: sardinas y ensalada payesa
Si el curioso acuario de por sí es una visita ideal para hacer durante el verano en Ibiza, el plus lo pone la propuesta que atrae a todos a su terraza y chiringuito que hay en la superficie. Se trata de una terraza que está, literalmente, sobre el mar. Apenas son unas mesas y unos taburetes al aire libre, pero su emplazamiento con vistas a la bahía de San Antonio y a la puesta de sol y con el mar bajo los pies, hacen de ella que sea idílica para los que buscamos un verano sencillo.
Abre todos los días para tomar bebidas y alguna tapa como boquerones, embutidos o quesos, pero lo realmente interesante, ocurre durante tres noches a la semana. Desde el pasado junio y hasta bien entrado septiembre, ofrecen sus noches de sardinada. Y el poder disfrutar de algo tan sencillo, rico y a buen precio, lo ha convertido en uno de los planes con mayúsculas de la temporada ibicenca. Además, con la reserva de la sardinada, incluyen la visita previa o posterior al acuario.
Esas noches, instalan una parrilla en las rocas junto a la terraza y asan sardinas sin cesar. Y son las protagonistas de un menú sencillo a la par que riquísimo, que se tarifa a tan solo 18 euros por persona, con bebidas y postre a parte. La experiencia arranca con pan payés y alioli casero y sigue con una fuente de ensalada payesa, preparada con patata, tomate, pimiento rojo y verde y cebolla.
Tras ella, llegan las sardinas, que se sirven en grandes cantidades (una docena aproximadamente para dos personas) y de las que se puede repetir, al igual que de la ensalada payesa. Todo ello regado con cervezas o con una sangría que se lleva muchos de los elogios. Para los pequeños de la casa, disponen de pizzas de jamón york que preparan al horno. Para redondear un menú típicamente ibicenco, las noches de sardinada también sirven del típico flaó, para pedir como añadido al menú y de helados.
Tan solo abren tres noches a la semana, de jueves a domingo y hacen dos turnos, uno que empieza a las 20:30 y otro a las 22:30, por lo que si quieres vivir la experiencia, es recomendable que reserves a través de su página web y lo hagas cuanto antes.