Formentera, conocida por sus playas de ensueño y atardeceres espectaculares, ha visto un aumento en la calidad y variedad de su oferta culinaria en los últimos años. Un claro ejemplo de esta evolución es Sol Post, el restaurante del hotel Cala Saona, liderado por Joan Costa y un joven y talentoso equipo procedente del prestigioso Cinc Sentits de Barcelona. Desde la cocina de este hotel que se postula como destino gastronómico en sí mismo están revolucionando el panorama culinario de la isla a la que pronto podrían llevar su primera estrella Michelin.

Un proyecto joven, audaz y original

Joan Costa, un chef con una vasta experiencia, incluyendo un periodo bajo la tutela de Ángel León, volvió 'a casa' para apostar por una propuesta innovadora al frente del proyecto familiar que dirige como cuarta generación. Sol Post es la joya gastronómica sobre la que más expectativas tiene y se encarga de su dirección. 

Dejó la cocina en manos de Mauro Rivas y Armand Vidal, dos jóvenes cocineros que cierran el círculo con Clara Campoamor, jefa de pastelería. Juntos han dado forma al menú degustación "Arrels". Este menú, que se sirve exclusivamente por la noche, se distingue por su complejidad y creatividad, combinando elementos de las cocinas salvadoreña y catalana con productos locales de la isla.

Armand Vidal, Clara Campoamor y Mauro Rivas, al frente de la cocina de Sol Post.

A estos tres 'jóvenes mosqueteros' que defienden el frente desde cocina, les acompaña un experimentado equipo, todos menores de los 30 años, que forman piezas esenciales del engranaje como son la sumiller Cristina Bonetti, gestionando una bodega compuesta de más de 300 referencias, muchos de bodegas pequeñas y exclusivas y Jacopo Righetti, a cargo de la sala

La fusión de cultura y sabor

El arranque fue todo un periodo de experimentación y durante los primeros meses la  carta, que defendía el chef anterior, se basaba en arroces, pescados y carnes a la brasa, pero luego llegó el menú que se ha ido moldeando con un equipo renovado durante las tres últimas temporadas.

El menú degustación arranca simultáneamente a la puesta de sol.

El menú degustación de Sol Post se divide en cuatro tiempos y así lo introduce Righetti. El viaje por el Salvador arranca con unos aperitivos servidos en la terraza del restaurante, que coincide con la impresionante puesta de sol, dicen las 'buenas lenguas' que es sin duda la mejor de la isla. Elaboraciones que rinden homenaje a las raíces de Mauro Rivas: bocados salvadoreños como la pupusa rellena de guiso de rabo de toro, el guiso de maíz y el crujiente de yuca con leche de tigre de médula de atún. 

Le sigue un viaje por Catalunya que recoge platos catalanes como el trinxat de patata y col con butifarra de perol, la albóndiga de carne madurada y la esqueixada que sirve para interpretar las raíces de Vidal. 

La segunda parte del menú se desarrolla en el comedor y se compone de una serie de platos que combinan la cocina centroamericana y mediterránea. Cruces migratorios que conectan culturas y despensas y se interpretan a partir de elaboraciones que no pierden de vista la tradición y rinden homenaje a los territorios que han dado sentido a estos jóvenes chefs. 

Los jóvenes chefs en la sala de Sol Post.

La secuencia empieza en la cocina abierta, que se ve en todo momento una vez que el servicio pasa a la sala, con algún otro bocado pequeño como el pastelito, que es una empanada de maíz rellena de capipota, un guiso tradicional de Cataluña, que da paso a elaboraciones más contundentes. 

Jacopo Righetti y Mauro Rivas en cocina.

Se disfruta especialmente el homenaje al porc negre con manitas crujientes y consomé de costilla, la sirvia con ajoblanco y la rotja (cabracho) con crema de erizos y gamba, que demuestra la habilidad del equipo para manejar productos locales de manera innovadora. 

Sirvia, ajoblanco y loroco.

Emociona el juego de registros para dar valor a dos cocinas tan dispares pero que se entienden tan bien cuando llegan a la mesa, definitivamente es algo que ocurre con la molleja.

"Maridamos casi todos los pases menos dos y el último postre, que pide ir solo" comenta Bonetti, destacando el patrimonio enológico por descubrir allí, "porque la filoxera no llegó a Formentera. "El peso se reparte principalmente en dos bodegas con variedades moscatel, viogner, garnacha blanca y monastrell y cabernet sauvignon para los tintos, variedades más foráneas".

Postres que evocan el paisaje isleño

La nota dulce o, más bien, el broche de oro al menú degustación, la pone la jefa de repostería, Clara Campoamor, quien ha creado postres sobresalientes que presenta como obras de arte que reflejan su profunda conexión con el entorno isleño. Su postre Ses Salines combina gel de enebro, rocas de limón y tierra de hierbas para evocar el paisaje de las salinas de Formentera.

Higuera, un postre magistral de Clara Campoamor.

Pero, sin duda, la elaboración que más emociona es la inspirada en la higuera, concretamente en la que se encuentra en el corazón de la isla y desde 1993 forma parte del Catálogo Balear de Árboles Singulares, siendo una de las más grandes de España. Se compone de un helado de hoja de higuera y confitura de higo, que captura la esencia del verano en la isla.

La búsqueda de la estrella Michelin

Un equipo prometedor al frente de la propuesta de Sol Post.

Con vistas al Mediterráneo y uno de los atardeceres más espectaculares de Formentera, Sol Post apuesta por esta experiencia gastronómica que va más allá de lo esperado en una isla conocida por su turismo de sol y playa. Cada noche, 12 comensales tienen la oportunidad de embarcarse en un viaje sin moverse de la mesa con una constante, la búsqueda de la perfección y la creatividad de un equipo que aspira a una estrella Michelin, un objetivo realista y justificado.

Un destino en sí mismo

Joan Costa, chef y propietario de Sol Post.

El restaurante Sol Post, forma parte de la propuesta gastronómica que ofrece el hotel Cala Saona, junto a su Restaurante Cala Saona y su Restaurante Sol, a pie de playa. A todos, incluso a sus desayunos, merece la pena volver. El sueño materializado de Joan Costa, cuarta generación de una familia dedicada 100 años a la hostelería en la bella isla, donde se para el tiempo, se disfruta del entorno natural y de la playa de arena blanca y agua cristalina que abraza el hotel Cala Saona.