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Una nueva generación de chefs y profesionales culinarios está posicionando la gastronomía aragonesa y, en especial, la de Zaragoza, como un punto de referencia en la escena culinaria española. Entre ellos destacan Franchesko Vera y Flor García, una pareja tanto en la cocina como en la vida que lidera el extravagante restaurante Gamberro, situado en la calle Bolonia de la capital maña.

Este acogedor local, galardonado con un Sol Repsol y recomendado en la Guía Michelin, ofrece una cocina creativa y única. Gamberro es sinónimo de irreverencia, elegancia y juego, caracterizándose por su estilo distintivo que se apoya en una selecta despensa de productos locales, nacionales y, en algunos casos, internacionales. Su lema: "De Aragón al mundo".

Franchesko Vera (Zaragoza, 1991), autodidacta y apasionado, comenzó a trabajar en restauración a los 16 años, un inicio que le permitió adquirir conocimientos culinarios de todo tipo a través de libros. A los 20, un viaje a Italia confirmó su vocación por la alta cocina. Su trayectoria lo llevó a explorar la gastronomía asiática en Ibiza, a sumergirse en las recetas de los Pirineos y a realizar un stage en el restaurante de Martín Berasategui. En 2014 regresó a Zaragoza, donde conoció a Flor García, con quien decidió compartir un sueño: crear su propio restaurante.

Franchesko y Flor García. Gamberro

Por su parte, Flor García (Zaragoza, 1992), vinculada a la atención al público desde temprana edad, comenzó en la hostelería y la repostería, para luego, con tan solo 16 años, lanzarse a la restauración en diferentes roles. Su encuentro con Franchesko selló su destino juntos, y en 2015 abrieron Gamberro en un pequeño local de barrio. El éxito no tardó en llegar, y en apenas un año, se mudaron a un espacio más amplio. Desde entonces, han trabajado incansablemente, y en 2017 Flor asumió la dirección de sala, demostrando un talento innato para la sumillería y el trato al cliente.

Gamberro se consolidó rápidamente, ganando en 2019 una mención en la Guía Michelin. Ese mismo año, con el nacimiento de su primer hijo, Franchesko y Flor cerraron temporalmente para reorganizar el concepto de su restaurante. En febrero de 2020 reabrieron, pero la pandemia los obligó a cerrar nuevamente. A pesar del golpe, continuaron con determinación y recuperaron su lugar en la Guía Michelin, alcanzando además un Sol Repsol. Su meta actual es seguir creciendo y consolidarse como un referente gastronómico nacional.

Esparraguines a la brasa. Gamberro

Un menú que recorre sabores del mundo con identidad aragonesa

El estilo culinario de Gamberro combina producto, técnica y concepto. Según Franchesko, el objetivo es "romper las reglas para llegar al sabor, al detalle, a la esencia". Gamberro fusiona ingredientes locales con internacionales para ofrecer una experiencia sorprendente.

Su menú de 17 platos, reservado con antelación y a ciegas, ofrece una experiencia de dos horas y media que comienza simultáneamente para todos los comensales. Los platos evolucionan con las estaciones, como el 'Guardia Civil 2.0', una versión del típico bocadillo aragonés, o la 'oliva' de mejillones en escabeche, un trampantojo servido en la mano del comensal.

El compromiso con la calidad del producto se refleja en sus proveedores, entre ellos Cultivo Desterrado de Sanlúcar de Barrameda o la carnicería Belloc en Zaragoza. La oferta culinaria es complementada por una bodega de 200 etiquetas, seleccionadas por Flor, que incluyen vinos de Aragón, España y otras partes del mundo.

Un equipo unido en un espacio underground

El restaurante, diseñado por la propia pareja, refleja su estilo urbano, punk y ecléctico con detalles como grafitis, tablas de skate y calaveras, decoraciones que añaden personalidad al espacio. Con un equipo que consideran su "familia", han logrado un ambiente laboral que prioriza el equilibrio entre trabajo y vida personal, un enfoque clave para la calidad del servicio y la cocina.

Después de casi una década, Gamberro sigue recibiendo un reconocimiento excepcional, atrayendo tanto a residentes como a turistas. Para Franchesko y Flor, el objetivo es claro: seguir contribuyendo a la escena gastronómica de Zaragoza y dar a conocer la cocina aragonesa a través de su elegante irreverencia.