Publicada
Actualizada

Valencia no puede quedar en el olvido. Aunque ya han pasado más de dos semanas desde que la DANA azotó con fuerza los alrededores de la ciudad, nuestros pensamientos siguen con todos aquellos que sufrieron el efecto devastador de este desastre natural.

Ahora, es el momento de seguir sumando, ayudando en todo lo que podamos y cómo no, echando un capote a aquellos que también han estado también han hecho con su esfuerzo, ya sea con donaciones o con ayuda directa, porque todo vuelva a la normalidad, los restaurantes. Ya lo informábamos hace unos días, la hostelería valenciana está pasando un mal momento, con aluviones de cancelaciones y problemas para acceder a estos espacios. 

Nunca nos cansaremos de recomendar lugares únicos en la ciudad del Turia. Hoy le toca el turno a una barra que celebra la vida y la gastronomía de calidad. En pleno corazón de Valencia, Barrafina se ha convertido en la barra que todos soñábamos tener cerca. Julia Martínez y José Tomás, responsables también del reconocido restaurante Q’Tomas, han dado un golpe sobre la mesa, recuperando el centro histórico como epicentro gastronómico. Porque ya se sabe: los centros de las ciudades, poco a poco, pierden su alma, víctimas de la gentrificación.

Volver a convertir en centro de Valencia en destino gastronómico

A pocos pasos del Ayuntamiento de Valencia y de puntos destacados como la calle Colón o edificios emblemáticos como Correos, abundan los restaurantes. Sin embargo, la mayoría son cadenas de comida rápida, como ocurre en el centro de muchas ciudades. Afortunadamente, hay excepciones.

Barrafina

En esta zona destacan espacios como Llisa Negra o El Poblet, de Quique Dacosta, y los proyectos de Julia Martínez y José Tomás. Tras trasladar Q’Tomas a Pascual i Genís, decidieron apostar por un concepto que parecía faltar: una barra que rinde homenaje a los clásicos de siempre, pero con un toque actual que ya ha conquistado a todo aquel que se sienta allí.

Barrafina

En la misma calle que su “hermano mayor” (aunque ambos sean conceptos muy diferentes), nació Barrafina, una barra de toda la vida con el mejor producto, pensada como una auténtica celebración. Producto y hospitalidad se dan de la mano en la que ha sido una de las mejores aperturas de los últimos años. 

La barra que Valencia necesitaba

A pocos metros de Q’Tomas, se toparon con el espacio ideal para dar vida a Barrafina. Su apuesta no solo era gastronómica, también estética: un lugar donde comer de maravilla rodeado de un ambiente acogedor y elegante. Nada más cruzar la puerta, te envuelve el glamour del siglo pasado, con un diseño que rinde homenaje al art decó, dominado por tonos verde botella, dorados y detalles aterciopelados. 

Barrafina

Y es que además de su acogedor interior con la barra y mesas bajas, cuenta con una terraza al aire libre que se puede aprovechar prácticamente a diario, gracias al buen clima del que goza la ciudad. 

Barrafina

Si el entorno es cautivador, el concepto lo es aún más. Desde el primer día, Barrafina ha girado en torno a la calidad del producto y una carta tan variada como irresistible, capaz de adaptarse a cualquier ocasión o cliente.

Una carta que lo tiene todo

La carta es como para pedirla toda e ir racionándola en cada visita. Hay producto, hay elaboraciones, hay tradición, hay innovación... De los crudos, destacan opciones como el tomate de temporada con burrata de Puglia o un dúo de tartares, que se presentan de carabineros y gambas rojas de Denia, permitiendo hacer una comparativa muy sabrosa con sabor marítimo.

Macarena Escrivá

A partir de aquí, conviene no perderse los salazones liderados por la hueva de mújol semicurada, que son un homenaje a la tradición de la terreta. Y seguir con los clásicos, como los llaman, típicos platos del tapeo en barra que aquí elevan la experiencia. Ensaladilla rusa a la sevillana, cóctel de marisco con salsa rosa, bravas, gambas al ajillo... y un sinfín de opciones de picoteo sobresalientes.

Barrafina

El apartado de lonja también es imprescindible, con opciones como sepionets, clóchinas o navajas. Y para los amantes de la fritura, destacan los salmonetes en tempura o los buñuelos de bacalao, acompañados de un alioli de miel que redondea cada bocado.

Barrafina

Otra de las señas de identidad de Barrafina son sus brioches, molletes y montaditos, ideales para comer con las manos sin renunciar a la excelencia. Entre ellos, brillan el mollete de pulpo con mayonesa ahumada y patata paja, un excelente pepito de solomillo a la plancha con foieque ya es un emblema de la casa y el montadito de atún rojo con wasabi.

Macarena Escrivá

Y unos crêpes suzette de categoría

Como siempre se dice, hay que dejar hueco para el postre. Tras un festín a base de producto, vuelven a conquistarnos con el mundo dulce. Apuestan por el postre 'viejuno' en el mejor sentido de la palabra, en esas elaboraciones que cada vez cuesta más encontrar en los restaurantes. Clásicos como el flan con nata, el corte de helado de turrón o chocolate y nata, el milhojas de crema o las trufas de chocolate al ron son solo algunos de los ejemplos.

Macarena Escrivá

Y por supuesto, el favorito de la casa, una elaboración que ya solo encuentra en restaurantes de postín y que aquí bordan a la maravilla, los crêppes suzette. Este postre que se elabora con naranja y generalmente licor Grand Marnier, aquí brilla con luz propia, servido con un chantilly casera y helado de vainilla, que no hacen sino elevar todavía más la experiencia de pedirlos.

Barrafina

La bodega está a la altura de la ocasión, con más de 500 referencias de vinos nacionales e internacionales. ¿Una recomendación? Comer con burbujas o probar el vino de la casa, Picote, un vino de autor elaborado en la Rioja Alavesa. 

Un futuro prometedor

Julia y José, pareja en lo personal y lo profesional, no se detienen. Pronto abrirán un restaurante japonés, Hiro, a pocos pasos de sus otros conceptos, consolidando su presencia en el barrio. Además, ya trabajan en llevar Barrafina a Madrid, un proyecto que seguramente replicará el éxito cosechado en Valencia.