En una ciudad donde la oferta gastronómica es tan diversa como vibrante, la alta cocina francesa sigue siendo una rara avis. Sin embargo, hace años que Le Bistroman logró romper esta tendencia, convirtiéndose en el gran embajador de la gastronomía gala en Madrid. Apenas supera el lustro de vida y presume de una consolidada trayectoria.
Los focos lo señalan más allá de los encuentros desafortunados con políticos de estado, este coqueto bistró cuenta con la recomendación de la prestigiosa Guía Michelin y dos Soles Repsol, además de haber sido reconocido como el mejor restaurante de cocina internacional en los VIII Premios de Gastronomía de la Comunidad de Madrid. Logros y aplausos que ratifican su estatus como templo del savoir faire culinario francés en la capital española.
La visión de dos apasionados de la gastronomía
Detrás de este éxito están Miguel Ángel García Marinelli y Stéphane del Río, dos profesionales con una trayectoria impecable que decidieron emprender un viaje gastronómico para traer un pedacito de Francia a Madrid. Su historia es la de una pasión compartida por la cocina, una mezcla de tradición y creatividad que ha dado como resultado un restaurante donde cada plato pretende ser una obra de arte, tanto por su contenido como por su continente.
El chef Stephane del Rio, al frente de Le Bistroman.
Le Bistroman abrió sus puertas en 2019 como un atelier culinario donde la técnica y el producto son los verdaderos protagonistas. Desde la selección minuciosa de ingredientes que se vuelven únicos protagonistas en la mesa hasta el gran servicio de sala, que supervisa la sumiller Carolina Postigo a quien poco se le escapa, todo en este bistró está pensado para ofrecer una experiencia genuina, sin la rigidez de los grandes restaurantes de haute cuisine pero con todo tipo de detalles para hacerla memorable.
Un menú que transporta a París con cada bocado
La carta de Le Bistroman es un homenaje a los grandes clásicos de la gastronomía francesa. Entre los entrantes destacan las ostras de Marennes-Oléron con aceite de hinojo, el foie gras casero de pato y el paté en croûte, referencias ineludibles de la casquería gala. Bocados que suceden a los aperitivos que suceden al principio como el paté de sardina al carbón o el sabroso buñuelo de morcilla con manzana.
Su salmón marinado es uno de los pases del comienzo del menú.
También brillan propuestas como la sopa de cebolla hojaldrada con queso Comté o los caracoles rellenos con persillade que cuentan con su propia vajilla, tan cuidada a lo largo de toda la experiencia. Difícil de olvidar es también el ravioli relleno de Comté y ricotta. Platos que evocan el París más auténtico y que se pueden disfrutar en formato de carta o a partir de sus menús.
El steak tartar de Le Bistroman.
En los principales, el steak tartar con yema curada, el magret de pato Label Rouge y el lenguado a la meunière o a la algo más desconocida y rotundamente recomendable grenobloise son elaboraciones que ponen de manifiesto el buen saber hacer de Stephane en la cocina. Además, en temporada de caza y setas, su carta incorpora delicias como la paloma torcaz ahumada en hierbas provenzales, el pato azulón à la royale que es toda una exquisitez o la Pithiviers (ese primo hermano del wellington, pero más recogido y aún si cabe más refinado) de pichón de Mont Royal y foie gras.
Para los que buscan una experiencia aún más inmersiva, el restaurante ofrece dos menús degustación. Le Grand Menu (110 euros) propone un recorrido gastronómico con platos icónicos y creaciones fuera de carta, mientras que Le Menu (85 euros) ofrece una versión más ligera, pero igualmente exquisita.
El pichón, otro de los pases de la propuesta de Le Bistroman.
Un bistró con carácter y elegancia
Más allá de su cocina excepcional, Le Bistroman seduce por su ambiente cálido y refinado. Casi escondido en una tranquila calle en las proximidades de la Ópera de Madrid, su decoración combina con acierto el clasicismo y la rusticidad: paredes de ladrillo visto, cacharrería de cobre, ristras de ajos y lámparas de araña que recuerdan a los icónicos bistrós parisinos. Una sala cálida y acogedora donde se para el tiempo por momentos y donde cada detalle ha sido cuidadosamente pensado para hacer que el comensal se sienta, por unas horas, en la Francia más auténtica. Un objetivo más que cumplido.
Le Bistroman es una suerte de restaurante, una invitación a viajar con el paladar siempre con billete de vuelta, porque es uno de esos templos que se merecen de vez en cuando revisitar. Un lugar donde la tradición se encuentra con la excelencia, y donde cada plato es un homenaje a la cocina francesa más pura.