Vinos para ver con nuestra película favorita hay muchos, pero no todos se han convertido en iconos en manos de personajes inolvidables o han protagonizado escenas míticas de la historia del celuloide. Recordamos algunas de las referencias que han conquistado la gran pantalla para disfrutar, con una copa de vino, de la 94ª edición de los Premios Óscar.
El champán de James Bond
007 no sólo bebe martini con vodka mezclado, no agitado. También es bastante especialito en lo que respecta al champán. Le gusta lo bueno y lo caro, como buen agente secreto. Por eso, desde sus primeras misiones le hemos visto descorchar botellas de Bollinger hasta convertir a esta casa de Champagne en un icono mundial.
“Es un orgullo poder celebrar 40 años al lado de James Bond. Una prueba más de la amistad que nació en 1979 entre mi padre, Christian Bizot, y el productor de esta saga de grandes películas, Cubby Broccoli, basada en valores compartidos, como la excelencia y la elegancia”, confesaba Étienne Bizot, Consejero Delegado de la Société Jacques Bollinger, para la edición limitada de Bollinger Millésimé 2011 que celebra 4 décadas de asociación con el famoso personaje.
El chianti de Hannibal Lecter
“Uno del censo intentó hacerme una encuesta. Me comí su hígado acompañado de habas y un buen chianti”. En la que quizás sea una de las escenas más famosas de 'El silencio de los corderos', Anthony Hopkins en su popular papel de Hannibal Lecter, se refiere así a uno de los vinos italianos más prestigiosos y reconocidos del mundo.
Originario de la Toscana, en el centro de Italia, el chianti se elabora con uva sangiovese según las normas de la denominación Chianti Superiore. Un vino tinto de culto que, ciertamente, armoniza a la perfección con recetas de carne. Preferiblemente no humana.
El merlot que sí le gusta a Miles
En 'Entre copas', la película de Alexander Payne que de alguna manera inventó el concepto de enoturismo, el depresivo Miles (personaje interpretado por un sublime Paul Giamatti), no deja de sentar cátedra sobre las bondades de su uva favorita, la pinot noir. Hasta el punto de influir, en la vida real, sobre la demanda de esta variedad desde el valle californiano de Napa hasta las bodegas españolas (roturas de stock incluidas), en detrimento de la merlot, que tanto aborrece el protagonista.
Sin embargo, el vino que el actor bebe a escondidas en un burger y en un vaso de cartón, en un momento álgido de soledad y de aceptación de su divorcio, es un tinto de la ciudad francesa de Saint-Émilion elaborado con uva cabernet franc y (ojo, cuidado) uva merlot. Error o licencia artística, lo cierto es que se trata de un Chateau Cheval Blanc del 61, considerado uno de los mejores burdeos de la historia.
*Apunte cinéfilo: Anton Ego, el desagradable crítico gastronómico de 'Ratatouille', pide el mismo vino (aunque de otra añada, la del 47) para acompañar la receta que da nombre a esta magnífica película de animación, justo antes de tener su famoso "momento revelación".
Burbujas en Casablanca
“El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”. Nada puede mejor la mítica frase pronunciada por Humphrey Bogart en 'Casablanca' que un champán. El mundo, tal y como lo conocen, se hunde a sus pies, y Rick, Isla (fabulosa Ingrid Bergman) y Sam se disponen a beberse las tres últimas botellas de Mumm Cordon Rouge.
Este espumoso icónico de la maison francesa, bautizado así por su homenaje al lazo rojo de la Legión de Honor gala, el máximo honor civil de Francia que ha adornado cada una de sus botellas desde 1876, es una compleja mezcla de más de 100 crus diferentes, con 20 meses de maduración en las bodegas de la casa. Un vino que protagoniza todo el metraje como símbolo de aceptación ante la catástrofe y agradecimiento a lo bueno, aunque efímero, de la vida.
El festín (enológico) de Babette
En la que para muchos es la mejor película gastronómica de la historia, no podían faltar algunos de los vinos mejor valorados de todos los tiempos. La famosa cena de 'El festín de Babette', ambientada en una remota aldea de Dinamarca a finales del siglo XIX, comienza con un amontillado (recordemos que en esa época Jerez era mucho Jerez), sigue con un champán (nada más y nada menos que un Veuve Clicquot) y termina con un borgoña.
Un Clos de Vougeot 1850, para ser más exactos. Uno de los grandes crus de la región francesa, en aquel momento en manos de los mismos dueños que la Romanee Conti. Con este maridaje propio de la carta de un tres estrellas Michelin, la película de Gabriel Axel se llevó el Óscar ese año, el primero para una película danesa.
El brindis de Di Caprio
“Por que cuente”, proclamaba un joven Leondardo Di Caprio en las ropas de Jack Dawson durante la aciaga cena en primera clase a bordo del mítico barco que daba nombre a la película 'Titanic'. Brindaba por un futuro mejor para él y para Rose Calvert (la siempre soberbia Kate Winslet), aunque pronto sabríamos que no se acabaría cumpliendo. Y lo hacía con una copa de Henri Abelé, el champán que se sirvió en la fatídica última cena de gala del Titanic.
El 14 de abril de 1912 se hundió el trasatlántico más grande de su tiempo en su primer viaje, y con él, las numerosas botellas de champán de esta centenaria bodega de Reims, pensadas para acompañar los exquisitos menús elegidos por el "dios" de la cocina de la época, August Escoffier, para “el mejor restaurante del mundo”.
El jerez que se llevó el viento
Lo que el viento se llevó en realidad fue un sherry, durante el doblaje de la película más famosa de todos los tiempos. El que le ofrece Rhett Buttler (Clark Gable) a la sirvienta para celebrar el nacimiento de su hija. "Have a drink of sherry", le dice en la versión original, tendiéndole una copa de jerez. No sabemos por qué esta mención se eliminó del doblaje al castellano, sobre todo cuando estos vinos eran el oro líquido español al que los artistas de la época tenían gran aprecio.
Desde Orson Welles hasta Ingmar Bergman, pasando por el Bond de Sean Connery, y artistas como Gary Cooper, Marilyn Monroe o Marlene Dietrich, aficionados al jerez en sus vidas privadas, resulta interesante observar la especial incidencia de estos grandes vinos andaluces en la cultura a través del cine. Una de las últimas incursiones ha sido en la española 'El verano que vivimos', rodada hace un par de años en la bodega Tío Pepe y las viñas de González Byass.