Si 2021 estuvo marcado por las temperaturas bajo cero y las fuertes nevadas, 2022 pasará a la historia de España como el año de la sequía. De hecho, este es el tercer año con mayor sequía en lo que va del siglo, según la Agencia Estatal de Meteorología. Mientras los embalses registran un 46 % de capacidad en el mejor de los casos y un verano repleto de olas de calor encadenadas, una certeza preocupa a los agricultores: no ha llovido lo suficiente, y lo que es peor, sigue sin llover. Una catástrofe para el campo que afecta directamente al cultivo de la vid y que amenaza a la próxima vendimia, adelantándola hasta cerca de un mes en gran parte de nuestra geografía y reduciendo considerablemente la producción. Aunque no todo son malas noticias.
En el Marco de Jerez, Antonio Flores, enólogo de González Byass, asegura que esta ha sido la vendimia más adelantada que ha conocido. «En mis 42 vendimias, esta ha sido sin lugar a dudas la más temprana de las que hay registro; algunas bodegas comenzaron a recoger uva a final de julio, algo impensable hace años, cuando empezábamos a vendimiar entre la primera y la segunda semana de septiembre. Es básicamente un mes de adelanto», señala. «El problema no es que este año haya sido seco, sino que los anteriores también y estamos arrastrando un ciclo de sequía importante, la planta ha tenido pocos recursos de los que tirar y en Jerez está prohibida la irrigación, por lo tanto, no se le ha podido aportar agua a la retenida por la albariza».
Que estamos inmersos en un ciclo de cambio climático global es evidente, destaca Flores, y a la sequía este año se han sumado unas semanas de temperaturas extremas en verano y un intenso viento de levante, lo que ha hecho que la uva evaporase agua y concentrase mucha azúcar antes de tiempo, sin que los ácidos tuvieran tiempo de transformarse. «Se produjo un parón en el ciclo vegetativo de la vid y eso hizo saltar la alarma, porque la uva se paga al peso, y con la evaporación de agua se estaba perdiendo volumen. Muchos agricultores se lanzaron al campo y recogieron una fruta poco equilibrada. Nosotros esperamos y pasó algo curioso. Después de ese golpetazo de calor, la vid tiró de la poca humedad que quedaba en la tierra hasta que entró poniente y la uva engordó y acabó su ciclo. La naturaleza es sabia».
Gracias a este giro de guion, las previsiones de producción en el Marco de Jerez han mejorado. «Había quien decía que tendríamos un 40 o un 50 % menos de cosecha este año, pero al final no ha sido así. De una vendimia de 57 millones de kilos en 2021, habremos tenido unos 36 o 37 millones de kilos en 2022. La merma ha sido muy dispar, la caída de rendimiento ha dependido de la zona, pero sobre todo del cuidado que había tenido la viña. En González Byass ha sido del 15 %, y la media en el Marco estará entre el 25 y el 30. La pelea por el vino empezará ahora para los que tengan que reponer sus soleras comprando vino del año, porque hay poco y se disparará el precio».
En La Mancha, para Elías López Montero, enólogo de Bodegas Verum en Tomelloso (Ciudad Real), las sensaciones de la cosecha de este año son complejas. «Hoy en día lo que más buscamos en el vino es la frescura, y esta está muy relacionada con la acidez, algo a lo que afectan directamente las altas temperaturas. El calor continuado va en detrimento de los ácidos y hemos tenido que adelantar la vendimia para salvar esa frescura».
Elías asegura que este año los vinos van a ser «vinos de equilibrista», porque hay que acertar muy bien con el punto de maduración y vigilar mucho las fermentaciones de esa vendimia más temprana, para que el perfil tánico sea el apropiado. «La sequía también ha hecho que el cuajado sea menor y el grano se haya quedado más pequeño, bajando así el rendimiento en estos primeros compases de la vendimia», comenta. En su caso, habrá que esperar hasta primeros de septiembre para sacar las conclusiones definitivas.
La D. O. Rueda también está experimentando los estragos de la situación climatológica actual. «Las fuertes olas de calor del verano han provocado un importante estrés hídrico a las plantas durante los meses de julio y agosto. Esto supone que la cosecha se haya adelantado un poco, aunque no tanto como esperábamos, y que las viñas se hayan comportado de forma diferente según sean de regadío o secano, ya que las que han tenido posibilidades de ser regadas han podido soportar mejor las altas temperaturas», explica Carlos Yllera, director gerente de la denominación.
«Se prevé una reducción de la cosecha en relación con lo inicialmente esperado, y aunque es pronto porque la vendimia acaba de comenzar y todavía falta el grueso de la campaña, se calculan entre 125 y 130 millones de kilos, lo que podría suponer récord de cosecha en la D. O. Rueda, ya que el máximo de producción de uva con derecho a calificación fue en 2018, con casi 125 millones de kg, de los cuales más de 124 fueron de uvas de variedades blancas», añade el presidente. «Conviene indicar que al venir las bayas más pequeñas que un año normal, el rendimiento de extracción en bodegas será un poco más bajo que la media de los últimos años, pero el estado sanitario de las uvas es muy bueno y, con el gran trabajo de viticultores y bodegas seguro que obtenemos unos vinos de excelente calidad».
En La Rioja, la vendimia de 2022 se presenta, sobre todo, adelantada. Así lo cuenta Roberto Vicente, enólogo de Bodegas Izadi. «Venimos de un año muy seco y muy cálido, a principio de ciclo, allá por mayo, la viña venía con cierto retraso, pero las condiciones climáticas de final de primavera y de este verano ha hecho que las plantas corran muchísimo y actualmente llevamos un adelanto de entre una y dos semanas, en función de la variedad».
Lo más significativo, según Vicente, es lo mismo que destacan sus compañeros: una falta de agua en el mes de junio, durante la floración, que ha provocado que haya menos racimos y que estos tengan menos uva y que sean más pequeñas que años anteriores. «Esperamos una cosecha más corta y, sin embargo, de altísima calidad, ya que hay menos uva, pero mejores condiciones sanitarias y esto a la larga da lugar a fruta de mejor calidad».
Lo que podría parecer un contrasentido es, sin embargo, muy fácil de entender: «La viña es una planta muy resistente a la sequía, y el final del invierno fue generoso en agua y había ciertas reservas, por lo que las viñas han vegetado muy bien; al haber menos cantidad de uva hay menos demanda de agua, con lo cual la parra está trabajando muy bien, es cierto que hay lugares en los que las viñas están sufriendo mucho, pero por lo general, en Rioja Alavesa, lo que tenemos son unas condiciones a priori muy buenas de cara a final de maduración, aunque es cierto que nos vendría muy bien un poquito de agua si esta viene asociada a una bajada de temperaturas y no trae tormentas de verano con piedra, porque eso echaría al traste el trabajo de los viticultores de este año».
En general, concluye el enólogo, vendimia adelantada, menos uva y de menor tamaño, pero si todo va bien y nada se tuerce durante las próximas semanas, también una calidad excepcional: mucho color, aroma y tanino, lo que dará lugar a vinos tintos de gran potencial de guarda.
Por su parte, David Palacios, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Navarra, defiende que ahora, más que nunca, hay que cuidar y proteger el viñedo de los estragos del cambio climático. «Lo estamos viendo en forma de episodios prolongados de anomalías, ya sean largas sequías o desproporcionadas precipitaciones concentradas». Pero lo más preocupante, puntualiza, es el aumento de la temperatura. «Estar posicionados en el norte nos da un privilegio, pero eso no significa que podamos estar completamente tranquilos. El cambio climático es algo que nos debe preocupar a todos y que en la medida de lo posible tenemos que intentar paliar a partir de una viticultura responsable y sostenible medioambientalmente».
En cuanto a la vendimia de este año, Palacios declara que climáticamente está siendo un año raro y complicado en Navarra. «Venimos de un invierno con una sequía preocupante e inusual en la región, y de una primavera en la que al principio parecía que las viñas no querían brotar porque la temperatura no acompañaba, hasta que una ola de calor temprana hizo que el viñedo adelantase su ciclo 20 días. La uva es de una calidad muy buena y está luchando por adaptarse cada día a unas temperaturas altísimas y a una falta de humedad que, por otro lado, han propiciado que las enfermedades habituales del viñedo no se manifestasen este año». No todos los efectos de la falta de agua son malos para la planta.
En lo más alto del mapa, en Galicia, Manu Méndez, enólogo de Gerardo Méndez, explica los diferentes factores que van a complicar la cosecha de este año en las cinco denominaciones gallegas. «Es un año especialmente complicado para Galicia, se juntan, por un lado, la rotura de stock de Rías Baixas con respecto a la añada 2021, y por otro, los elevados precios de la uva que se prevén de cara a la vendimia de este año debido a diversas inclemencias meteorológicas como la escasez de lluvias y la sequía, y los incendios en Ribeiro, que han arrasado con buena parte del viñedo». Con estos datos, el elaborador de Do Ferreiro está convencido de que el precio de la uva en Rías Baixas va a subir considerablemente, lo que marcará la pauta de las demás denominaciones, ya que es posible que no haya suficiente uva.
La vendimia, según Méndez, se adelantará cerca de 10 antes de lo previsto en la región. «La uva está sana, que es lo más importante, la acidez aún anda un poco alta, pero si todo va bien podremos llegar a los 13 grados de maduración final, lo cual es bueno», expone. «Nosotros notamos más el problema del invierno seco y cálido porque esto hizo que el suelo, al no tener arcillas, no retuviera agua y la planta arrancara muy pronto el ciclo y creciera de manera muy desigual. La maduración parece que se ha ido igualando en estas últimas semanas, sanitariamente no parece que vaya a haber ningún problema, pero las altas temperaturas de verano han quemado mucha uva, sobre a quienes no habían hecho un buen deshojado».
En Canarias el panorama es similar, aunque como comenta Pablo López, enólogo de Bodegas El Sitio, en Tenerife, hablar de la influencia del clima en la viña canaria en su totalidad es harto complicado, ya no solo por las diferentes islas sino por los diferentes microclimas que hay en cada una de ellas. «Es difícil, pero en general, teniendo en cuenta que aquí no habido unas olas de calor tan pronunciadas como en la península, sí que hemos sufrido una merma de la cosecha y un adelanto de la misma, con el consiguiente problema de maduración; estamos notando que los mostos vienen bien de graduación alcohólica, pero tal vez a los tintos no les acompañe una buena maduración fenólica».
El caso más extremo con el que López se ha encontrado este año está en El Hierro, en una parcela orientada al suroeste, en la zona sur de la isla y a 800 metros de altitud. «Allí trabajo una de las variedades más difíciles que existen en Canarias, la vijariego negro, y este año hemos perdido casi un 60 % de la producción debido a una lengua de aire caliente que nunca había visto. Esto, unido a la irradiación del suelo, hizo que se quemaran literalmente los racimos de uva y las hojas basales, no las de arriba, que es lo que suele pasar siempre, sino las de abajo. Y después, con esta segunda ola de calor que estamos teniendo ahora, la maduración era normal la semana pasada, esperando para cortar a 14,5 grados, pero se me ha montado en 15 en tres días». Toca seguir mirando hacia el cielo.