La revista británica Drinks International, colocó a la bodega de Peñafiel en la lista de las 50 marcas más admiradas del mundo. De Ribera del Duero sólo había dos, Vega Sicilia y ellos, Protos. Lo cual, aparte de ser una excelente publicidad interior y exterior indicó a Carlos Villar, el director general, y a su equipo, que seguían en el buen camino.
Director general lo hubo a partir de 1995, porque Protos era la cooperativa del pueblo vallisoletano de Peñafiel, y fue en ese año cuando pasaron a ser sociedad limitada. La bodega se funda en 1927, fruto de la alianza de 11 socios, pertenecientes a diferentes profesiones, pero todos ligados a la viticultura local por familia. Inmediatamente embotellaron y presumen de contar con el registro embotellador número 42 de toda España. La exposición Universal de Barcelona de 1929 les concedió una medalla de oro por sus vinos de la cosecha 27 y 28, lo que les dio cierta fama.
Por entonces la firma se llamaba Ribera del Duero con un eslogan: «Los Primeros de Ribera del Duero». Cuando en 1982 le cedieron la marca al incipiente consejo regulador que iba a garantizar el origen y características de los vinos de la zona, decidieron llamarse Protos, que en griego quiere decir «el primero». Y mantienen el eslogan «Protos, Ser Primero».
La construcción de la bodega
La denominación de origen avanzaba muy bien y ellos lo mismo. En 1970 ya habían excavado una nueva bodega bajo la montaña de Peñafiel con dos kilómetros de galerías; una bodega que se amplió y desarrolló en 2008 de la mano de un equipo de arquitectos encabezados por Roger Stirk y Alonso Balaguer, que han dejado unas instalaciones espectaculares, y que además son la base del potente enoturismo que desarrolla la firma.
Pero fueron mucho más listos, y enseguida. Si en el 82 se constituye la D. O., ellos, cuatro años más tarde, en el 86, compran viñedos y montan otra potente bodega al otro lado de la Ribera, concretamente en el pueblo de Anguix. Este es el núcleo corazón de la Ribera Burgalesa. Mientras que en la Ribera Vallisoletana había muy poco viñedo, en la Burgalesa se concentraban el grueso de estos, tanto en cantidad como en calidad, de toda la denominación. Mientras el mundo vinícola miraba con cierta curiosidad esa nueva denominación de origen, preguntándose cómo les iría, los de Protos, visionarios, ya estaban multiplicando producciones apostando por el futuro y cumpliendo con su norma: ser primeros.
En la actualidad Protos es un gigante. En 2009 entra como director general Carlos Villar, un hombre que viene con la obsesión de consolidar, más si cabe, la marca, pero desde la óptica de la calidad. Todo se sacrifica a ese objetivo. El presidente de la firma es Edmundo Bayón, nieto de uno de esos 11 fundadores de la bodega en 1927.
Es necesario un vino blanco para abrir la gama, en momentos como este en que la tendencia por el consumo de vinos blancos está disparada, así que se desembarcaron en Rueda en 2006, y montaron allí una potente bodega. Y como Villar quiere dar a todos los palos, en 2020 invierten en la cercana Cigales, de donde él procede, para elaborar claretes de alta gama.
Pasear por el interior de la nueva bodega de Peñafiel es como sumergirse en un ambiente futurista, todo moderno y bien organizado. Villar y su equipo han preparado una cata, en donde efectivamente, hay de todo y de tres denominaciones de origen diferentes, blancos, con y sin barrica; rosados y claretes de tres tipos; junto con una gama de tintos que van desde el roble, crianza, reserva, gran reserva, Protos 27 y el alta gama, que es el Finca el Grajo Viejo.
Destacaremos tres. En primer lugar, el Aire de Protos Rosado 2021, de la D.O. Cigales. Más que un rosado es un clarete ya que junta tres variedades blancas con las tintas tempranillo y garnacha. El color es muy ligero, y es tremendamente expresivo en nariz donde dominan los aromas de flores blancas como jazmín o azahar, recuerdos de melocotón. En boca te llevas una sorpresa porque al verle tan clarito piensas que es más ligero, pero es al revés porque es potente, estructurado, muy carnoso, incluso. Su precio es de 8,75 euros.
El segundo es la punta de lanza de la bodega, su vino más vendido, y con razón. Se trata de Protos Crianza 2018. Aparece muy frutal en nariz ligado a toques procedentes de la madera, como ahumados, coco y especias como canela. Boca fina, equilibrada, con cuerpo, pero de muy buen paso. P.V.P. 17,50 euros.
Cierra la selección El Finca Grajo Viejo 2018. Es un vino excelente, maduro, elegante, muy complejo con diferentes registros en nariz donde destaca la fruta negra muy concentrada. En boca es robusto, carnoso, con nervio y garra debido a una buena acidez. Un vino especial que se vende a 64 euros.
Carlos Villar tiene en su vocabulario habitualmente la palabra cualitativo; y es que está obsesionado con la calidad. Lo consigue y por eso van como un tiro.