Recordar estas dos marcas de las más punteras y tan especiales en Rioja, y catar varias de sus añadas, fue uno de los puntos fuertes del recién concluido The Wine Edition, la parte vinícola de Madrid Fusión. Ambas pertenecen a Bodegas LAN, una firma histórica ubicada en la localidad riojana de Fuenmayor, que ha pasado por muchas vicisitudes y manos, pero que ha sabido mantener perfectamente en todas ellas el nivel de calidad de sus vinos.
Su nombre está compuesto por las iniciales de las tres zonas que componen la D.O. Rioja: Logroño, Álava y Navarra. Se funda en 1974, siendo los años setenta fechas gloriosas para Rioja, donde aparece la segunda oleada de grandes bodegas, como Marqués de Cáceres en el 70; Olarra y Beronia en el 73; el mismo año en que Osborne compra Montecillo.
Los Muga inician la comercialización a nivel nacional e internacional, por hablar de las más importantes. La primera de las oleadas fue cuando surgen las llamadas bodegas centenarias a finales del siglo XIX, muchas de ellas en torno al Barrio de la Estación de Haro, siguiendo a las pioneras como Marqués de Riscal en Elciego o Marqués de Murrieta en Logroño.
De la expropiación a la expansión
LAN primero fue propiedad de Ruiz Mateos, que a su vez era dueño de Paternina, Franco-Españolas y Berberana, un imperio. Tras la expropiación en 1983, las dos primeras pasaron a manos de Marcos Eguizabal, y LAN en un principio también, pero al no ser Ruiz Mateos único propietario de la bodega los socios minoritarios presentaron una demanda que terminaron ganando.
Al frente de ello estaba un poderoso industrial y empresario vasco, Juan Celaya, muy reconocido por ser el propietario de las pilas Cegasa. Esta fue la época de mayor impulso de la bodega con grandes ampliaciones, el nacimiento del vino Culmen, la consolidación de los viñedos propios como Viña Lanciano. También en aquellas fechas se adquirió la bodega de Rías Baixas Santiago Ruiz, una de las más punteras y fundadora de aquella denominación.
Sin embargo, en el 2002, Celaya, vende la bodega a una firma de capital riesgo, Mercapital, muy interesada en negocios vinícolas. Durante este tiempo se ha mantenido el buen nivel de la bodega; pero los fondos no están para quedarse, así que los actuales propietarios, desde 2012, son Sogrape, la multinacional de vinos portuguesa que ha entrado con ganas de darle más enjundia, sí cabe, a la marca LAN, amparándose en que vende en 120 países. Sogrape es la propietaria del famoso vino Mateus Rosé exportado a medio mundo y vinos como Barca-Velha, conocido como el Vega Sicilia portugués, o el grupo Ferreira de vinos de Oporto. Tiene bodegas, además, en Chile, Argentina, Nueva Zelanda y LAN y su grupo en donde además de Santiago Ruiz cuenta con Aura en Rueda y Marqués de Burgos en Ribera de Duero.
Viña Lanciano y Culmen, las estrellas de la bodega
El poderío actual de LAN, tiene una base que es Viña Lanciano, una finca de 72 hectáreas situada en un meandro en el Ebro que separa Rioja Alta de Rioja Alavesa. De ahí sale uno de sus vinos clave, el Viña Lanciano, un reserva, con una crianza de 14 meses en roble francés, y 7 más en roble ruso del Cáucaso. Se afina en botella durante 18 meses. Actualmente en el mercado la añada del 2016. Presentado por su enóloga María Barúa, tiene una nariz muy intensa donde destaca la fruta roja, aromas finos, con toques avainillados de la buena crianza. En boca es muy redondo, sabroso, con una buena acidez que le da frescura. Su P.V.P. es de 18 euros.
El otro vino catado es la estrella de la casa: Culmen. En estos momentos en el mercado la añada 2017. Curiosamente este vino se hace sólo en añadas muy buenas; sin embargo, el 2017 es un año famoso por ser un desastre europeo total, el año de la gran helada.
Desde los confines de la Champagne al norte de Francia, hasta Jerez en el sur de España, llegó a finales de abril, cuando las viñas avanzaban en su maduración, una ola de frío polar que hizo picadillo la mayoría de los viñedos. Las grandes firmas que tenían molinos antihelada los pusieron con más éxito unos que otros. Las imágenes de los viticultores de Borgoña llenando los suelos de antorchas impresionaron a todo el mundo. Una de las zonas que más sufrió, como siempre, fue la Ribera de Duero.
Bueno, pues a los viñedos de Culmen no les pasó nada. Y el vino con una crianza de 25 meses en barrica nueva y 22 meses en botellero, está genial. Es un vino de los que se conocían antes como de “alta expresión”, que se supone que ya no están de moda, pero este es una maravilla. Es fino y elegante, complejo, muy serio, lleno de fruta madura en nariz, con recuerdos especiados de pimienta y canela. La madera aparece suavemente, también. En boca es muy potente, estructurado, carnoso, muy equilibrado y largo. Su P.V.P. es de 41 euros
En resumen, una bodega de más de 50 años, clásica de Rioja, que ha tenido la suerte de que cada diferente propietario la ha mimado; y el resultado no puede ser mejor.