Juan José Balbás está de muy buen humor ante una visita de periodistas que acudimos a conocer sus viñedos, su bodega y catar sus vinos. Se siente eslabón de una cadena que arrancó en 1777 con su antepasado Abundio Balbás, y la nueva generación que le sigue con sus hijas, Patricia y María, que serían la séptima generación. Y ese eslabón también se trasmite a sus vinos. Por una parte, quiere que conozcamos Ancestral, un tinto elaborado como se hacía en los viejos tiempos, antes de que existiera la D. O. Ribera del Duero; y por otra parte presenta La Retama, un vino blanco, ultramoderno, de albillo mayor.
Bodegas Balbás es una firma histórica de Ribera del Duero. De hecho, fue en 1982 cuando se constituyó la denominación de origen, y entre las firmas fundadoras hubo varias cooperativas y tan sólo cuatro bodegas privadas. Estas fueron: Pérez Pascuas, en Pedrosa de Duero; Ismael Arroyo, en Sotillo; Torremilanos en Aranda de Duero; y Balbás en La Horra. Todas ellas en Burgos, que es donde se suponía que se iba a circunscribir la denominación. Afortunadamente entró también la cooperativa de Peñafiel, la actual Protos, en Valladolid, que encima tuvo la cortesía y generosidad de cederles su marca registrada, Ribera Del Duero, para que fuera el nombre de toda la D. O.
Como en casi todos los pueblos de España, en La Horra se utilizan apodos, y los Balbás tienen uno, que es los 'Boteros'. Y es que, aunque elaboraban vino desde finales del XVIII, algunas generaciones después se dedicaron a confeccionar botas de grandes pellejos de cabra de unos 80 litros, para trasportar el vino. Preparaban la “colambre”, es decir, que cosían las pieles y luego las impermeabilizaban con “pez”, básicamente resina de pino.
Con los tiempos el oficio se acabó, pero el apodo se mantiene, y con mucho gusto por parte de la familia. En 1975, Víctor Balbás, el padre de Juan José, realiza en la bodega el primer embotellado, y afianza los viñedos propios. En 1988 se incorpora su hijo que, aunque es ingeniero de telecomunicaciones, le tira más el mundo del vino. Dejan el viejo lagar en el interior de La Horra y montan en las afueras una moderna bodega, a la que en este año le acaban de añadir una nueva ampliación. Lo mismo ocurre con la compra de viñedo y en la actualidad los Balbás disponen de 160 hectáreas propias, la mayoría de tempranillo, aunque también disponen de cabernet sauvignon y merlot.
Son una bodega muy familiar, porque junto con padre e hijas hay una figura clave que es Clara de la Fuente, la esposa de Juan José y madre de la séptima generación. El enólogo es Pedro de la Fuente, hermano de Clara, lo que no quita que sea uno de los más prestigiosos de Ribera del Duero.
La punta de lanza del negocio, como es lógico, son el crianza y el reserva, que es lo que más venden. Son mucho más que razonables, porque el crianza 2020 presenta una nariz muy intensa, con mucha fruta negra, mucha casta Ribera; y una boca con estructura, potencia, buen equilibrio. Está en 24 euros. El Balbás Reserva 2018 con 24 meses de barrica aparece muy fino y elegante en nariz, frutal pero también muy especiado; y una boca que combina la estructura con un paso sedoso, aterciopelado. Su precio es de 40 euros.
Cuentan con una gama de vinos de pago interesante desde Le Bijou Rosé, pasando por pago de Balbás, Ritus y Alitus. Pero lo que se quería presentar en esta ocasión son dos novedades realmente interesantes. La primera es Ancestral 2019, un tinto como se hacía en los viejos tiempos, en donde el vino se conservaba en fudres de 2000 litros, tiene un poquito de la blanca albillo. La botella es también de las antiguas, de las anteriores antes de que se utilizaran las bordelesas y borgoñonas. Lo importante es el contenido, con un vino intenso y expresivo con mucha fruta madura, sobre todo ciruela, tonos especiados, algo de jara y la madera, efectivamente, no se nota, aunque esté. En boca tiene muy buen paso, sedoso, y buena acidez. Es un vino de guarda que yo dejaría reposar un tiempo antes de abrirlo. Su precio es de 47 euros.
El otro vino es un blanco de albillo mayor, la variedad que se está abriendo paso en Ribera. Se trata de La Retama 2020. Tiene una nariz compleja, con muchos registros, donde aparece la fruta y los tonos minerales. La boca tiene cuerpo y estructura, grasa, potencia y buena acidez; y un final muy salino. Es de poca producción y su precio es de 60 euros.
Vinos sorprendentes, distintos, y que salen de una bodega que siendo histórica y pionera no renuncia a la modernidad y la innovación.