Castilla-La Mancha ostenta el título de ser el mayor territorio vinícola del mundo, con alrededor de medio millón de hectáreas de viñedos. Tradicionalmente, las variedades predominantes eran la cencibel, conocida localmente como tempranillo, para los vinos tintos; y la airén para los blancos, que, hasta hace poco menos de un año, era la uva más cosechada en España.
[7 vinos de Cuenca para maridar con la Capital de la Gastronomía 2023]
En aquel momento, una parte significativa de la producción se destinaba a la destilación fina, que históricamente ha sido la base para la elaboración de brandis de Jerez, con su epicentro en Tomelloso. En la actualidad, debido a la sustitución de la airén por otras variedades y al crecimiento generalizado de la tempranillo, esta última se ha convertido en la uva más abundante en España.
Sin embargo, esta enorme extensión de terreno no es uniforme. Climas y suelos hacen que haya vinos muy diferentes. Por una parte, hay una serie de denominaciones de origen diferenciadas, en total nueve, y una de ellas, la más grande, es La Mancha. Pero también hay denominaciones de origen de Pago, concretamente cinco, que valoran las características particulares de determinados viñedos y la bodega que los trabaja. Frente a estas pequeñas explotaciones también es tierra de graneles orientados fundamentalmente a la exportación.
Dentro de estas denominaciones de origen existen vinos muy buenos; pero hay otras firmas que prefieren diferenciarse, o bien por su situación geográfica o bien porque consideran que van a tener más imagen yendo solos, y se agrupan bajo la calificación administrativa de Vinos de la Tierra de Castilla. Tanto unas como otras van muy orientadas a la exportación, ya que en tintos en España se sufre la permanente riojitis y riberitis que afecta a la mayoría de la restauración. En general son un auténtico chollo porque los vinos son muy buenos y sus precios, por culpa de la baja demanda, muy ajustados.
Una bodega que marca la diferencia
Una bodega excelente que está en la línea de vinos de calidad se llama MontReaga, ubicada en Monreal del Llano, provincia de Cuenca. Carmen Fernández Montes está al frente de la firma. Ella, su marido y sus tres hijos son propietarios de un grupo de empresas local y grandes aficionados al vino, así que en una finca de 130 hectáreas que se llama Monte Pacheco, en donde tienen plantado cereal y almendro, fundamentalmente, decidieron poner un viñedo. Ya tenían 15 hectáreas plantadas de tempranillo y airén. Arrancaron esta última, mantuvieron la tempranillo y replantaron con syrah, cabernet sauvignon y merlot en tintas, y verdejo y sauvignon blanc en blancas.
Contrataron al enólogo Juan Fuentes para la elaboración, que además fue quien les diseñó la bodega. Como el río que atraviesa la finca se llama Reaga, lo ligaron al nombre haciendo MontReaga. Esto fue en el 2003 y al año siguiente salió su primer vino. Ahora, con 19 años de experiencia, tienen muchas cosas que ofrecer; y las plantaciones de las diferentes variedades de uvas están en plena madurez.
Elaboran con mimo, hacen podas en verde para reducir la producción de uvas y las que salgan tengan más virtudes. Cuentan con un buen parque de barricas y grandes tinos de roble de 1.500 a 10.000 litros para hacer crianzas más lentas. Tienen diferentes tipos de vinos, desde jóvenes a grandes reservas, y un dulce de merlot muy interesante. En total elaboran unas 200.000 botellas al año, de las que exportan el 80%.
Entre los más interesantes de sus vinos y los más altos de gama podemos contar dos: MontReaga Clásico 2013, elaborado con syrah 100 %, que es un Reserva con 18 meses en barrica. Presenta una nariz madura, donde dominan las frutas negras, vino de tono mediterráneo que se traduce en boca en toques golosos, pero a la vez con frescura, suave, de muy buen paso y equilibrio. P.V.P 18 euros.
El otro grande se llama Las Liras 2007, elaborado 100 % con cabernet sauvignon. Es un Gran Reserva con 24 meses en barrica. Aparece en nariz muy intenso con garra, fuerza, fruta muy madura, guindas en aguardiente y tonos especiados; y una boca también potente, con mucha estructura, sabrosa, nada ruda y sí muy agradable. P.V.P. 30 euros.
Buen trabajo y buenas elaboraciones en una zona vinícola que merece la pena descubrir y desde luego valorar.