Sus nombres, por orden de aparición son: Pintia, de Vega Sicilia; San Román, de Bodegas Mauro; Numanthia de la división de vinos de la multinacional del lujo, Louis Vuitton Möet Hennessy (LVMH): y Victorino, de los riojanos de Sierra Cantabria, la familia Eguren. Cuatro de los mejores vinos de toda España y cabezas visibles de esta denominación de origen de Zamora.
Todo empezó una mañana de marzo de 1996, en que alguien llamó a la puerta de Adón Segovia, en el pueblecito de Morales de Toro. Segovia, corredor de fincas e intermediario de los vinos de esa zona, se encontró con unos hombres que venían, no a comprar uvas o vinos, sino a comprar viñedos, terrenos. Y muchos. Los mejores. Negociaron, firmaron acuerdos de confidencialidad, y el corredor de fincas se puso manos a la obra. Los que llegaron exigían el secreto más estricto, entre otras cosas porque si se supiera a quien representaban, el precio del viñedo se lo intentarían multiplicar por diez. Eran gente de Vega Sicilia, la mítica bodega, vecina del Duero, en Ribera.
También Mariano García, por entonces enólogo de Vega Sicilia, ligado además a Bodegas Mauro, y que naturalmente estaba en el ajo, empezó también a comprar viñedos en la zona para Mauro; aunque ya llevaba tiempo oteando a fondo la comarca.
Todo esto estaba ocurriendo, soterradamente, en la pequeña denominación de origen Toro, situada a orillas del río Duero, con esta ciudad zamorana como capital; y que pronto se iba a convertir en el nuevo El Dorado del vino español. Está al oeste de la Ribera del Duero, con un clima más duro en cuanto a horas de insolación, y por tanto de grado y madurez del vino. Su variedad de uva tradicional es la tempranillo, como casi todo lo que se planta en las orillas del Duero, desde Soria hasta la frontera portuguesa, que ahí llaman “Tinta de Toro”.
Viñedos muy viejos que regulan las cepas y dan poca producción, pero mucha calidad. Suelos en gran parte pedregosos, de canto rodado, que reflejan la luz del sol y benefician la madurez de la uva desde el suelo. Tres bodegas tradicionales y dos cooperativas, era lo único que había en 1996, es decir, mucho viñedo bueno y barato.
Al cabo de dos años, sobre el 98, ya todo se supo y hacia la denominación de origen Toro se lanzaron docenas de bodegas de Rioja, Ribera, Rueda, australianos, franceses… A los pequeños viticultores de Toro les había tocado la lotería. Una hectárea de viñedo de secano en 1996 costaba 20.000 pesetas. En el 98 se puso en tres millones de pesetas. El kilo de uva en el 94 se vendía a 60 pesetas y en el 98, a 150.
Bien, ya estamos en el nuevo El Dorado, pero las bodegas tienen que trabajar bien, porque las condiciones climáticas son muy especiales. En la D. O. Toro hay aproximadamente unas 2.500 a 2.600 horas de sol y luz al año; pero la tempranillo completa su ciclo vegetativo a las 2.000 horas; así que sobran muchas. En los viejos tiempos no importaba, y el vino salía a 16 grados, con poca acidez, lo cual era estupendo porque su mercado era fundamentalmente Galicia y la Cornisa Cantábrica, donde se mezclaban con vinos más flojitos y cargados de acidez, y salían cosas razonables.
Las bodegas que estaban antes allí, como Fariña, Wenceslao Gil, Frutos Villar, ya se habían adaptado, vendimiaban antes buscando acidez y equilibrio; y los nuevos venían con las mismas teorías. Muy bien que los vinos tengan color, estructura, potencia, pero para que a la vez salgan elegantes, equilibrados y placenteros, hay que “domarlos” y los vinos que ahora les presentamos están muy bien domados.
Vega Sicilia hará, en primavera, 20 años que sacó al mercado su primer Pintia. En estos momentos en la cosecha del 2019. Y les ha salido soberbio. Fino, elegante, pero a la vez cargado de intensidad, de energía. Tiene recuerdos minerales en nariz, junto con la fruta, recuerdos mentolados; y en boca no es que esté domado, es que es opulento, sedoso y muy fresco. P. V. P. 40 euros.
Fue en 1997 cuando Mariano García pone en marcha la firma Maurodos, en Pedrosa del Rey, y lanza la marca San Román. Con una trayectoria impecable el vino que le presentamos ahora es el San Román Garnacha 2021. Una novedad que de alguna manera ha requerido incluso autorización especial del consejo regulador de la denominación, porque la base de los vinos de Toro es la tempranillo, con la que por cierto se hacen casi todos los San Román, y no la garnacha.
Sin embargo, el que piense que se sale de la línea de las características de los buenos toros, se equivoca. Además de un color con mucha capa, presenta una nariz intensa, con casta, fruta negra madura cargada de matices, tonos minerales, balsámicos, no le falta de nada. La boca potente, sabrosa, contundente, con un tanino todavía algo guerrero que anuncia mucha longevidad. P. V. P. 45
Su éxito fue tan rotundo, que unos diez años después, la multinacional del lujo LVMH, les vino con una propuesta de compra. Y debe ser muy difícil resistirse. Además, los Eguren tenían en otra zona del mismo pueblo, en el Teso de la Monja, otros terrenos que podrían utilizar para hacer otra bodega.
LVMH, en cuya división de vinos están maravillas como Château Cheval Blanc o Château d´Yquem, en Burdeos, y los champagnes Dom Perignon, Krug…supieron trabajar el de Toro al mismo alto nivel y manteniendo y mejorando, si cabe, su enorme calidad. El Numanthia 2018 es una joya que aparece muy expresivo, serio, profundo, mucha fruta roja, jara, canela recuerdos de la madera de calidad en nariz; y en la boca muy potente, carnoso, estructurado, con una fina acidez, equilibrado y largo. P. V. P. 55 euros.
Por su parte los Eguren en Teso de la Monja se lanzaron de nuevo a la modernidad. Marcos Eguren el enólogo de la casa, es un virtuoso, una especie de Rey Midas que vino que toca les sale espectacular. Presentamos el Victorino 2021. En nariz aparece muy concentrado, parece dulce de lo madura que está la fruta, sobre todo moras; dominando los tonos minerales, está cargado de sensaciones y de intensidad. La boca muy potente y muy sabrosa, amplia, envolvente. Es recomendable decantarlo para que saque todas sus virtudes, porque al principio está muy cerrado. P. V. P. 48 euros.
Estos son los cuatro magníficos. Se han seleccionado no sólo por su calidad, sino que están a un mismo nivel de precio, compiten entre sí directamente. Vega Sicilia sólo hace Pintia; pero los otros tienen otros vinos de producción más reducida y de precio más caro. San Román tiene Cartago. Numanthia que tiene a Termanthia, y los Eguren tienen Teso la Monja y Alabaster. Hay muy buenos vinos en Toro, de bodegas muy serias; pero estos serán su tarjeta de presentación. Su absoluta demostración de fuerza.